Durante la cuarentena por la pandemia de coronavirus, el sistema educativo se transformó y se adaptó a la modalidad de clases a distancia, no presenciales, aunque con sus peculiaridades. En el nivel superior en Entre Ríos, las estrategias implementadas por los docentes para el desarrollo de los diferentes temas se basaron, principalmente, en la entrega de clases escritas (78%), seguida por las clases a través de videoconferencias (60%), clases grabadas en video (35%) y clases mediante charlas en redes sociales (23%). Y la consecuencia fue una visión pesimista de parte del alumnado: apenas un 30% de los estudiantes consideró que las mismas se adecuaron a las necesidades del contexto.

Los datos surgen de un relevamiento que desarrolló durante el mes de junio la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer) entre 2.654 estudiantes de nivel superior de la Provincia -86% que asiste a institutos que dependen del Consejo General de Educación (CGE); 14%, a la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader- y que mostró ciertas peculiaridades: respecto del tipo de actividades propuestas en el marco de las cátedras a lo largo de la cuarentena, los trabajos prácticos de entrega obligatoria y el desarrollo de temas o contenidos nuevos constituyen las respuestas más recurrentes (92% y 79%, respectivamente). Le siguen las actividades de presentación (65%), de revisión y repaso (34%) y de diagnóstico (23%). Por último, en un 11% de los casos se respondió que debieron rendir algún tipo de prueba o examen.

El sondeo de Agmer resalta otra particularidad: en las carreras dependientes del CGE, casi no hubo exámenes (6% respondió afirmativamente a la consulta), mientras que en las instituciones que dependen de la Uader la respuesta afirmativa estuvo presente en casi la mitad de los casos (43%). “En cuanto a los exámenes y trabajos prácticos, en aproximadamente tres cuartas partes de los casos (77%) estas actividades tuvieron calificación numérica o conceptual, o bien implicaron algún mecanismo de acreditación para establecer que las mismas estaban aprobadas o desaprobadas”, dice el informe de Agmer.

Si la cuarentena trastocó la rutina de muchos, en el sistema educativo esa situación también ocurrió. ¿De qué modo se expresó? Así lo plante el estudio del gremio docente: “Otro aspecto importante en el marco de este relevamiento ha sido la distribución del tiempo con relación al envío y recepción de tareas inherentes a las cátedras. En la mayoría de los casos (76%) se advierte que hubo recepción de actividades fuera del horario normal de las clases. En cuanto al momento en que se ha producido esta situación, mayormente se da en un turno o franja horaria distinta de la cursada (84%), aunque también en más de la mitad de los casos (62%) esto ha ocurrido en fines de semana o días feriados”.

Las clases virtuales chocan con la cotidianeidad de los estudiantes: 34% afirma que convive con hijas/os o menores a cargo.

El otro aspecto es la buena conectividad. “La disponibilidad de acceso a una buena conexión a internet y a los dispositivos informáticos apropiados constituye un aspecto clave a la hora de analizar las condiciones de estudio y aprendizaje desde el hogar en un contexto de cuarentena”, analiza el estudio de Agmer. Y apunta: “Un 84% de las/os estudiantes indica que posee conexión a internet en la vivienda. Sin embargo, sólo en un tercio de los casos (34%) la misma es buena, es decir que funciona sin problemas. En la mayoría de los casos (60%) la conexión es regular, dado que funciona lento o sufre interrupciones. Finalmente, un segmento menor (6%) señala que la conexión es mala y que la misma no funciona la mayor parte del tiempo”.

En lo que hace a los recursos económicos de los estudiantes, más de un tercio de los casos (36%) afirma percibir algún tipo de beca, lo cual comprende tanto las becas gubernamentales, otorgadas por el Ministerio de Educación de la Nación o el Instituto Autárquico Becario de Entre Ríos (Inaubepro), como las becas de la Uader y otras similares. “A su vez, advertimos que estos datos reflejan una tendencia decreciente cuando se los compara con la franja etaria. La percepción de becas pasa de un 51% y un 37% entre quienes tienen hasta 22 años y de 23 a 28 años, respectivamente, a un 13% o menos entre quienes tienen más de 29 años. Es posible inferir que esto tenga que ver con la posibilidad de contar con una fuente de ingresos por alguna actividad laboral formal en los segmentos de mayor edad”, señala el estudio.

Un dato relevador sobre la economía de los estudiantes de nivel superior se desprende del hecho de que aproximadamente la mitad de los encuestadas/os (52%) informó que debió solicitar el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Se trata de una asignación de $10 mil que instrumentó el Gobierno Nacional en el marco del aislamiento por la pandemia de coronavirus, y para amortiguar los efectos de la crisis económica.

El sondeo de Agmer permitió conocer que poco más de la mitad de los estudiantes (52%) afirmó tener algún tipo de trabajo en paralelo a la cursada de la carrera. El 75% dijo que se trataba de actividades permitidas en la cuarentena, mientras que el resto señaló que la actividad no está permitida y por eso no puede realizarla (10%), o bien la realiza igual a pesar de la restricción (15%).

La mayoría de las respuestas (61%) indican una dedicación de entre 1 y 6 horas diarias a las tareas vinculadas con el estudio, mientras que el segmento restante se distribuye de manera más o menos equitativa entre quienes les dedican hasta 1 hora (18%) o más de 5 horas por día (21%).  Los estudiantes que dedican hasta 1 hora por día en su mayoría también trabajan, mientras que los que dedican más de 5 horas en su mayoría no trabajan.

Foto: Gentileza La Lucha en la Calle

De la Redacción de Entre Ríos Ahora