¿Los curas respetan el precepto de la castidad y el celibato?

La tradición de la castidad en el clero católico se codificó en el siglo XII, pero los sacerdotes no necesariamente se adherían a esa regla, ni siquiera en los puestos más altos. Rodrigo Borgia tuvo cuatro hijos con su amante cuando era sacerdote, antes de convertirse en el papa Alejandro VI, uno de los excesos que llevó a la reforma protestante de Martín Lutero, quien escribió en tono burlón que el papa tenía tanto control de su castidad como “del movimiento natural de sus intestinos”.

¿Qué pasa cuando un cura rompe la regla de la castidad? ¿Lo castiga la Iglesia? ¿Lo separa del clero?

Según el diario El País, de España, monseñor Andrea Ripa, subsecretario de la Congregación para el Clero, que supervisa a más de 400.000 sacerdotes, dijo que “es imposible imponer” la renuncia al sacerdocio y que solo el sacerdote “puede solicitarla”. No obstante, agregó que la Iglesia tomaba medidas si el clérigo involucrado no solicitaba la renuncia: “Si no la pides, serás separado del cargo”.

José Francisco Dumoulin se alejó del sacerdocio en diciembre de 2015 con una carta pública dirigida al arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, en la que habló de la «doble vida» de los sacerdotes. Y de los curas-papás: «Por otro lado, te sigo insistiendo en la necesidad de madurar como presbiterio para poder ser auténticos y aclarar muchas situaciones que siguen siendo turbias, con respecto a comportamientos totalmente inapropiados de muchos sacerdotes con doble vida, que tienen, mujer, hijos, el problema de la homosexualidad y pedofilia, el uso del poder y del dinero, como así también el problema referente al tema vinculado al fundamentalismo Católico, que sigue estando presente con su modo particular, reductivo y hasta belicoso de entender el seguimiento de Jesús, del cual has sido parte y es una herida no cerrada en nuestra diócesis».

El caso más emblemático en la diócesis de Paraná es el de Alberto Ramón Abeldaño, quien un día del año 2003 dejó su función de párroco en la ciudad de La Paz y abandonó la provincia, y no se supo de él hasta que reapareció con función de cura en la provincia de Buenos Aires. Acá, dejó mujer embarazada e hijo en camino. Abeldaño es padre de un hijo y sigue siendo sacerdote.

En 2016, ocurrió en María Grande el caso del sacerdote Miguel Ángel Oviedo, cuya paternidad derivó en su alejamiento del sacerdocio. Pero el alejamiento del clero no es la regla.

Entrevistado en el programa Puro Cuento de Radio Costa Paraná 88.1, Dumoulin habló de los curas que han sido papás en la diócesis de Paraná.

“Creo que hay situaciones particulares que no se están atendiendo”, dice. “Hay situaciones irregulares de sacerdotes que siguen obrando y siguen actuando, ejerciendo el ministerio, como si nada hubiera pasado. Algunos con situaciones de mayor gravedad, otros de menor, algunos rozando el delito, otros con cuestiones de pecado considerados por la Iglesia. Situaciones irregulares en las que se sigue procediendo de la misma manera, con el encubrimiento, con (la actitud de) tapar, con tratar de que se produzca el menor ruido posible para que nadie salga afectado”, sostiene Dumoulin.

Después, apunta directo: “Sin duda que hay sacerdotes en la diócesis que son padres, han tenido hijos biológicos, no espirituales. No sé hasta donde se están haciendo cargo de su paternidad. Una cosa es darle el apellido, bien, pasarle dinero, bien, pero como padre tiene un montón de otras obligaciones con el hijo que no sé si cumplen. Es una falta grave de estos sacerdotes que siguen ejerciendo y que, sin embargo, se los muestra como ejemplos a seguir, con un historial bastante oscuro. Y sobre todo esa cuestión de la paternidad que no terminan haciéndose cargo”.

La actitud de la jerarquía de la Iglesia es mirar para un costado hasta que el escándalo estalla. “Todo se tapa, todo se esconde. Todo sigue igual. Mientras no aparezca un reclamo. O si aparecen, los reclamos se mantendrán ocultos en algún subsuelo para que no emerjan. Esas son las situaciones irregulares. Que un sacerdote tenga un hijo no es inconveniente, pero que se blanquee, que se reconozca ante la comunidad eclesial, que tiene un hijo y que opta por seguir siendo cura. Se le suma otra responsabilidad, como es la paternidad. No lo van a condenar por ser padre, sino por mentir, por esconder. Esa es la mentalidad que hay que cambiar frente a este tipo de situaciones”, observa.

 

 

 

Foto: Arzobispado de Paraná

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.