La Obra de Don Uva, que este 17 de mayo cumplió 30 años en Paraná, atraviesa un momento de zozobra, con serio riesgo de cierre, y el motivo es claramente financiero: lo que pagan las obras sociales no se actualiza en función de la inflación, y por eso hoy no pueden encender la caldera para climatizar la pileta de nación por el alto costo del gas.

En Don Uva –ubicado sobre calle Pascual Uva, en la zona de Paracao- asisten actualmente a personas con discapacidad, enfermos mentales y ancianos: son 54 alumnos que a diario concurren a la escuela integral, 100 personas adultas con discapacidad intelectual asisten al Centro de Día, alrededor de 15 personas tienen residencia permanente en el Hogar San José, mientras que la residencia Sagrado Corazón alberga a mujeres ancianas.

El trabajo está a cargo de las monjas Siervas de la Divina Providencia, una comunidad de mujeres consagradas con los vínculos religiosos de pobreza, castidad y obediencia.

 

“Estamos empeñadas en el servicio caritativo a los últimos entre los últimos, a quienes los demás rechazan, según el carisma del sacerdote del clero de Bisceglie, Don Pasquale Uva, nuestro Fundador”, explicó la religiosa Carmen Patat, miembro de la congregación Siervas de la Divina Providencia.

La religiosa habló de la seria dificultad que le representa la cuestión económica para seguir sosteniéndose. “Hoy no podemos encender las calderas para climatizar la pileta porque no podemos afrontar los gastos del gas. Lo que para algunos puede ser un lujo, para una persona que está 24 horas del día en una silla de ruedas poder entrar en una pileta climatizada, recibir masajes y poder moverse libremente en ella es un cambio de calidad de vida”, explicó.

 

En declaraciones a FM Corazón, sostuvo: “El problema económico es muy grande y estamos tratando de salvar las instituciones. Nos mantenemos y mantenemos las instituciones con los aportes de las obras sociales cuyo monto de prestación lo establece el Ministerio de Salud de la Nación en base a la Ley Nacional de Discapacidad”, explicó.

 

“Se nos exige un montón de cosas: calidad del edificio y de la prestación; calidad de los alimentos, auditorías, todas exigencias que debemos responder en función de brindar un servicio de calidad a las personas con discapacidad”, especificó.

 

Así mismo dijo que “hace varios años venimos con descuentos en los pagos que son muy grandes, pasan a planillas complementarias y no se pagan, asimismo, el aporte que dan las obras sociales por las prestaciones no se modifican en función de la inflación y la modificación de haberes que debemos pagar al personal que trabaja”.

Patat  mencionó que “estamos asistiendo alrededor de 160 personas y 100 personas trabajando. Ya se nos hace imposible. Pensar en cerrar una obra se nos parte el corazón por las personas que quedan sin atención y por los trabajadores que sosteniente sus familias, un receso de pago es una fuente de sufrimiento. Estamos intentando todo para que no suceda. Seguimos confiando en la Divina Providencia y en las personas de buena voluntad».

La obra de Don Uva se origina con la llegada al país desde el sur Italia de 3 religiosas de la congregación Siervas de la Divina Providencia, que fundan esta institución en 1989, asistiendo a un grupo de ancianas de la ciudad, y luego a niños y adolescentes con discapacidad en la Parroquia del Carmen. Más adelante, y luego de varias mudanzas, las hermanas deciden invertir los ahorros de toda la congregación en Italia en esta estructura –que se finaliza en 1995- y que da servicios de escolaridad y pre talleres. Con el tiempo, se fue adaptando a los cambios normativos y sociales y en el 2014 abre el Centro de Día Don Uva.

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.