Antes de la era digital. Antes incluso del videoclub y de las películas para ver en casa, el cine era un espacio de encuentro de los paranaenses. Y las películas se veían desde una butaca, en la oscuridad de una sala, y en cinemascope.

En Fotogramas. La historia de los cines en Paraná, Claudio Cañete redescubre a una ciudad con una tradición cinéfila centenaria. De cuando había salas donde ahora hay otra cosa, un bazar, un comedor, un banco, un templo: nada parecido a ese mundo proyectado en pantalla grande.

Que en la actual sede central del Banco de Entre Ríos, en 25 de Mayo y Monte Caseros, funcionó uno de los primeros cines, el Cine Rodrigo. A mitad de cuadra, rumbo a la Peatonal, donde ahora hay un patio de comidas, estuvo la Sala Mayo; y donde funciona la Iglesia Universal, el Cine Atlas; y donde ahora hay casas de electrodomésticos, en calle Pellegrini, el cine Ópera. Y así.

Y también hubo un autocine: una gran pantalla al aire libre. Estuvo en el predio donde está el comedor El Costerito, en Newbery y Ruta 12, en el acceso a San Benito. Tuvo dos épocas: operó en la década del 60, y, después, en la década del 80.

Según una crónica que publicó El Diario, el autocine funcionó por lo menos en esas dos etapas, la primera a fines de los 60 y la segunda entre el 86 y el 87, siempre en el predio propiedad de la familia Borghese –dueños del Costerito- ubicado junto al famoso restaurante, a la salida del Parque Industrial, a mano derecha.

Un grupo de militares vinculados a la Base Aérea fueron los primeros en instalar el novedoso complejo, que fundamentalmente se dedicaba a proyectar filmes para adultos, lo que no quería decir condicionadas, sino sencillamente cine para mayores. Luego de esa primera experiencia, ya en 1986 Pascual Fontana resolvió retomar el emprendimiento, adquirió un proyector y una pantalla de 12 por siete metros.

“Hace 30 años atrás no había tanto movimiento, tanta gente que salía, ahora tal vez sería más factible algo así”, comentó Fontana que todavía guarda la máquina que le costó –exactamente- 30.000 australes.

“La entrada, me acuerdo, la cobrábamos 2,50 australes, abríamos los fines de semana y habitualmente había 250 personas, por ahí 300, otras veces menos”, narró.

Además de la correspondiente pantalla, la última versión del autocine tenía una cantina que expendía bebidas y choripanes, un encargado de ubicar los coches y un sistema de sonido que permitía a los concurrentes sintonizar el audio de la película desde la radio del auto».

Ahora, 2020, la pandemia de coronavirus trastocó la vida social y la actividad cultural. Y el cine siente el efecto del vacío: no hay funciones, no hay público y no se sabe a ciencia cierta cuándo la cuarentena se abrirá de modo tal que la gente regrese a las salas.

En el ínterin, un concejal de la ciudad, Maximiliano Rodriguez Paulin, jefe del bloque PRO, imagina un escenario distinto, una ciudad que necesita recomponerse, y en ese mundo próximo, se pregunta si no habrá que rescatar del arcón de las cosas olvidadas al autocine.

«¿Somos conscientes, vecinos y autoridades gubernamentales, que deberemos respetar los hábitos de higiene, distanciamiento y cuidado sostenido hasta tanto encontremos una vacuna para el covid-19? ¿Somos conscientes que esta pandemia aceleró los tiempos y precipitó que en 5 meses se dieran cambios que iban a darse en una década? ¿Una pareja que quiera disfrutar de una película en el cine, ¿lo hará en una sala con un tercio de las butacas, con un metro y medio una de otra, o volverá a ser una moda el autocine?», plantea, a modo de interrogantes, Rodriguez Paulin.

Entre las preguntas que plantea está qué ocurrirá en la provincia, en Paraná con la Fase 5 de la cuarentena, la que seguirá a la actual. Y otra vez interroga: «¿Qué tan lejos estamos de la ansiada Fase 5? ¿Están el Gobierno provincial y las autoridades municipales trabajando con  cada uno de los sectores para diagramar en conjunto el futuro nuevo esquema de funcionamiento?»

Rodriguez Paulin plantea que «los bares, cafés y comedores no funcionarán siempre como delivery». Y más: «Los casamientos y eventos sociales no estarán siempre prohibidos, ni los cines y gimnasios cerrarán y las personas harán por siempre actividad recreativa y física encerradas en sus hogares mirando un canal de Youtube, compartiendo clases por Zoom o mirando películas por Netflix».

Y en la «nueva normalidad» que dejará la pandemia, echa un vistazo al nuevo escenario social y cultural: «Si debemos respetar el distanciamiento social, con la mitad de las mesas en bares y comedores, ¿qué pasará con los mozos restantes? ¿Se transformarán en empleados del sector de limpieza y seguridad para cumplimentar las medidas sanitarias pertinentes?  ¿O le permitiremos al sector gastronómico utilizar diariamente plazas y calles para brindar sus servicios y mantengan a todos sus empleados?».

Se pregunta el concejal: ¿qué pasará con los gimnasios que ya no puedan funcionar en espacios cubiertos? ¿Les permitiremos usar espacios verdes como el Parque Urquiza y el Nuevo Parque Humberto Varisco para que los profes puedan dar clases?

«Una pareja que quiera disfrutar de una película en el cine, ¿lo hará en una sala con un tercio de las butacas, con un metro y medio una de otra, o volverá a ser una moda el autocine? ¿Salir a tomar algo con tu pareja o amigos será un gusto que pocos podrán darse o daremos exenciones tributarias que absorban estos potenciales mayores precios? ¿Les otorgaremos créditos blandos para que puedan adaptar sus negocios?», interroga.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora