El público que asistió al Festival Internacional de Cine de Entre Ríos 2018 lo eligió como el mejor film. El recorrido de un guion con 30 años de historia. La ilusión, desde algún paraje rural, de jugar al fútbol con los mejores. Guillermo Barbarov y Noches de fútbol.

Junio 2010. Argentina está paralizada: juega la Selección. En el mismo momento, en España, un argentino sirve dos bochas heladas mientras escucha música. Algunas horas después, mientras acá se festejaba un triunfo del equipo de Maradona en Sudáfrica, ese mismo argentino sale de trabajar, llega a su casa, prende el televisor y le da play al partido que había grabado y del que se había encargado de no tener noticias. Algunas horas más tardes, se escucharon gritos de festejos en Europa.

Verano de la década del ’80. En el centro de la provincia de Entre Ríos, Rosario del Tala, dos hermanos adolescentes montan sus caballos y se van hasta la localidad rural de Gobernador Echagüe. Llegan al boliche de Don Doto y permanecen durante horas observando cómo los lugareños compartían un vino y se desafiaban en torneos de truco interminables.

Esas dos escenas separadas por treinta años y que el entrerriano Guillermo Barbarov experimentó en carne propia —la primera por tratarse de un amigo que estaba con él en España y la segunda por compartirla con su hermano Daniel—, lo inspiraron a escribir el guión del cortometraje que luego dirigió: Noches de fútbol.

“A mí el fútbol no me gusta”, aclara Barbarov. “El tema de las pasiones cada uno las lleva como puede, no hay racionalidad posible y eso es lo lindo que tiene. Por eso me parece que el fútbol es un terreno muy rico donde las situaciones humanas se hacen visibles. En el planteo del corto hay muchas cuestiones humanas y conviven la pasión y la razón”, asegura.

Autor de cuatro cortos, todos en tono de comedia,  Barbarov no estudió cine. En España, país donde vivió durante ocho años, hizo sus primeras experiencias, se formó como realizador audiovisual y supo, principalmente, que la pantalla grande era su pasión. “No sé si soy director. Estudié Comunicación, lo mío es una constante búsqueda”, agrega.

-¿Para aquellas personas que no la vieron, cómo las invitarías a ver Noches de fútbol?

-La sinopsis dice una noche cualquiera, cualquier cosa puede pasar donde el fútbol es la vida misma. Es una reflexión desde la antropología que permite ver cómo construimos ideales. Somos un país periférico y funcionamos desde la periferia y algunas zonas rurales son la periferia de esa periferia. A veces pensamos que el mundo está lejos, en Europa y uno a través de este realismo mágico piensa ¿por qué no puedo jugar yo contra Messi? Si lo que importa es sentir esto.

«El tema de las pasiones cada uno las lleva como puede, no hay racionalidad posible y eso es lo lindo que tiene».

-¿Dónde se filmó?

-Se grabó en el Bar la Estrella, ubicado en Colonia Nueva, muy próximo a la localidad de Villa Urquiza. Ese bar funcionó durante 100 años y detrás del bar había una cancha de fútbol donde se jugaban torneos zonales. Y los parroquianos que están en el corto eran ex jugadores de aquellos torneos rurales.

Bar La Estrella, ubicado en Colonia Nueva

-¿Y cómo vivieron ellos esa experiencia ellos?

-Desde el día que se estrenó el corto,  cuando uno de esos personajes iba a la localidad de Cerrito en el bar lo aplaudían como el gran actor. Más allá de la historia que contamos, fue la primera vez que mucha gente se pudo ver en una pantalla y en un festival.

El elenco completo de ‘Noches de fútbol’

-¿Qué es el fútbol para vos?

-Somos consumidores de algo que no tiene lógica, pero es humano. Y vivimos con eso, vivimos así. En Rosario siguen haciendo la celebración de la palomita de Poy, es increíble eso. En los años que viví en España sentí que lo viven de otra manera, lo entienden como un gran show. Me gusta ver al fútbol como disparador donde aflora la condición humana.

Mirá el corto

Fuente: Centrofobal

Autor: Francisco Clavenzani