No había boleto combinado, ni se escuchaba la radio -no había estéreos-, nadie iba pendiente del celular ni recorría su play list en Spotify, los choferes de los colectivos que funcionaron entre las década de 1960 y 1970 usaban camisa celeste y corbata azul, siempre llevaban consigo una carterita de cuero, y unos adminículos que hoy están en extinción: el «monedero» y la maquinita cortadora de boletos.
El boleto se cortaba según a qué sitio iba el pasajero: el chofer no usaba auriculares, ni miraba de reojo el whatsapp porque su atención estaba en cortar el boleto y dar cambio. Monedas. Muchas monedas. Tac, tac, tac. Había una destreza peculiar en esa tarea. En los finales de los 70 y primeros 80 los ingleses Bedford eran unas unidades que estaban en retirada, los Ford buscaban su lugar, aunque con una ingeniería algo tosca, y los mejores eran los Mercedes Benz, trompudos, elegantes.
El piso no era de goma, como ahora, y se limpiaba con kerosen. Las palancas de manejos estaban decoradas y cerca de los espejos colgaban muñecos, banderines, insignias. El sitio web Bus America cuenta que la Martín Fierro, que operaba la vieja Línea N° 5, fue la única en todo el país que operó con casi todas sus unidades con chasis de Ford. En 1987, cuando se firma el primer contrato de concesión y la Agrupación Transporte Urbano de Pasajeros (ATUP) toma el mando del servicio, Martín Fierro se diluyó, y quedaron sólo La Victoria, Mariano Moreno y Transporte Urquiza.
Pero antes de desaparecer, Martín Fierro se escindió: en 1974 los socios de la Cooperativa decidieron separarse en dos empresas. Así nace la Línea N° 3 Independencia, y Martín Fierro queda con la Línea N° 5. ATUP sobrevivió hasta 2018: en julio la Municipalidad firmó la concesión a Buses Paraná. Pero esa es otra historia.
Aquí en Paraná el servicio de colectivos tiene una larga historia. Así, por ordenanza del 12 de junio de 1924 se establece un servicio urbano de ómnibus a tracción mecánica, que comprendía varias líneas. El primer servicio Puerto Nuevo – Plaza de Mayo se inaugura el 4 de octubre de 1924. Estos coches tenían capacidad para 14 pasajeros y circulaban de 6 a 19. Cada trayecto tenía un costo de 10 centavos. Aquel primer concesionario fue Eduardo Aliprandi.
A mediados de la década de ´30, cuando la ciudad vivía un proceso de modernización en el aspecto edilicio, apareció el servicio de colectivo disputándole la clientela al tranvía eléctrico. ente de las líneas que poco a poco iba inaugurando.
Primero, claro, fue el tranvía eléctrico, que circuló por Paraná durante más de cuatro décadas: el 20 de mayo de 1921 fue el inicio.
La historiadora Ofelia Sors cuenta en «Paraná después del Túnel Subfluvial» que la primera línea que funcionó pertenecíó a la empresa JC White y Cía Ltda. Eran coches Standard Safety Car. El último viaje de los tranvías eléctricos ocurrió el 20 de julio de 1962.
Tres décadas antes, ya había comenzado a funcionar la empresa de transporte La Victoria, antecesora de la actual Ersa Urbano: fue en 1936, y a través de la Línea N° 1 que recorría el Tiro Federal, Cinco Esquinas, Estación del Ferrocarril, Plaza 1° de Mayo, Parque Urquiza, y Puerto Nuevo. En 1987, con el Aeropuerto Ciudad de Paraná en funcionamiento, se amplía una línea que une ese sector con el Centro Cïvico, y en 1989 ya funciona la conexión entre Paraná y Oro Verde.
Una recopilación hecha por el Ministerio de Cultura de Entre Ríos, cuenta que a mediados de la década de ´30, cuando la ciudad vivía un proceso de modernización en el aspecto edilicio, apareció el servicio de colectivo disputándole la clientela al tranvía eléctrico.
En septiembre de 1934, cuando comenzó sus recorrido la primera línea, que cubría el tramo plaza 1 de Mayo- Base Aérea. Pero seguramente no todos se acuerdan del primer colectivero, Alnidar Timoteo “Nile” Bournissent. Es hijo de Manuel Fortuno Bournissent y de María Luisa Lugón. Los dos eran descendientes de suizos- alemanes, respectivamente. Nile es el tercero de ocho hermanos: Heriberto, luego están Manuel Arnaldo, él, Arnecio José, Esteban, Segisfrido, Nélida Inés y María Esther. Con su entrañable esposa se conocieron en 1941. Se casaron el 26 de diciembre de 1942; ella con 18 años y él con 29. Tuvieron dos hijos, Manuel y Noemí, quienes una vez que formaron su familia, le dieron varios nietos. Junto a su padre instaló en sociedad este servicio pionero, con el visto bueno del intendente Francisco Bertozzi, íntimo amigo del padre Nile. Con el paso de los años, los dos con sus coches y siendo poseedores de licencias, demarcaron los recorridos que más tarde las empresas continuaron y fueron ampliando.
La línea a la Base comenzaba a circular a las 6,30 los días hábiles, mientras que los domingos y feriados hacía sus recorridos desde las 7,30 hasta las 00,20 del otro día. Esta línea desapareció el 4 de marzo de 1947, cuando el intendente Manuel Ruiz Moreno le retiró la licencia y se la otorgó a otra persona. Sin embargo, esta persona no cumplió con el servicio desde los primeros días, dejando a pie a los militares y civiles que viajaban cotidianamente a la Base.
Esto generó las quejas desde altos cargos del gobierno provincial, lo que provocó que le restituyeran la línea de colectivo a Bournissent, quien retomó ese servicio hasta el 15 de febrero de 1948, fecha en que dejó de conducir para ser solamente gerente de las líneas que poco a poco iba inaugurando.
Ahora el servicio de colectivos está en otra fase: en medio de una situación de honda crisis que hace peligrar la continuidad de la prestación en Paraná.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.