El arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, se refirió este domingo a la peculiar Semana Santa que comienza hoy, el tiempo litúrgico más importante para los católicos, y aceptó que la situación creada por la pandemia de coronavirus “nos tiene un poco desconcertados”, y aunque dijo conocer de “la tristeza de muchos de ustedes” por no poder cumplir con los preceptos del rito, explicó: “Pensemos que no escapa nada al plan de Dios. Todo era previsto por Dios en su providencia. Y tengan la certeza de que Dios nos va a dar una gracia muy grande y muy profunda”.

En un mensaje que dirigió a los católicos, el jefe de la Iglesia de Paraná explicó de qué modo los fieles pueden conseguir el perdón de sus pecados, incluso de los “pecados mortales”, los más graves, sin asistir a las iglesias ni encontrarse con un sacerdote. “Siempre Semana Santa fue una semana muy agitada, incluso para muchos, ha sido una semana de turismo, de viajes. Esta es una oportunidad de vivir una Semana Santa mucho más recogida, en familia y seguir haciendo realidad esto maravilloso de la iglesia doméstica. Escucho a gente que dice: ´Cómo no me voy a confesar en Semana Santa´. Todos estamos acostumbrados a confesarnos. Pero ya lo ha dicho el Papa para este tiempo: basta con el arrepentimiento perpetuo. ¿Qué significa esto? Que si yo me arrepiento ante Dios, en un momento de oración, de silencio, le pido perdón de todos mis pecados, incluso de los pecados mortales, con un gran acto de amor y con un deseo firme de no volverlos a cometer, y me propongo, cuando esté la posibilidad, volver a confesarme, ya estoy en gracia, puedo vivir esta semana en gracia”.

“Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: “Es pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que, además, es cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento”, dice el Catecismo de la Iglesia Católica. La materia grave es precisada por los Diez mandamientos según la respuesta de Jesús al joven rico: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre”.

Para ese tipo de “pecados”, dijo Puiggari, es posible conseguir el perdón en diálogo directo con Dios, y después, cuando se levante el aislamiento social, preventivo y obligatorio, que rige desde el 20 de marzo por la pandemia de coronavirus, los católicos podrán ordenar sus asuntos con los confesores en las iglesias.

Si no hay confesión, tampoco hay posibilidades de comulgar para los católicos. Para ese precepto, apuntó: “Hay muchas maneras de comulgar. Ciertamente que la comunión eucarística es la más linda. Pero a lo largo de la historia, ha habido muchos momentos en que los cristianos han debido hacer el ayuno eucarístico, pero no por eso han dejado de comulgar con el Señor en la fe y en el amor. Y ese ayuno es enormemente rico. Nos hace crecer las virtudes. A veces, cuando vamos a comulgar lo hacemos como rutina. Esto va a despertar en el alma otro fervor”.

El 20 de marzo último, Puiggari emitió un decreto a través del cual ordenó la suspensión de las misas en las iglesias, que ahora se hacen sólo con la presencia del sacerdote, y en algunos casos, se transmiten por redes sociales o la televisión.

n igual sentido, el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggiari, publicó un decreto por el que resolvió suspender «desde el 20 de marzo y hasta nuevo aviso, todas las celebraciones litúrgicas con asistencia de fieles en todas las parroquias, iglesias y capillas, recordando que sigue vigente para todos los fieles la dispensa del precepto de la misa dominical».

«En la medida de lo posible y permitido, apelando a la prudencia pastoral, y teniendo en cuenta las condiciones de cada lugar, favorecer, a modo de signo, que las puertas de los templos permanezcan abiertas», dispuso Puiggari y que además «todos los sacerdotes de la Arquidiócesis se muestren disponibles para el acompañamiento espiritual de nuestros fieles y la asistencia de los más necesitados».

De la Redacción de Entre Ríos Ahora