La historia del Banco Municipal de Paraná todavía no se ha cerrado y se encamina a transitar un cuarto de siglo de agonía. Las puertas de la entidad, creada en 1935, se entornaron definitivamente el 30 de noviembre de 1995 y desde entonces se sucedieron interminables idas y vueltas con un proceso de liquidación interminable, una profusa polémica encendida por épocas, y anuncios oficiales de un fin inminente.
Pero la entidad nunca termina; el proceso de liquidación sigue y su permanencia se extenderá, al menos, hasta 2020 cuando se cumplan 25 años de su caída. Así lo revela el proyecto de ordenanza del Presupuesto de la Municipalidad de Paraná para el año que viene, elevado por el Ejecutivo el 31 de octubre pasado al Concejo Deliberante. En el título Cálculo de Recursos, se prevé que la Comuna recaudará un millón de pesos en concepto de Recupero Banco Municipal en liquidación (EL). En 2018, el proyecto de Presupuesto contempló ingresos por ese concepto de $1.5 millones y en las previsiones para 2017, una recaudación de $250.000.
Otro vestigio que perdura es una oficina que funciona en el último rincón del gran edificio que perteneció al Banco Municipal, de calle Monte Caseros 163. Casi 50 escalones separan ese espacio dedicado a atender cuestiones del ex banco del ingreso al edificio adonde hay distintas áreas de la Comuna. Para llegar, se debe cruzar entre escritorios con empleados y desandar diferentes tramos de escaleras: de madera, de cemento, anchos y después angostos y hasta por un puerta que lleva a una terraza y otra a un baño. En el final del recorrido está la oficina de la ex entidad crediticia, que cuenta con un lugar reducido y con una grilla escueta de personal: un empleado y el liquidador desde 2004, el abogado José Gaut.
Ahí, siguen todavía cobrando cuotas de préstamos refinanciados a pilas de años y en cómodas cuotas.
El final definitivo del Banco Municipal siempre ha parecido estar cerca. En ese sentido fueron los anuncios de las distintas gestiones de gobierno: ya han pasado seis. Y el último gobierno municipal, el que presidió Sergio Varisco, también hizo su anuncio. El exedil oficialista Carlos González dijo en mayo de 2017 que se esperaba para esos días poder cerrar definitivamente el proceso del Banco Municipal.
Cuotas bajas y en pesos
A pesar de haber transcurrido 24 años del cierre, continúan en pie convenios de pago de créditos tomados por particulares y entidades de la ciudad. Hay titulares que abonan cuotas fijas mensuales que han quedado desfasadas en el tiempo, desvalorizadas por los sucesivos ciclos inflacionarias. A modo de ejemplo, una fuente consultada mencionó casos de personas que tomaron un crédito en dólares, cuando el banco estaba en pie, y después, en el camino, pasaron a abonar en pesos una cuota que se fue convirtiendo en irrisoria si se compara el monto con el valor de la moneda estadounidense pactada. Actualmente, hay cuotas de 200 pesos, que en su origen fueron 200 dólares, unos 12 mil pesos actuales. Sucede que en 2004, la gestión municipal, encabezada por el intendente Julio Solanas (2003-2007, segunda administración), resolvió pesificar uno a uno la deuda a cobrar. La información periodística de entonces daba cuenta que la entidad tenía aún por cobrar una deuda a valores históricos de 22,5 millones y se estimaba que el 50% de la cartera estaba valuada en moneda norteamericana.
Pero las condiciones establecidas en 2004 fijaron la paridad (1 peso, 1 dólar) a valores históricos sin ajustes ni intereses. Es decir que quien tomó un préstamo de 1.000 dólares en 1993 iba poder devolver 1.000 pesos. La decisión fue plasmada en una resolución de la Comisión Especial del Concejo Deliberante, a cargo del proceso de liquidación del banco residual de entonces, que dispuso fuera “sin ninguna cláusula de ajuste a los capitales pesificados“, como una manera de facilitar las condiciones para que los deudores se pusieran al día.
Esas medidas fueran emitidas por la Comisión Especial y contaron con el aval de dos de sus tres miembros: los concejales oficialistas Humberto Gracia y Juan Carlos Albornoz. En tanto, el representante de la oposición, Mauro Almada, se abstuvo de firmar el documento.
Reseña de lo pasado
Si bien las puertas se cerraron el último día de noviembre de 1995, desde abril de ese año la entidad ya no daba para más, no había dinero. La mayor parte de 1995 fue pura convulsión: la entidad caía en picada y el oficialismo municipal, encabezado por el intendente Julio Solanas (1991-1995), apuntaba al efecto Tequila y al tembladeral financiero a nivel nacional, publicó este sitio en 2015.
En octubre de 1995, el gobierno municipal contrajo deudas de urgencia para atender las obligaciones de la entidad: calmar la desesperación de los ahorristas y las indemnizaciones del personal. Pidió, entonces, un empréstito de 20 millones de dólares al Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial.
Para contraer semejante deuda, el Concejo Deliberante sancionó la ordenanza N° 7.716, que autorizó al Ejecutivo a firmar el convenio del empréstito y establecía aspectos de la liquidación, como plazos y la creación de una Comisión Especial, integrada por ediles, para conducir el proceso. A esa deuda se sumó un crédito del Banco de Entre Ríos, que el gobierno municipal tomó en 1999 para atender también el derrumbe, por un monto de unos $9 millones.
Así las cosas, la ordenanza 7.716 obligaba al Banco Municipal, a través de su liquidación, a destinar los fondos provenientes de “la realización de sus activos remanentes” a la cancelación de la asistencia recibida de la Municipalidad. Sin embargo, en el 2007 la deuda que mantenía el residual con el Estado Municipal era de $44 millones, mientras que le quedaban en activos sólo unos $9 millones.
El proceso de liquidación dio mucho qué hablar y el endeudamiento significó, durante años, una pesada carga en las cuentas municipales: en 2003 representaba más del 50% del monto total (unos $71 millones) del pasivo municipal.
La liquidación tuvo denuncias cruzadas, de todo tipo: por ejemplo, el cobro de deudas en especies y servicios, la falta de soporte documental por un monto de $5 millones y procesos judiciales que involucraron a un ex liquidador y a Solanas. Y también tuvo un sinnúmero de fechas de cierre: cada gestión municipal anunciaba el fin en el corto plazo de la historia del Banco Municipal y lo hacía de forma terminante. Sin embargo, la entidad en su etapa de liquidación cumplirá, sin estridencias en estos últimos períodos, un cuarto de siglo.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.