Se llama Sergio Bergallo y es el protagonista, por estas horas, de una historia preocuante.
Dice que está a punto de perder su cargo en la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader) a partir de un juicio académico que se le inicio, y que dice que es producto de su militancia crítica hacia las autoridades de esa casa de estudios, y particularmente dirigidas hacia el decanato de la Facultad de Humanidades.
A Bergallo la Uader está a punto de iniciarle ese juicio académico por pedido de dos colegas suyos, a su vez pareja: Roberto Cabrera Morales y Georgina Bauer, docentes de la carrera de Psicología.
Todo, cuenta, empezó a mitad de 2015, se originó en lo que Bergallo llama una «broma» hacia sus colegas que entiende él, no se captó del modo humorístico.
En una carta pública, el docente explica que «el miércoles 22 de julio les escribí un correo a los dos (Cabrera Morales y Bauer) diciéndoles que contaba con información comprometedora de uno de ellos, que databa del año 1996, y que si en la elección de ese año votaban al candidato de la profesora Beade (en ese entonces responsable de carrera) yo haría pública esa información y no tenía dudas de que serían escrachados. Les dije que por favor no cunda el pánico, y que el lunes siguiente (ellos dan clases los lunes) podíamos encontrarnos para yo pasarles la documentación del hecho, que siempre llevaba conmigo en mi portafolio, y que iríamos a un aula donde nadie nos viera».
Bergallo lo entendió como una broma; los destinatarios de ese correo, como una extorsión.
La «prueba» que pensaba mostrarles a sus colegas era un corte del semanario La Zona, del interior de Santa Fe, de febrero de 1995, en la que se mencionaba a la hora profesora Bauer que entonces había sido elegida reina de belleza.
«Hasta el mes de mayo de este año no tuve más noticias de ellos. A principios de ese mes el profesor Cabrera Morales les dijo a unos estudiantes de la carrera de Psicología (estaban recolectando firmas para una nota sobre un hecho al que luego haré referencia) que yo los utilizaba, que era un demagogo y que pretendía incendiar la universidad. Desconozco las razones de este cambio de actitud del profesor para conmigo. Lo cierto es que el 6 de mayo le envié un correo comentando el hecho y transcribiendo sus dichos, añadiendo que me parecía espantoso por donde se lo mire, que desconocía cuáles eran sus fuentes y que debería haberse informado mejor acerca de mi accionar», relató el docente.
De Bauer no tuvo más noticias «hasta el día que me enteré de su pedido de juicio académico, un año después de lo sucedido. ¿Por qué no se comunicaron conmigo? ¿Y por qué el Consejo Directivo (de la Facultad de Humanidades) no me convocó para escuchar mi voz antes de tomar semejante iniciativa? Aunque no esté escrito en ningún lado que así debería ser, es lo mínimo que dictaría el sentido común y el respeto de los derechos más elementales de las personas», son las preguntas que ahora se formula.
El juicio académico está en marcha, y según Bergallo, por algo que pudo haberse zanjado «con un simple pedido de aclaración (y de hecho se zanjó con aquel encuentro). Hasta donde yo sé sería por intimidación, o algo parecido (todavía no tuve acceso al expediente, sé que el abogado de la Facultad dio lectura a mi correo y después citó una serie de artículos). Para quienes no saben muy bien lo que implica, es lo peor que le puede pasar a un docente o a un estudiante como tales. En el caso de un docente, una vez iniciado el juicio el Consejo Directivo puede suspenderlo de todos sus cargos».
Sobre la situación planteada, se expidió un grupo de estudiantes de Filosofía, que «repudió» el juicio académico puesto en marcha en Humanidades, que se inició el 24 de agosto, y lo repudió por «considerarlo desmedido, extemporáneo y claramente persecutorio».
«El mismo tiene por fundamento una conversación iniciada por correos electrónicos que fueron malinterpretados y manipulados en su intención de broma. Dicha conversación data del año 2015 y, según los dichos del profesor Bergallo, la situación entre los partícipes de la misma fue oportunamente aclarada solo días después de haberse enviado el mensaje», señalaron los estudiantes.
«Llamativamente, este hecho reaparece en instancias del Consejo Directivo, transformada en un acto de extorsión por parte del docente, en un pedido de juicio académico, que implicaría la suspensión del profesor, y la consecuente pérdida de su único de ingreso. Suspensión que se extendería hasta que se sustancie debidamente el juicio, lo cual no es promesa de que se realice a corto plazo. Pero aún más, si se consagrara la farsa conllevaría no solo a la inhabilitación para el desempeño como docente en cualquier otra institución educativa, sino también a la lesión a su honor profesional y personal», destacaron.
Y recordaron que Bergallo «ha denunciado en reiteradas oportunidades diversas irregularidades en la vida política y académica de la Universidad; como el caso polémico del llamado a concursos de cátedras, donde existe una incompatibilidad en la defensa de cátedras a cargo, mientras se ejercen funciones institucionales (prohibidas expresamente por el Estatuto de Uader), como así también fueron denunciadas las posteriores irregularidades que estas conllevaron. Todas estas denuncias fueron presentadas por el profesor desde el año 2013 ante los consejos directivo y superior».
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.