El libro gordo del poeta ya está otra vez a disposición, luego de algunos años de ausencia.

Las obras completas de Juan L Ortiz, reeditadas una vez más por la Universidad Nacional del Litoral (UNL), se pueden encontrar en Paraná, sin ir más lejos, en librería El Ateneo, de calle Buenos Aires.
Otro modo de conseguirlo es, justamente, a través de la página del sitio de la Editorial de la UNL (http://www.unl.edu.ar/editorial/index.php?act=showPublicacion&id=452), con tarjeta y a 790 pesos.

junele

Hace ya seis años Losada publicó, en su 70° aniversario, una Antología de Juanele, más leve y maleable, como para poder leer en cualquier parte. La posibilidad de atesorar toda la obra Ortiz, sin embargo, permanecía extinta hasta hace pocas semanas, cuando la UNL volvió a imprimir la voluminosa reunión de toda su poesía en 1132 páginas.

Semejante libro, diría un lector permanente de Juanele, nada tiene que ver con las formas leves del poeta, ni con su figura tenue de tan delgada.

Lo ideal, seguro, sería poder sostener el libro con una sola mano, para seguir el ritmo de las palabras con la otra. Pero acá tenemos el gigante de las 1132 páginas. Todo Juanele. Un tesoro perdido y reencontrado. Un tesoro pesado que solo puede leerse con las dos manos ocupadas en el asunto o con una mesa de sostén.

Una vez en la tarea, de cualquier modo, ya lugar y peso pierden sentido. Se oye nomás la voz del poeta, como un viento ceceoso de murmullos líquidos e infinidad de estrellas nadan en la noche del lector.

Síntesis

«Querido amigo: no sé realmente qué decide. Con usted he conversado algo al respecto. Recuérdelo. No sé realmente qué decide. ¿Qué podría decirle? Lo que he podido hacer hasta ahora está ahí, lejos desde luego de lo que sueño. Sueño para lo mío una «poesía» de pura presencia, de resplandor casi, sin «forma», o con la muy fluida o aérea de los estados interiores -armonía o visión-, o su correspondencia posible. Creo, además, en la poesía que compromete todo el ser, en la que es un don absoluto, en la que es «el amor que encuentra su propio ritmo», y consecuentemente en la que sigue los pasos de la historia y aun de la circunstancia porque es combustión y trascendencia antes de ser, si el poeta se siente impulsado a ello, «servicio» y militancia. Pero creo, sobre todo, en su variedad infinita y en su eterna alada libertad hasta en las horas en que el poeta, fiel a su suefio o a su necesidad de integrarse, deba» desaparecer en un gran deber consentido y amado»… Olvidaba decide que yo la siento como una profunda necesidad, como la respiración misma, y a la vez inasible y fugitiva a pesar de la entrega más total, de la humildad más rendida, y de la inocencia más transparente que me es dado hacer en mí. Y que tengo especial fe en la que no está escrita y que será vivida por todos como algunos ahora se impregnan de la del aire, de los árboles, del agua… Y no terminaría nunca, mi querido amigo. Sobre poesía generalmente no hacemos más que divagar o expresar nuestras muy limitadas preferencias cuando no referimos sólo a la muy mezquina que nos es dado aprehender. «La poesía está donde está», decía Güiraldes. Pero hija humilde o angélica, agregamos nosotros, de los cambios de la vida y de las categorías que ellos van estableciendo, aunque también empinada sobre el vértice de las épocas, pitonisa ardiente.
Juan L. Ortiz

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.