Por Florencio Montiel (*)

 

Este viernes, a las 12 del mediodía, se va a dictar sentencia en el caso de abuso y corrupción de menores del cura Marcelino Moya.

Hace unos años, cuando lo vi a Pablo Huck después de tanto tiempo y me contó lo que le había pasado, no lo pensé ni un segundo: va a costar, pero la puta madre, cómo no involucrarse.

Por esos días, y cuando recién se había recibido Juan Pablo Cosso y había comenzado a trabajar en el estudio conmigo, lo invité a sumarse, y como era de esperar, no lo dudó ni un instante.

Comenzamos una de las batallas más duras seguramente en la que hayamos  intervenido; decidimos conjuntamente con Pablo ir despacio, con paciencia, porque sabíamos, y no nos equivocamos, que íbamos a tener obstáculos durísimos.

De a poco, se comenzó a abrir la esperanza: fiscales comprometidos y jueces de una y otra instancia fueron haciendo lugar a lo que nos empecinamos en contar y en demostrar.

Hoy estamos esperando un momento histórico, al que llegamos con mucha paciencia, paciencia que es sumamente difícil de mantener cuando se trata de estos casos tan repugnantes. Y  digo repugnantes porque estos casos no sólo dan asco porque las víctimas son niños sino porque los victimarios y sus cómplices son los grandes y no cualquier grande, sino los representantes de Dios en la tierra.

¿Tan difícil es ponerse de este lado?

Me hice esa pregunta una y mil veces, porque lo sentimos en carne propia. Muchas veces la mirada descreída, el no te metas contra estos, fueron largados sutilmente y no tanto, seguramente porque saben que somos tozudos y más cuando a mi humilde entender, no se necesita serlo ni un poquito para estos casos!!

Quiero agradecer de corazón abierto a Pablo, por haber confiado en nuestro trabajo y respetar nuestros decisiones, que siempre tenían que ver con la paciencia: todo es aprendizaje con vos hermano.

Agradecer a todos los testigos del juicio, por vencer el miedo; a los que nos conmovieron con sus testimonios y que seguramente hoy al igual que Pablo van a empezar a sanar.

También a aquellos que hasta se animaron a ir en contra de la institución, la Iglesia, separando sus creencias, para no apoyar a un delincuente y sus cómplices que pregonan la palabra de Dios.

En síntesis, ayudar para que se llegue a la verdad, que en definitiva es la que siempre triunfa.

Gracias a mi compañero Juan Cosso, por poner todo y mucho más, siempre superándose, con una humildad y un corazón que sólo las personas de bien lo tienen: orgulloso de vos.

No me canso de repetir que independientemente del resultado de este juicio, es un antes y un después y dejamos todo!!

Para terminar quiero pedirles que todos podamos trasmitir energía positiva para que el Tribunal este a la altura de las circunstancias y siga haciendo historia en estos juicios.

Que no le pase nunca más a ningún niño!!

 

 

 

(*) Abogado. Querellante en la causa por abuso y corrupción de menores que se le sigue al cura Marcelino Ricardo Moya.