«Quedamos pocas abuelas, pero no tengan dudas que hasta nuestro último suspiro es de búsqueda, lucha y esperanza».

En el salón de actos de la Escuela Normal Osvaldo Magnasco, de Victoria, disertó el viernes 14 Nora Cortiñas. Habló de la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo, de las luchas que ella protagoniza, de las batallas que da a diario.

Norita, como todos le dicen, estuvo junto a Matías Ayastuy Bugnone y Sabrina Gullino Valenzuela Negro. A sala llena, Abuela y Nietos, compartieron sus historias de vida, de lucha, de unión y esperanza trayendo al presente la memoria viva de los Derechos Humanos, narrando la fuerza con la que, cada día, deciden y apuestan a una lucha que no cesa ante nadie ni por nada. 

La charla fue organizada por la seccional Victoria de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre  Ríos (Agmer) y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA).  La charla se hizo bajo una consigna que resumió lo que se vivió en la tarde del viernes en la Escuela Magnasco de Victoria: «Derechos Humanos hoy, como memoria viva y presente».

Donde va Norita todos son abrazos. La tarde de viernes fue gris, aplomada y algo fría, pero en Victoria nadie pareció enterarse. Nora Morales de Cortiñas (1930), Madre de Plaza de Mayo, participó de una charla abierta en el salón de actos de la Escuela Normal Osvaldo Magnasco. La acompañaron como disertantes Matías Ayastuy Bugnone (1977) y Sabrina Gullino Valenzuela Negro (1978). Desde su llegada a la escuela, todo fue un camino de aplausos y afecto. Norita, emociona.

Nora, como suele hacerlo, se puso de pie para hablar. Así y todo, sentados, Matías y Sabrina casi que eran más altos que ella. No titubea Norita. Sonríe con una dulzura nunca vista, hace chistes y mira a sus costados buscando la complicidad de los expositores. Y cuando se pone seria y firme no se escucha ni un suspiro. Y cuando se emociona lloramos todos. Con un nudo gigante en la garganta lloramos todos.

“Quedamos poquitas Madres y Abuelas, es verdad. Las despedidas son de un dolor profundo. Aun así, que a nadie le quepan dudas: hasta el último suspiro, nuestra vida, nuestro pensamiento, nuestro andar, es de lucha y esperanza”. Así encara sus palabras Norita. Sin vueltas. Nada escapa a su discurso, nada. Sabe bien dónde está parada, cuáles son sus objetivos, cómo puede ser tomado su discurso… y no deja hendiduras ni resquicios de regalo para nadie. Es consecuente, concisa y habla sin vueltas: “la desaparición forzada de personas es un delito por el que nunca dejamos de luchar”, dice. Cortito. Pero todos sabemos el montón de cosas que nos está diciendo con ello. “Ninguna Abuela sale en búsqueda de su nieto por obligación. Lo nuestro es y ha sido siempre un compromiso de amor. Ayer Matías Javier, el Nieto 130, agradecía eso: que nunca hubiéramos dejado de buscar. Y nunca lo hicimos”.

La charla se extiende, surgen preguntas, respuestas, intercambios. Norita se para, habla, se sienta, escucha, ríe, y se vuelve a parar. Levanta en alto su pañuelo verde porque, dice, entiende y está presente en todas las luchas por lo urgente y lo necesario, y el derecho al aborto legal seguro y gratuito es hoy una de esas luchas. La aplauden. A ella y a su entereza para, también, pelear por esto.

“Con la lucha en la calle pensamos que jamás volvería a ocurrir la desaparición de una persona, y volvió a ocurrir. La causa de Santiago Maldonado lo dice muy claramente: fue desaparición forzada con abuso de la fuerza. La metodología sigue… cuando creíamos que ya no…” dice Norita con una mezcla de pena y mucha bronca, y nos pide, haciendo énfasis con sus manitos, inclinando el cuerpo para que la escuchemos bien: “No bajen los brazos, no sean indiferentes. Que el partidismo político no nos separe, que el fanatismo no nos haga perder afecto para luchar todos juntos, porque yo creo que ya estamos…. Hasta acá se llegó, no nos merecemos esto. De esto nunca más”.

 

 

 

La tarde no dio para más hace rato. Y nadie se enteró. La charla finaliza con música y todos se van acercando en lo que ya parece una avalancha, para llevarse un abrazo de Norita. Quien escribe estas líneas comenta… “ha de estar cansada”… pero en medio del tumulto se la alcanza a ver: Sonríe. Sonríe a más no poder. Abraza, posa para las mil fotos que le piden… firma libros con dedicatorias bellísimas como si el tiempo fuera un factor inexistente. Hasta el último suspiro: lucha y esperanza. Y a nadie le caben dudas.

 

Los disertantes


Sabrina Gullino Valenzuela Negro es hija de Raquel Carolina Ángela Negro y Edgar Tulio Valenzuela. La primera, nacida en 1949 en la ciudad de Santa Fe. Madre de Sebastián, a quien tuvo con su primera pareja, Marcelino Álvarez, desaparecido a fines de 1976. Tulio nació en San Juan en 1945.

