Después de recibir un cuarto adelanto financiero por 300 millones de pesos, sería difícil imaginar hoy una evaluación positiva de Gustavo Bordet sobre la gestión de su antecesor. Le costaría al Gobernador sostener el mensaje del 10 de diciembre cuando recibió el bastón de mando y osciló entre dos líneas conceptuales: hablar de austeridad, orden y transparencia -valores barridos por la gestión urribarrista- y al mismo tiempo agradecer el legado y decir, textual, “acá no termina nada ni empieza nada nuevo”.
En la práctica, aún pagando al contado el alto costo del respaldo recibido, entre otras cosas con muchos nombres de su gabinete y un alto porcentaje del funcionariado, Bordet se mueve sin prisa pero sin pausa cada vez más lejos de Sergio Urribarri, mal que le pese al ex mandatario, asediado por las investigaciones judiciales y afectado por un visible derrumbe de su imagen pública. Desde el PJ intentará resistir un poder en agonía. Y del PJ depende la sobrevida de su ambición.
Bordet gobierna. Negocia con la Nación e intenta disimular los agujeros de una herencia que no pudo ni puede nombrar. Sí lo hizo el presidente del bloque de diputado de Cambiemos, Sergio Kneteemann, hace pocos días y a modo de paradoja: “Hoy tenemos una provincia casi quebrada a pesar de que durante los últimos años obtuvo los mayores ingresos económicos de su historia”.
Los ministros más próximos a Urribarri, por la sencilla concatenación de hechos, deberían andar con cuidado. Bordet limpió al abogado de Urribarri, Marcos Rodríguez Allende, de la conducción del EPRE y en su lugar eligió a un dirigente enfrentado al ex Gobernador dentro del PJ, José Carlos Halle. Eso fue una definición. Otra: está decidido a echar por tierra la sociedad que armó de apuro su antecesor en julio de 2015 para administrar el Hospital del Bicentenario. Antes de eso, ya realizó una auditoría para controlar la gestión del ex ministro y actual director, Carlos Ramos.
Lejos del kirchnerismo y las opciones de “resistencia”, Bordet busca contención y protagonismo en el nuevo armado de un PJ que deja atrás las posiciones más rudimentarias. Hasta el momento ha sabido construir gobernabilidad en la provincia, desde afuera hacia adentro por necesidad y desde adentro hacia afuera pagando el módico costo de lidiar en buenos términos con el urribiarrismo.
Uno de esos costos es la crisis en educación. Y Panozzo. El presidente del Consejo General de Educación empezó mal una gestión que puede durar poco: en menos de un mes dio marcha atrás en dos decisiones fuertemente cuestionadas, la baja de categoría a 138 escuelas y la eliminación de 47 cargos docentes.
Uno de los aspectos sensibles de Entre Ríos es el debate docente que ya cumple más de 30 años sin solución. La discusión es casi siempre la misma. No cambia, no se mueve, está anquilosada, al mismo tiempo que la calidad educativa disminuye y los que pueden huyen de le escuela pública, aún después de 12 años de múltiples victorias ampliamente celebradas en ese terreno ¿no?
Más allá de todos los frentes abiertos, en nueve meses de gestión y al mando de una nave que viaja en la tormenta, Bordet consolida un liderazgo distinto, mesurado y conciliador, cada vez más lejos del hombre que le dejó servida una provincia en quiebra.
Julián Stoppello
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.