• Por Paola Robles Duarte (*)

Para los vecinos de Gualeguaychú que nos consultan, los comerciantes que envían mensajes a toda hora para saber si pueden o no abrir su local y en qué horarios, les digo: es engorroso, pero lean el nuevo decreto (que no habla en ningún lugar de Fase 1) que explica la situación de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio a la que ingresamos. La comunicación institucional responsable sigue siendo uno de los elementos que NO implementa el Estado municipal en este contexto de pandemia.

El intendente Martín Piaggio hizo una conferencia de prensa para sacarnos a pasear en calesita durante la mañana del viernes, para luego enviar un comunicado anunciando el regreso a Fase 1 en horas del mediodía. Estaban solo las gestiones, decretaron en los medios algo que todavía no existía, generando aún más confusión que la que dejó la conferencia de Piaggio el viernes.

Faltaba un decreto, que resulta que no era municipal sino presidencial, porque solo el Ejecutivo nacional tiene potestad para autorizar el retroceso de fase. En medio del tironeo con Provincia -que apoya la posición de la Municipalidad de Paraná en el no retroceso de fase- se enviaron todos los WhatsApp posibles a números de Casa Rosada para que nos incluyan en el decreto 677/2020. Ayer nos incluyeron, como a todos los lugares con circulación comunitaria del virus, hasta el 30 de agosto.

Mientras tanto, en Springfield, durante 24 horas desde la Municipalidad se envió a los medios -para que difundamos- el mismo comunicado tres veces: recortes del decreto nacional organizados de tal o cual manera pero con poca intención de brindar claridad.

La pregunta es: ¿lo que se busca no es tratar de cuidar y preservar a los recursos con los que contamos para enfrentar la pandemia? Sobre todo, los humanos, que son los más agotados. Bueno, nota mental para la Muni: la confusión nunca aporta soluciones.

Es triste, se especula en política con cuestiones que son demasiado caras para la comunidad. Especula la oposición que aparece con grandilocuentes manifestaciones que siempre llegan detrás del reclamo de la gente y especulan los que nos gobiernan cuando evitan dar claridad sobre lo que ocurrirá en la ciudad de aquí al 30 de agosto, porque no quieren anunciar «medidas antipáticas».

No quieren ponerle rostro con caras locales a las restricciones, no quieren pagar el costo político que SIEMPRE debe pagar el que gobierna porque es justamente quien gobierna y tiene que hacerse cargo de conducir el barco o de chocarlo contra el iceberg. Usar palabras claras y hacerse cargo.

Todo bien con la sarasa, pero los vecinos necesitan que les expliquen a aquellos que hicieron todo bien, que aplicaron todos los protocolos y que fueron cuidadosos con ellos mismos y con los otros, que van a tener que parar y afrontar consecuencias económicas que no son las mismas de abril. Poner la cara, brindar tranquilidad, dar precisiones, eso es también lo que hace falta, no solo la recomendación de cómo lavarnos las manos y mantener la distancia, porque esa información ya está clara. Que hay mucha gente que miente sobre los datos de donde proviene cuando ingresa a la ciudad, que sigue compartiendo el mate y que continúa con las reuniones sociales aunque estén prohibidas (porque la mayoría de los contagios -nos dicen los que llevan el seguimiento- no se dieron en ámbitos laborales sino sociales. Claro que sí. Gente egoísta, poco empática y negadora siempre hubo y siempre habrá, y sobre ellos deberían caer las consecuencias materiales de esa libertad individual  de cartón que tanto proclaman. Pero no pueden ser esas personas la excusa para todo lo demás. Además de tener en cuenta que la «conciencia social» requiere de un proceso mucho más complejo que repetir recomendaciones.

Porque estamos atravesando una pandemia, porque las consecuencias sanitarias no excluyen nuestra cabeza o nuestras emociones. Crecen los contagios, crece la incertidumbre: no hay lugar para especulaciones políticas ni fanatismos de ninguna especie.

(*) Paola Robles Duarte es periodista en Gualeguaychú.