 

Raquel y Tulio se conocieron en Rosario, formaron pareja y por un tiempo vivieron en Brasil. Regresaron en enero de 1978 a Mar del Plata, donde fueron secuestrados el 2 de enero. Raquel se encontraba embarazada de siete meses de mellizos. Fueron llevados al Centro Clandestino de Detención «Quinta de Funes», donde se organizó un operativo en el que Tulio fue obligado a salir del país junto a represores con el fin de concretar el secuestro de dirigentes políticos en el exterior. La pareja simuló aceptar el plan negociando la restitución de Sebastián a su familia materna.

Tulio salió del país con los represores y una vez que pisó suelo mexicano se fugó y denunció los crímenes de la dictadura en Argentina. Permaneció en México y el 25 de mayo de 1978 estableció el último contacto con su familia. Si bien se sabe que ingresó al país, no hay exactitud acerca de las circunstancias de su secuestro. De Raquel se supo que a principios de marzo de 1978 dio a luz una niña y un niño en el Hospital Militar de Paraná. Ambos bebés permanecieron internados en dicho hospital y luego fueron llevados al Instituto Médico de Pediatría donde ingresaron a la niña como «Soledad López» y al niño como «NN López». Las fuerzas de seguridad abandonaron a la pequeña en la puerta de un convento y fue dada en adopción a la familia Gullino.

A fines de noviembre de 2008 una joven que dudaba de su identidad se presentó en la filial de Abuelas de Rosario. A los pocos días de su entrevista recibió una citación de la jueza que ordenaba la pericia genética dando intervención a la CONADI en el caso. El 23 de diciembre de 2008, la jueza informó a la joven, Sabrina, que los resultados confirmaban que era hija de Raquel y Tulio.

Sus padres y su hermano que nació en cautiverio permanecen desaparecidos.

 

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Matías Ayastuy Bugnone es hijo de Marta Elsa Bugnone y Jorge Ayastuy. Marta nació en 1949 en Gualeguaychú. Jorge nació en 1950 en provincia de Buenos Aires. Formaron pareja y tuvieron su primer hijo, Matías, en 1977. Ambos militaban en el Partido Comunista Marxista Leninista.

Fueron secuestrados el 6 de diciembre de 1977 en su domicilio del barrio de Caballito en la ciudad de Buenos Aires. Matías estuvo desaparecido unos días, hasta que fue encontrado por sus abuelos maternos en la por entonces Casa del Menor y la Familia. Con el correr de los años, supo que sus padres estuvieron detenidos primero en el Centro Clandestino de Detención El Atlético y luego en El Banco.

Hace unos años Matías se enteró de que al momento de su secuestro, su mamá estaba embarazada, por lo que inició, junto a la filial de Rosario de Abuelas de Plaza de Mayo, una campaña para encontrar a su hermano o hermana.

 

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“Yo fui una mujer tradicional, una señora del hogar. Me casé muy joven con Carlos Cortiñas y tuvimos dos hijos: Carlos Gustavo y Marcelo Horacio. Mi marido era un hombre patriarcal, él quería que me dedicase a la vida familiar. En ese entonces yo era profesora de alta costura y trabajaba sin salir de mi casa, enseñándoles a muchas jóvenes a coser”.

Como muchas Madres, Nora cambió su rutina familiar en forma drástica con el secuestro de su hijo. “Gustavo salió una mañana como todos los días y no llegó más. Era el 15 de abril de 1977. Tenía 24 años, una esposa y un hijo muy pequeño. Lo secuestraron en la estación de tren, mientras iba camino a su trabajo. Esa noche un operativo militar y policial allanó mi casa, en donde estaba mi nuera. Afortunadamente, a ella no le hicieron nada”.

Fue así como Nora salió a buscar a su hijo Gustavo. Inmediatamente, tomó conciencia de que su búsqueda no era individual sino colectiva. Fue en esa búsqueda colectiva donde Nora encontró un nuevo sentido para su propia vida. De esa madre – ama de casa dedicada a su hogar, Nora pasó a ser una Madre de Plaza de Mayo.

“Nosotras ya no somos madres de un sólo hijo, somos madres de todos los desaparecidos. Nuestro hijo biológico se transformó en 30.000 hijos».

Actualmente, Nora es Psicóloga Social. Además dicta cursos en Universidades, Escuelas y Colegios, Centros de Estudios y Asociaciones de Profesionales, organizaciones civiles, sindicales y vecinales. La búsqueda de la Verdad y la Justicia la ha llevado a participar en numerosos congresos, seminarios y debates en los temas de derechos humanos, mujeres y de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de las Naciones Unidas (NU) y ha recibido un amplio reconocimiento a su lucha, su trayectoria y su defensa inclaudicable por la Memoria y los Derechos Humanos.

 

 

 

Fotos: La Lucha en la Calle

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.