“Puiggari fue encubridor para la causa Ilarraz y no procedió como la Iglesia pide”.
De ese modo se expresó el cura Leonardo Javier Tovar, este miércoles, ante el tribunal que juzga por el delito de falso testimonio al secretario privado del arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, el sacerdote Mario Gervasoni.
Tovar llegó con lengua afilada y tildó de “caradura” y “mentiroso” al cura Gervasoni, habló de la comisión de un “delito” por parte del arzobispo por la actitud que tuvo frente al caso del sacerdote Justo José Ilarraz, condenado en 2018 a 25 años de cárcel por abuso y corrupción de menores.
“Cuando se da lo de Ilarraz, veo que Puiggari no procede según la ley de la Iglesia y la buena fe. Entonces, empecé a expresarle mi parecer. Nunca fui por atrás. Eso me lleva a pedirle (a Puiggari) permiso para irme de la diócesis. Quería para tomar distancia, porque no podía obedecerlo. No lo podía obedecer porque pensé que no estaba haciendo las cosas bien. Después, en dos oportunidades le pedí volver. No tengo sanción ni ningún impedimento para ejercer. Falleció mi papá y mi madre quedó sola. Quería estar más cerca. Pero Puiggari me dijo que no. Que yo le había hecho mucho mal a la diócesis. Me dijo que había sometido mi caso a opinión del consejo presbiteral y que el consejo, por unanimidad, había decidido que no podía volver a la diócesis”, reveló Tovar.
A Gervasoni se le imputan dos delitos: “falsedad” y “reticencia” en la declaración como testigo en la etapa de instrucción de la causa Ilarraz.
El secretario privado de Puiggari declaró el 8 de abril de 2015 en los Tribunales de Paraná. Entonces no contó todo lo que sabía del caso Ilarraz y de los abusos en el Seminario, según entiende la Procuración. Esa situación quedó en evidencia luego de los testimonios de Hernán Rausch, una de las víctimas de Ilarraz, y de los testigos José Carlos Wendler y Leonardo Tovar, quienes fueron convocados para el juicio a Gervasoni. También fueron ofrecidos como testigos por el fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull los sacerdotes José Estanislao Zapata y Jorge Charreun, y el abogado Milton Ramón Urrutia.
En la audiencia de septiembre último, la jueza Barbagelata rechazó un planteo de nulidad que hizo el representante legal de Gervasoni. Vartorelli pidió incorporar como prueba un acta firmada por el vicecanciller de la curia, José Rodríguez, con un “juramento de fidelidad” por parte de Gervasoni a la Iglesia, elemento que lo pondría a salvo de cualquier acusación de retacear información sin antes ser relevado del secreto profesional del oficio de cura.
Acusación y defensa
El Ministerio Público Fiscal acusa al secretario privado de Puiggari por “haberse pronunciado con falsedad y reticencia, ocultando datos al juez, datos que no podía ignorar por el rol protagónico de secretario del arzobispo, con quien convive” en la residencia episcopal de la Costanera Alta. Fue cuando Gervasoni declaró como testigo en la causa Ilarraz, en 2015. Como para la Fiscalía se encontraría ya acreditado el delito, durante la audiencia de hoy ya hizo el adelanto de pedido de pena que hará para el cura: prisión condicional de 1 año y 6 meses por el delito de falso testimonio.
Este miércoles fue el turno de los alegatos de apertura del juicio, que tendrá su segunda audiencia este viernes. El fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull, que pidió para el cura Gervasoni la pena de 1 año y 6 meses de prisión condicional, dijo que durante los debates se va a demostrar «la autoría» del delito de falso testimonio. Y aseguró que cuando declaró en la etapa de instrucción de la causa Ilarraz, el 8 de abril de 2015, lo hizo con «falsedad» y «reticencia». Y agregó:»Se va a acreditar que Gervasoni en 1995, cuando era seminarista, tuvo conocimiento pleno al menos de un abuso de Ilarraz. Ya tenía conocimiento de los hechos por los cuales se lo interrogó y fue reticente».
En tanto, el abogado defensor de Gervasoni, Guillermo Vartorelli, se apoyó en un elemento: el sacerdote tiene secreto profesional por su función de asistente del arzobispo y antes de tomársele declaración en 2015 debió habérselo relevado de esa situación. Como eso no se hizo, ese testimonio resulta nulo, aseguró. Y acompañó una prueba documental: un juramento por escrito hecho por Gervasoni ante el vicecanciller de la diócesis, Héctor José Rodríguez, el 6 de abril de 2011, con la promesa de ejercer su función y «observar religiosamente el secreto de oficio».
Vartorelli negó que Gervasoni «haya sido remiso o declarado falso». Y apuntó: «Entendemos que no hubo falso testimonio que tenga la entidad suficiente para considerarla ocultamiento de un dato relevante por parte de Gervasoni».
Y por eso, pidió la absolución de su defendido.
