D.C. fue el primero que contó lo que ocurría puertas adentro del Seminario Nuestra Señora del Cenáculo, cuando el cura Justo José Ilarraz, un hombre de caracter expansivo, afable, volcado a los números y a la administración, era prefecto de disciplina y tenía a sus cargo a los adolescentes que cursaban el ciclo básico del secundario con internado que funcionaba entonces allí, en el amplio predio ubicado en Avenida Don Bosco al 2.500
A las 5 de la tarde del 9 de julio de 1995, D.C. testimonió en la peculiar investigación que ordenó realizar ese año el entonces arzobispo Estanislao Karlic, y que él mismo timoneó junto al cura Silvio Fariña. La declaración ocurrió en la residencial episcopal de la Costanera Alta. El testimonio se abrió con una pregunta incómoda y curiosa: ¿Cuándo empezaron los problemas?
-Empezaron cuando yo estaba en 2° año, en el campamento de verano. Allí empecé a ser su amigo. Yo le dije que no andaba bien en la oración. Más adelante, me dijo que le gustaría que fuéramos íntimos amigos y que primero tenía que ganar mi cuerpo y después ganar mi interior para llegar a la amistad.
D.C. tenía 15 años cuando fue abusado por Ilarraz en la habitación que el cura ocupaba en el Seminario. No quiso abundar mucho en los detalles esa vez, pero dejó un dato: el entonces seminarista Néstor Pucheta, de la diócesis de Villa María, Córdoba, que se formó como sacerdote de Paraná, conocía el caso.
-Hay muchos detalles que yo no los puedo decir ahora, me cuesta mucho . Pero el seminarista Néstor Pucheta, a quien le he contado todo con más profundidad, puede declarar con más amplitud -dijo DC ante Karlic y Fariña.
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Pucheta llegó a Paraná en 1995 y se ordenó sacerdote en 1998. Ya cura, volvió a su provincia, Córdoba. Regresó a Paraná en 2018, para declarar en el juicio a Ilarraz.
Antes de declarar en la investigación de Karlic, Pucheta se lo contó a un grupo de seminaristas, entres los que estaban Ramón Zapata, Jorge Charreun, Mario Gervasoni (hoy todos curas) y José Carlos Wendler (excura, renunció en 2012). Cuando declaró en el juicio a Ilarraz -condenado a 25 años de cárcel por abusos y corrupción de menores-, Wendler dijo que ante el tribunal «conté la anécdota del seminarista Pucheta (el ahora sacerdote Néstor Pucheta) cuando cuenta, en una reunión en la que estaban también Jorge Charreun y Mario Gervasoni, lo que había sucedido en una de las víctimas, que luego termina originando la investigación diocesana. Me acuerdo de la cara de Gervasoni. Yo compartí con él mucho tiempo en el Seminario, y recuerdo su expresión al escuchar de parte de Charreum contar lo que había pasado».
Pero Gervasoni, que estuvo en el Seminario desde 1984 hasta 2002, niega aquel encuentro, esa charla y afirma que nada supo de los abusos de Ilarraz sino hasta que el caso se hizo público. Cuando declaró en la Justicia, el 8 de abril de 2015, negó conocer algún detalle de los abusos. Que fue convocado como testigo en la investigación que mandó realizar Karlic en 1995, que lo hizo a pedido de Puiggari, que redactó una carta de puño y letra en el Seminario, y nada más.
Entonces, cuando declaró ante la jueza de Transición Susana María Paola Firpo, el fiscal Juan Francisco Ramírez Montrull pidió que le leyeran el artículo 275 del Código Penal: «Será reprimido con prisión de un mes a cuatro años, el testigo, perito o intérprete que afirmare una falsedad o negare o callare la verdad, en todo o en parte, en su deposición, informe, traducción o interpretación, hecha ante la autoridad competente».
El Ministerio Público Fiscal acusó al secretario privado de Puiggari -ejercer esa función desde 2011- por “haberse pronunciado con falsedad y reticencia, ocultando datos al juez, datos que no podía ignorar por el rol protagónico de secretario del arzobispo, con quien convive” en la residencia episcopal de la Costanera Alta. Fue cuando Gervasoni declaró como testigo en la causa Ilarraz, en 2015. Como para la Fiscalía se encontraría ya acreditado el delito, durante la audiencia de hoy ya hizo el adelanto de pedido de pena que hará para el cura: prisión condicional de 1 año y 6 meses por el delito de falso testimonio.
La actitud de Gervasoni, además, quedó en evidencia en un fallo que emitió a finales de abril de 2015 la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia (STJ), cuando rechazó el pedido de prescripción de los delitos que se le imputan a Ilaraz, planteado por su entonces abogado defensor, Juan Ángel Foernerón.
En su voto, el exvocal Carlos Chiara Díaz sostuvo que es “factible asimismo que los límites de esta investigación” no sólo “podrá ampliarse con el aporte de otros damnificados y denunciantes que suministren nuevas evidencias, tal como lo afirman los representantes del Ministerio Público Fiscal, sino que podrá enriquecerse en el aspecto fáctico con el descubrimiento de otros delitos conexos a cargo de otros imputados, partícipes o encubridores, tal cual se insinúa y concreta de lo requerido por el Agente Fiscal de la ciudad de Paraná, Juan Francisco Ramírez Montrull, quien solicitó por ahora a la señora jueza de Transición medidas sólo contra Ilarraz, pero también la remisión de testimonios de algunas declaraciones ante la probable comisión del delito de Falso Testimonio por parte del sacerdote Mario Gervasoni”.
El miércoles 18 del actual se abrió el juicio oral y público al cura Gervasoni, acusado del delito de falso testimonio, y en el alegato de apertura, el fiscal Ramírez Montrull pidió una condena de 1 año y 6 meses de prisión condicional. «Se va a acreditar que Gervasoni en 1995, cuando era seminarista, tuvo conocimiento pleno al menos de un abuso de Ilarraz. Ya tenía conocimiento de los hechos por los cuales se lo interrogó y fue reticente”, dijo Ramírez Montrull, en alusión directa a la negativa del cura respecto a que haya tenido información del caso antes de que se tomara estado público, en 2012.
Pero la defensa del secretario privado de Puiggari niega esa hipótesis. El defensor Gervasoni, Guillermo Vartorelli, se apoya en un elemento: el sacerdote tiene secreto profesional por su función de asistente del arzobispo y antes de tomársele declaración en 2015 debió habérselo relevado de esa situación. Como eso no se hizo, ese testimonio resulta nulo, aseguró. Y acompañó una prueba documental: un juramento por escrito hecho por Gervasoni ante el vicecanciller de la diócesis, Héctor José Rodríguez, el 6 de abril de 2011, con la promesa de ejercer su función y “observar religiosamente el secreto de oficio”.
Vartorelli negó que Gervasoni “haya sido remiso o declarado falso”. Y apuntó: “Entendemos que no hubo falso testimonio que tenga la entidad suficiente para considerarla ocultamiento de un dato relevante por parte de Gervasoni”.
Este martes será el turno de los alegatos de clausura en el juicio por falso testimonio al secretario de Puiggari: será el comienzo del fin para un proceso que determinará si el cura Mario Gervasoni contó todo lo que sabía o, si como presume la Fiscalía, ocultó información a la Justicia. Y en ese caso, ¿para beneficiar a quién?
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.