El exgobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, no puede explicar su fortuna. Varios de los que fueron sus funcionarios, tampoco. Su cuñado Juan Pablo Aguilera, menos. Mauro, que es ministro de Gobierno de Gustavo Bordet, está teñido de la misma pátina oscura.
No es, ni si quiera, sospecha. No pueden justificar la plata, las mansiones, los autos, los trajes caros, el lujo que se acrecentó escandalosamente al tiempo que el discurso se recostaba cada vez más hacia el progresismo que Urribarri supo aprender, como los malos alumnos, casi de memoria. Y aprendió sobre Artigas, se sacó fotos con Chávez, jugó al fútbol con Evo Morales y organizó una Cumbre de Presidentes con sobreprecios que a Lázaro Báez le darían un poco de vergüenza.
La Justicia de Entre Ríos no es lenta. Es socia. Y esa sí es una sospecha que se debería despejar en Tribunales. Si se puede.
Hoy el fiscal Santiago Brugo, siete meses después de la denuncia formulada por Guillermo Mulet y Rubén Pagliotto, realizó el primer movimiento significativo en la causa por enriquecimiento ilícito contra el exgobernador y empezó por su cuñado, Juan Pablo Aguilera.
Ahora hay que esperar los resultados.
Todos, en el Estado entrerriano, estaban enterados de que Aguilera manejaba las firmas que fueron cambiando de nombre entre Cinco Tipos, Ser Urbano y otras, contratadas de modo directo y permanente por el Gobierno de su cuñado. Vimos las gigantografías en el Consejo General de Educación por fechas patrias, la promesa del estadio único y la flamante preocupación de Urribarri respecto a la concientización en la lucha por los derechos humanos, entre otros.
Hay que ver si la Justicia puede detectar el entramado, con alguna certeza. Hay que ver si las investigaciones tienen horizonte y un destino de verdad. Hay que ver si esta provincia puede emerger con alguna dignidad del feudalismo bochornoso a la que se fue sometiendo, sin chistar, en los últimos cuatro años. Hay que ver si podemos hacer otra cosa políticamente más allá de contemplar el paisaje, mirar qué pasa en Buenos Aires, quejarnos y relojear el cronograma.

Julián Stopello
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.