Por Vicente Suárez Wollert (*)

El suicidio del cura Eduardo Lorenzo, confesor de Julio Grassi, condenado por abuso de menores, y él también con cinco denuncias presentadas en la Justicia por corrupción de menores, mereció un escandaloso comunicado del obispado de La Plata que generó duros cuestionamientos de parte de las víctimas y sus familias. Vicente Suárez Wollert, denunciante del cura José Miguel Padilla, de la Fraternidad de Belén, acudió al arzobispado de La Plata antes de ir a la Justicia de La Pampa. Acá, su relato:

La verdad que la noticia me dejó en shock. No me esperaba una actitud tan cobarde y a la vez tan contundente. Creo que deja en claro que el problema no lo tenían los denunciantes, las víctimas, sino él. Lo demostraron las pericias, los informes, el encubrimiento -tan esperado de la Iglesia- y finalmente, la realidad misma.

El arzobispo de La Plata, Víctor Fernández, me parece despreciable en el sentido más amplio del término. No sé si leyeron el comunicado oficial del 16/12, «editado» el 17/12, añadiendo a las «personas afectadas». ¡Como les cuesta decir la palabra «abuso», «abusado/a»! Da la impresión de que no se encuentra dentro del léxico de esta gente.

Cómo les cuesta ponerse del lado de los más vulnerables. Según entiendo, es ésa la misión de todo cristiano: hacer lo que haría Jesús, no lo que haría Herodes (lavarse las manos).

Efectivamente, yo acudí a monseñor Héctor Aguer en 2015. Tomó mis datos, me preguntó cosas, se interesó por los hechos que le relaté, aunque en honor a la verdad debo reconocer que no hablé específicamente del abuso sexual, pero sí del abuso de autoridad y el maltrato. Se mostró apenado pero nada sorprendido.

En aquel entonces, estaba molesto por otro fraile que hacía poco también se había retirado de la comunidad. Los calificó de engendros, pero no tengo conocimiento de que haya realizado ninguna amonestación a la comunidad, ni que haya preguntado por mí. También le relaté mi preocupación por el avance de las comunidades ultraconservadoras, más específicamente de sus prácticas internas y el gran afluente de jóvenes que entran en muchos de estos esquemas

A onseñor «Tucho» Fernández lo sigo en Twitter. Allí es una suerte de influencer eclesial, pero se ve que la Iglesia ante estos hechos no responde por ninguna vía (tampoco las del continente digital).

Y se pone a la defensiva de temas como el aborto y el feminismo, pero no es capaz de responderme cuando mencioné el caso de la Tesis Doctoral de la religiosa Makamtine Lembo, la cual investigó violaciones y abortos forzados de parte de sacerdotes a religiosas en su continente.

Como digo siempre, condenan en público lo que practican en privado. Eligen con quién y de qué hablar.

Pero en el caso de Eduardo Lorenzo, una vez más, demuestran la cobardía, la hipocresía y la falta de voluntad para acompañar a las víctimas. Sólo quieren salvarse ellos, porque si cae uno -puedo apostar lo que quieran – cae un ejército de abusadores y degenerados

(*) Vicente Suárez Wollert. Fue aspirante a monje en la comunidad Fraternidad de Belén, de Intendente Alvear, La Pampa. Se fue al año, luego de haber sido abusado por el superior, José Miguel Padilla, al que denunció en la Justicia.