El sacerdote Ariel «Coco» Gaitán dejó su destino de párroco en Nuestra Señora de la Merced, de Seguí, y asumirá el próximo 1° de marzo al frente de la parroquia San Ramón Nonato, de Nogoyá. En Seguí será reemplazado por Gerónimo Zaragoza, que asume el 29 de febrero.

Ariel Gaitán.

Seguí, además, fue el último destino del cura Marcelino Ricardo Moya, condenado en abril de 2019 a 17 años de cárcel por abuso y corrupción de menores. Había sido apartado de su función pastoral en esa ciudad a finales de junio de 2015, cuando la Iglesia supo de las denuncias en su contra. Hasta entonces, estaba a cargo de la parroquia Nuestra Señora de la Merced y era responsable del Instituto Padre Enrique Laumann y de la Escuela Primaria Santa Teresita.

Gaitán llega a Nogoyá para reemplazar al cura Carlos Benavídez, que fue apartado de su función y retirado de la ciudad por orden del arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, el 10 de junio de 2019. Benavidez abandonó la ciudad entre gallos y medianoche y tras ventilarse un escándalo de alcoba que lo tuvo como protagonista.

Benavidez, ahora retirado a cuarteles de invierno por orden de Puiggari, quedó envuelto en medio de un escándalo. Puiggari tomó la decisión de correrlo de su función de párroco en San Ramón Nonato, de Nogoyá, y enviarlo a que solucione asuntos personales vinculados a “conductas inapropiadas” tras la viralización de chats íntimos del cura.

Benavidez apareció en varios chats que se hicieron públicos y en los que ofrecía dinero o ayuda a hombres con problemas de empleo. Lo hacía a cambio de relaciones sexuales. Así lo expresó José Sánchez, el changarín de Nogoyá que se hizo famoso con la fábula del hallazgo de un bolso con 500 mil dólares y que le prodigó varios minutos en el prime time de la televisión nacional. El changarín hizo una insólita denuncia judicial: dijo haber cobrado $1.000 por sexo, dinero que el cura le entregó en la casa parroquial de San Ramón Nonato.

La parroquia San Ramón Nonato, donde Benavidez protagonizó los escándalos.

Cuando Puiggari lo sacó de Nogoyá, la parroquia no quedó acéfala por mucho tiempo.

A Benavidez lo suplió como administrador parroquial el cura Jorge Bonin, párroco en la Basílica Nuestra Señora del Carmen, de Nogoyá. Puiggari dispuso conceder al cura Bonin «todas las facultades y obligaciones inherentes al cargo, conforme a lo establecido en el Derecho Canónico». Del mismo modo, se encomendó al cura Javier Balcar, quien ejerce como administrador parroquial de San Lucas Evangelista, de Lucas González, a «prestar su colaboración» en Nogoyá. Balcar ocupó ese lugar luego del retiro, en 2016, del sacerdote Juan Diego Escobar Gaviria, condenado en 2017 a la pena de 25 años acusado de los delitos de abuso y corrupción de menores.

Los rumores y la salida

La Iglesia apartó al cura Benavidez de su función después de recibir la comunicación del papá de una nena que asiste a la escuela parroquial San Francisco, que contó de una situación de acoso de parte del sacerdote. La medida, dispuesta por el arzobispo Juan Alberto Puiggari, se concretó el lunes 10 de junio. Desde ese día, Benavidez fue enviado a su casa, sin función pastoral. Todavía sigue en esa situación.

Mientras, la curia abrió una investigación canónica sobre conductas que van “en contra de la moral”, según definió Ignacio Patat, vocero del Arzobispado de Paraná.

D.M. contó que el episodio tuvo un comienzo en abril de 2019. Hombre separado y con una hija en la escuela parroquial San Francisco, empezó a asistir a misa los domingos a San Ramón Nonato como parte de la preparación de la niña para recibir su Confirmación. “Yo empecé a ir a misa con mi hija. No lo conocía al párroco de la iglesia”, contó.

En esas mismas de domingo, Benavidez invitaba a todos a acercarse a la casa parroquial por las tardes “para confesarse o para charlar sobre cualquier tema o problema que puedan tener, y así brindarle una contención espiritual”. D.M. siguió la recomendación del cura: fue a charlar con él a la casa parroquial. El encuentro fue un día de semana, a la mañana. Pero no siguieron, aunque el papá continuó asistiendo a misa de domingo con su hija.

El 28 de mayo del año último fue un día clave. D.M. se lo encuentra al cura a la salida de una panadería, y en ese momento Benavidez “me pregunta por qué no fui más a visitarlo” para pedirle “un consejo espiritual”. Intentó zafar diciéndole que en cualquier momento iría, aunque el sacerdote lo urgió: que fuera ese mismo día, y así hizo D.M. El compromiso del cura fue hacerle un “test psicológico”. Fue a la casa parroquial. cerca de las 20. “Me hace ingresar por la puerta principal que desemboca a un tipo salón, luego me hizo pasar para el fondo de la casa, que es un lugar donde hay una mesa y tiene su televisor”, describió en su exposición en los Tribunales de Nogoyá. La primera parte del “test” fue una indagación sobre la vida familiar, el divorcio, la relación con sus padres. Después de 50 minutos, D.M. pensó que la charla, y el “test”, habían llegado a su fin y decide levantarse y empezar a salir.

“En ese momento, Benavidez me dice: ´Pará, no te vayas. Si querés, hacemos el test psicológico´. Acto seguido, el cura se levanta y se dirige a su habitación, y le pide a D. M. que lo acompañe. Lo acompaña. El sacerdote le señala la cama y le recomienda:  ´Acostate, ponete cómodo´. El sacerdote se sienta junto a la cama e intenta calmarlo. “Me dice que me relajara. En ese momento yo estaba acostado. Me dice que pusiera mis brazos al costado de mi cuerpo. Me pide que cierre los ojos. Yo me ponía más nervioso. Me dice, textualmente: ´Comenzá a tocarte con tus manos todo tu cuerpo, y que las manos vayan donde quieran llegar´”, la frase del cura fue la última. D. M. montó en cólera y se retiró del lugar. Eso contó.

Después de tres días de desasosiego, D. M. empezó a averiguar por quién podría realizar un informe de lo que había vivido con el cura. Encontró a esa persona cuyo nombre decidió mantener en reserva. Fue quien le redactó el informe del incidente con el cura Benavidez que, después, fue enviado al Arzobispado de Paraná. Dos días después de haber enviado ese informe, el 8 de junio lo llama un tal “padre Mario” –¿Mario Gervasoni, secretario privado de Puiggari?-. El tal padre Mario lo tranquiliza y le promete que Benavidez sería “sacado” de Nogoyá en breve. Dos días después, el 10 de junio, Puiggari lo llama a D.M. y le cuenta que está “muy apenado”, que ya habían “tomado una decisión con Benavidez, que me quedara tranquilo”. Efectivamente, el lunes 10 de junio la curia retiró de Nogoyá al cura de los escándalos y lo mandó a cuarteles de invierno.

Pero la Justicia nunca avanzó con ninguna de las dos denuncias contra el cura -de D.M. y del changarín- y resolvió archivar las actuaciones.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.