
- Por Christian Leissa (*)
En estos tiempos de pandemia, mucho se habla del regreso a la “normalidad”. Es más, me atrevo a decir que es el máximo anhelo de la gran mayoría. Ahora bien, ¿de qué normalidad estamos hablando? ¿Qué es acaso lo normal? ¿Normalidad como hegemonía?
Si la normalidad implica volver a reproducir un sistema capitalista de consumo, donde las personas valen únicamente por los bienes materiales que tienen y no por lo que son como seres humanos, conmigo no cuenten.
Si la normalidad es volver a naturalizar un mundo donde hay gente que no tiene para comer y se muere de hambre, mientras otros tiran la comida, conmigo no cuenten.
Acaso esa normalidad es seguir pagando dinero por mascotas, mientras otros las abandonan y hay miles en adopción y donde matar animales por puro placer le dicen “deporte” como la cacería o la corrida de toros, si la respuesta es sí, conmigo no cuenten.
Si lo normal es que el 1% de los ricos de la población mundial tengan el mismo patrimonio que el 99% restante de la población mundial, conmigo no cuenten.
Si la normalidad de este mundo es que se siga matando gente por su color de piel, género, orientación sexual, ideológica o religiosa, conmigo no cuenten.
Si lo normal es que el sistema educativo siga enseñando más a obedecer que a pensar, que siga enseñando contenidos más orientados al mercado que al beneficio de la humanidad, donde lo nuevo siempre es lo mejor y lo viejo se descarta (como se hace con las personas), donde se siga notando la diferencia entre escuelas para ricos y escuelas para pobres, donde las injusticias sociales no sean abordadas como contenidos escolares a enseñar, discutir y repensar estrategias para un mundo mejor, conmigo no cuenten.
Si la normalidad es volver a un sistema basado en el individualismo, la acumulación y especulación financiera, la competencia feroz, la meritocracia, la explotación desmedida de los recursos naturales, donde las empresas transnacionales tienen “licencia” para explotar trabajadores, contaminar y matar, donde la biopolítica es una quimera y donde el dinero vale más que la salud y la vida, conmigo no cuenten.
Si lo normal es un mundo donde la tierra y el dinero se concentran en pocas manos, donde las máquinas reemplazan a los hombres, una aplicación a un docente, un emoticón a un abrazo y un grupo de whatsapp a amigos o familiares de carne y hueso, conmigo no cuenten.
Si la normalidad es que las clases medias y los pobres paguen más impuestos que los ricos. Que tener trabajo, educación, salud y poder comer sea un “privilegio” y no un “derecho humano”, conmigo no cuenten.
Por todo lo dicho y mucho más: yo no quiero volver a la “normalidad”. ¿Y usted?
(*) Christian Leissa es docente. “Este texto fue escrito en Gualeguaychú, el 29 de mayo de 2020, luego de 71 días de aislamiento por la pandemia de coronavirus”.