El sacerdote Mauricio Landra, uno de los canonistas más respetados en la provincia, fue nombrado por el obispo de Gualeguaychú, Héctor Luis Zodán, como nuevo rector del Seminario María Madre de la Iglesia, cargo que asumirá el próximo lunes 2 de marzo.

Landra, con un Doctorado en Derecho Canónico, fue, hasta su nueva designación, decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Católica Argentina (UCA), en Buenos Aires -cargo que ejerció desde 2013-, y antes había sido párroco en Ceibas.

En 2016, la Iglesia creó un nuevo tribunal eclesiástico, el sexto, con jurisdicción sobre media provincia de Entre Ríos, para las diócesis de Concordia y de Gualeguaychú. Es un tribunal que atiende primordialmente asuntos matrimoniales. Al frente de ese tribunal, se ubicó a Londra, un religioso nacido en la localidad de Larroque.

El nombre de Landra adquirió repercusión en 2019 cuando se sustanció en Gualeguay el juicio oral a la monja Luisa Toledo, expriora del convento carmelita de Nogoyá, finalmente condenada por el delito de privación ilegítima de la libertad. La religiosa fue condenada el 5 de julio de 2019 a la pena de 3 años de prisión de cumplimiento efectivo en la Unidad Penal N° 6 de Paraná.

Uno de los testigos que testimonio en el juicio fue el cura Landra, quien se ocupó de derrumbar la tesis que había sostenido la defensa de la monja Toledo respecto a que lo tormentos que aplicaba a las religiosas en el convento de Nogoyá estaba amparado por la legislación interna de la Iglesia.

Dijo Landra, según se lee en la sentencia que dictó el Tribunal de Juicio y Apelaciones de Gualeguay que la obediencia, «que no es una obediencia inmutable de parte del que obedece ni es una obediencia caprichosa a lo que pueda decidir la persona de la autoridad, es parte de un acto de fe», y agregó: «Concretamente, es una respuesta espiritual esa obediencia, de tipo marcial o de tipo de otros órdenes». Y aclaró que es obediencia al cargo y no a la persona.

En otra parte de su declaración, dijo conocer el uso del cilicio dentro de la iglesia católica bajo la denominación penitencia, que la realiza la persona en uso personal acompañado por un director espiritual, que no es exclusivo de la vida consagrada aunque tenga su origen en la vida consagrada de clausura femenina. En su testimonio, Landra sostuvo que para la vida civil, la denominación penitencia tiene una connotación de castigo, pero no es el mismo significado que se le da en la terminología de la iglesia ya que hace referencia a actos voluntarios en orden a un fin espiritual, no físico y no tiene el mismo fin que puede tener en el ámbito secular.

Luisa Toledo, junto a su defensor, Miguel Cullen.

Más adelante, aseguró que en la iglesia no se permiten ni se aceptan los castigos corporales, aunque en ejercicio de la libertad, cada católico es libre y al realizar prácticas autolesivas lo hace voluntariamente. «El señor Landra dice que no es correcto decir desde un punto de vista normativo religioso que la persona que esté a cargo de un monasterio pueda intentar sobrepasar la legislación vigente y retornar por sí misma a una legislación que ya ha sido derogada», plantea la sentencia condenatoria de la monja Toledo.

Otro que complicó a Toledo fue el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, que declaró por escrito en el juicio.

El obispo dijo que en la última elección de la priora -un trámite que realiza el capítulo, esto es el conjunto de religiosas con votos solemnes-, el 7 de diciembre de 2015, y al parecer enterado de la mala convivencia dentro del Carmelo, “hice un llamado serio a elegir con responsabilidad a quien cada una creía que era la más apta”. No hubo sorpresas: la votación recayó en Toledo, que había asumido en 2008 como priora.

De ese modo, reveló que estaba al corriente de lo que ocurría un año antes de que la Justicia interviniera.

En el cuestionario por escrito que respondió como parte de las testimoniales en el juicio oral a la monja Toledo, Puiggari dijo que tuvo una “relación normal” con la religiosa, pero con “algunas diferencias de criterios”.

En su declaración, choca con las afirmaciones hechas por familiares de carmelitas que habían tenido una relación tirante con Toledo.

Extrañamente dijo no conocer los detalles de una reunión que mantuvo María Elena Villalba de Miño, madre de la actual priora del convento carmelita de Nogoyá, Itatí Miño, en la que la mujer lo puso al corriente de los graves hechos que ocurrían en la casa religiosa.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.