Tovar, con todo
En su extensa declaración ante el juez que instruye el juicio, José María Chemes, el cura Tovar fustigó con dureza a Puiggari y a Gervasoni. Dijo que durante la etapa de formación en el Seminario Arquidiocesano de Paraná, Gervasoni formó parte de «los íntimos entre los íntimos», junto al sacerdote Pedro Barzán, el mismo que resultó inhallable para declarar en el juicio a Ilarraz.
Tovar dijo que era «imposible» que Gervasoni no supiera del caso Ilarraz, como declaró.
«El padre Puiggari tenía eso. Si pertenecías al entorno afectivo de él, estabas dentro de ese círculo. Y Mario Gervasoni pertenecía. Cuando Pedro Barzán se ordena de cura, Puiggari lo deja como superior del Seminario. Cuando Gervasoni se ordena, pensamos que no iba a pasar lo mismo. Pero quedó también como superior del Seminario. Era tal el poder de Gervasoni, avalado por Puiggari, que incluso llegó a denunciar a un superior de él, el padre Luis Zanitti. Gervasoni era prefecto de disciplina y Zanitti, director espiritual. Lo acusó ante Karlic de dar enseñanza psicologista», recordó.
Esa intimidad entre Gervasoni y Puiggari fue marcada de modo enfática por Tovar. «El vínculo afectivo era tan profundo y sólido que es imposible que haya habido algún tema que no se haya conversado entre ello», indicó.
Después, los calificó a uno y a otro: de Puiggari, dijo que era un «emperador» cuando fue rector del Seminario Arquidiocesano; de Gervasoni, parte de su «séquito».
«Lo peor de esta gente es que espiritualizaron una manipulación. Eso es muy nefasto. Estábamos en el Seminario sometidos a la disciplina de un manipulador», planteó en referencia a Puiggari.
Después, «descubrió» la «otra cara» de Puiggari: contó que cuando el caso Ilarraz salió a la luz pública, Puiggari habló dentro del clero y sostuvo que las víctimas «buscaban dinero» y que las denuncias venían siendo motorizadas por «La Cámpora» y por «el kirchnerismo».
A una víctima -cuyo testimonio fue clave en la condena a Ilarraz- dijo que le iniciaría una causa «por falso testimonio», según contó Tovar en el juicio que escuchó a Puiggari; y en el caso de otro denunciante, relativizó el horror soportado en el Seminario por los abusos de Ilarraz al decir «porque le tocaron con el codo las bolas hace lío. Ese es el obispo, no el de los medios».
Hernán Rausch, el primer testigo de la Fiscalía, una de las víctimas del cura Ilarraz, contó cómo puso al corriente de los abusos a los dos últimos arzobispos de Paraná, Mario Maulión y Juan Alberto Puiggari –“Te prometo que voy a investigar”, supo decirle Maulión, aunque nunca jamás hizo nada al respecto- y de qué modo supo que Gervasoni estaba al corriente de todo.
Y reveló un hecho escandaloso: Rausch es preceptor en el Colegio del Huerto, y un día de 2015 se apersonó el cura Gervasoni a su trabajo para decirle lo siguiente:
-Mirá, Hernán: quiero decirte dos cosas. Lo que estás haciendo, lo que hiciste con el Seminario y lo que estás diciendo, hace mucho daño. A mí, Ilarraz no me importa, por mí que vaya preso.
Perplejo, Rausch no supo qué contestarle. “No me consultó si era víctima, si yo había estado implicado en la denuncia. Directamente me va a increpar. Yo hasta ese momento no había salido a los medios, no había dado a conocer mi caso. Recién lo hice en 2018, cuando se realizó el juicio a Ilarraz. Eso me dio indicio de que con anterioridad, Gervasoni ya sabía del caso”, relató.
El abogado Milton Urrutia, primer representante de las víctimas de Ilarraz, también implicó a Gervasoni. Dijo que en al menos una de las audiencias que mantuvieron con Puiggari para pedirle que expulsara a Ilarraz de la Iglesia, Gervasoni participó activamente.
El exsacerdote José Carlos Wendler contó de una reunión en el Seminario en la que hoy cura Néstor Puchetta –entones seminarista- habló por primera vez de los abusos de Ilarraz a una víctima. Se los contó a otros dos seminaristas, los hoy sacerdotes Jorge Charreun y Ramón Zapata, y luego, éstos se lo contaron a un curso en el que estaban Wendler, Gervasoni, entre otros. “Recuerdo la cara de Mario Gervasoni cuando nos contaron de los abusos. Fue de sorpresa por algo que se supo y que no se debía saber”, entendió.
El sacerdote Ramón Zapata dijo que conoció efectivamente ese caso. “Hablé con el padre Silvio Fariña y después ya no hablé más del tema. Lo había encausado el cardenal Karlic. Puchetta me contó de ese abuso”, recordó.
No recordó haberse reunido luego con Wendler para reprocharle su actuación en la denuncia del cura Ilarraz.
Otro cura, Jorge Charreun, fue más remiso y poco memorioso. Negó haberse enterado en el Seminario y dijo que conoció del hecho “cuando salió en los medios”.
Las audiencias continuará este viernes, a las 9, en tanto que los alegatos de clausura serán el próximo martes 24, a las 17.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.