«Mi nombre es Marcelo Javier Palermo tengo 53 años, y hoy tomé la decisión de contar mi historia».
La historia de Marcelo Javier Palermo es la historia de un chico hijo de un papá ausente que tardó media vida en reconstruir sus lazos, develar su identidad, y que hoy, pasados los 50, supo quién fue su padre. Lo supo sólo después de obligarlo a realizarse un estudio de ADN, con la intervención de abogados.
Primero soportó el ninguneo.
Su padre es el médico y actual senador provincial por Gualeguaychú Jorge Francisco Maradey (PJ).
Llegar a ese dato, quién era en realidad su padre biológico, le llevó tiempo, y lo contó en un posteo de Facebook. El caso lo reconstruyó el diario El Día de Gualeguaychú.
«Nací el 23 de Agosto, de 1967, en Gualeguaychú, Entre Ríos; éramos solo mi madre Amalia Graciela Gómez y yo. Hijo único hasta el momento.
«Cuando tenía aproximadamente 5 años, nos mudamos al Gran Buenos Aires para empezar una nueva vida, aunque nunca dejamos de volver a Gualeguaychú, nuestra familia vivía ahí y usábamos las vacaciones como excusa para volver.
«Hasta mis 6 años no tuve una figura paterna presente, pues mi padre biológico jamás se había hecho cargo ni física ni emocional ni económicamente. Corría el año 1973 cuando conocí a mi papá: José Vicente Palermo ´El Negro´, el me dio su apellido y por supuesto todo su amor, compañerismo, compromiso y respeto».

Y sigue el relato:
«En medio de mi vida, más específicamente a mis 17 años, me interesé por saber quién era mi padre biológico, recurrí al ´Negro´, mi papa, confiaba ciegamente en él y sabía que podía responder mis preguntas. Me contó que era médico, oriundo de Gualeguaychú y se dedicaba a la política. No me quitaba el sueño conocerlo ni acercarme porque yo ya tenía a un padre que me había elegido y cuidado así que me bastó con saber quién era».
A la muerte de su papá adoptivo, Vicente Palermo, decidió buscar a su padre biológico. «Tras varios intentos fallidos de acercarme, de sentarme a tomar un café para tener una charla que me permitiera olvidar el tema y seguir con mi vida y que este individuo se negara, decidí hacer un pedido judicial para la prueba de ADN, porque más allá de que no tenía la necesidad de tener un padre presente dado que ya lo había tenido, necesitaba completar mi identidad, saber de donde vengo, es mi derecho saber quien soy y de cierta manera esta persona me lo estaba negando».
Al final, revela el dato: «Luego de varias idas y vueltas, abogados, citaciones, mediaciones, etc. llegó el día del bendito examen de ADN. El resultado no nos sorprendió, ni a él, ni a mí, ni a los abogados de ambas partes: dio positivo 99,9999%. Hoy, 2 años después de ese ADN que me permitió conocer mi identidad, mi nombre completo es: Marcelo Javier Palermo Maradey. Mi padre biológico: Jorge Francisco Maradey».



Al explicar el porqué de su posteo, dijo que su intención no es “joder” a su padre biológico ni “sacarle nada”, sino “ejercer mi derecho a la identidad”.
“A Maradey lo conocí a los 17 años, por medio de una tía, pero nunca le hablé. Es más, cuando empecé a trabajar en el (sanatorio) Cometra hasta hice guardia con él”, relató. En ese momento, el actual senador provincial no sabía que estaba trabajando al lado de su hijo.
“Más adelante, le escribí una carta, le dije quién era y que quería tomar un café con él; que no quería nada más. Toda la vida trabajé, esto no es por plata, a mí no me interesa. Nos cruzamos tres o cuatro veces y quedó en llamarme para hablar, pero eso nunca pasó”, aseguró.
Entonces, acudió a la Justicia de Gualeguaychú: ambos se sometieron a una prueba de ADN, y el resultado “no sorprendió a nadie”, como él mismo dice. “Después tuvimos un encuentro delante del juez, y le dije las cosas que pretendía decirle tomando un café”. Después de eso, lo cruzó en la calle una vez y se saludaron “como si nada”. Y, cuando Maradey fue electo senador departamental padre e hijo se sacaron una foto.
“Siempre me interesó la política, soy peronista igual que él. Ese día fui al partido (PJ) y justo venía saliendo, lo saludé y me saqué una foto. Me saludó como si fuese un compañero de trabajo más, o como si nos viéramos todos los días”, relató Marcelo, quien no evidencia rencor hacia su padre.
“Creo que no lo estoy jodiendo ni molestando, no quiero plata tampoco. Yo necesitaba sacarme esa mochila de encima, por una cuestión de identidad. Me hubiera gustado que las cosas hubiesen sido de otra forma, pero él no quiso que así sea”, expresó. Y dejó claro lo que siente: “Mi papá fue Palermo, siempre va a ser Palermo”.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora