Por Laura Naput (*)

A mis compañerxs docentes

Estimadxs, esta carta está dirigida a todxs los que por estos días hemos pasado momentos de angustia, impotencia e, incluso, desesperación, por la catarata de trabajos que tenemos entre manos. Hemos respondido a los requerimientos de las distintas gestiones, provinciales o universitarias, casi sin chistar (y eso no está bien). Al comienzo no advertimos, voluntariosos, que gran parte del esfuerzo que estamos haciendo va a terminar dañando a nuestrxs estudiantes y a nosotrxs como maestros y profesores.

No podemos, ni deberíamos pretender emular las clases presenciales por varias razones que nos involucran a nosotrxs y a lxs estudiantes. (El orden es indistinto, las nombro como van apareciendo en mi cabeza).

En primer lugar, porque es probable que muchxs de nosotros no sepamos cómo hacer, es decir, es posible que no tengamos los saberes necesarios para producir materiales realmente accesibles y pedagógicamente potentes que ayuden a nuestros estudiantes a recorrer los contenidos en la soledad de su cuarentena. En segundo lugar, porque también es posible que no tengamos los recursos materiales necesarios (pc con micrófonos, buena conectividad, programas, etc.), ni el dinero suficiente para resolver estas carencias ahora imprescindibles. ¿No creen ustedes que lo primero que deberían estar haciendo nuestros gobernantes o funcionarios del área de educación es garantizar que lxs maestros y profesores tengamos con qué trabajar desde nuestras casas? ¿Tenemos todxs buena conexión? ¿No debería asegurarse (con la compra de datos, por ejemplo) que todxs los docentes puedan conectarse en condiciones de equidad? En tercer lugar, ¿estamos realmente dispuestos a remplazar clases presenciales? ¿Creemos que eso es posible sin ofender nuestrx trabajo como educadores? ¿Qué sabemos de lxs estudiantes que están del otro lado de la pantalla? ¿Sabemos en qué condiciones están? ¿Si tienen buena conexión por internet o datos, si tienen un celular que funcione bien, si tienen compu, si tienen recursos que deben compartir con sus hermanxs, padres y convivientes? ¿Qué sabemos de sus penas? ¿Tienen hambre porque no están pudiendo salir a trabajar? ¿Están trabajando igual para comer? ¿Se sienten solxs y no saben como conectarse con un texto o una actividad propuesta por nosotrxs? ¿Podemos siquiera intentar un vínculo de enseñanza aprendizaje desconociendo cómo están nuestros estudiantes? ¿Qué derecho tenemos a evaluar “progresos” en estas condiciones?

Yo creo sinceramente que tenemos que pensar otra vez salidas colectivas, que así con puro voluntarismo solitario nos vamos y vamos a hacer mucho daño. Que ahora lo importante es cuidarnos, que cuidarnos es la más significativa acción política que podemos emprender. Que tenemos que hablar y acordar entre nosotrxs, reclamar por nuestrxs compañeros más desprotegidos, ayudarnos también y sobre todo, tenemos que reevaluar qué es lo mejor que podemos hacer por nuestrxs estudiantes. Creo que todos los videos, lecturas, foros y demás tienen que tener como principal propósito cuidarnos, acompañarnos… y si en el proceso algún estudiante aprende algo de los temas de nuestro espacio curricular, fantástico, pero ese no es hoy nuestro mayor problema (nuestro como estudiantes y docentes). Hoy tendríamos que estar pensando nuevas formas políticas para resistir y para eso es más importante que nos ocupemos de tratar de comprender, juntos con lxs estudiantes, qué nos está pasando. ¿Qué vamos a hacer entre todxs a mediano plazo? ¿Cómo nos vamos a organizar mientras tanto?

Disculpen la perorata, es pura catarsis, en estos días me ha consolado más un poema leído en voz alta (gracias Dani y Florencia), la charla amorosa e intensamente política con algunxs amigxs, la disposición de otros a no dejar de indignarse y organizarse, que toda esa ficción asfixiante de normalidad que nos va dejando cada vez más solxs y desprotegidos.

(*) Laura Naput es docente en la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) y en la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER)

Foto: Gentileza La Lucha en la Calle