Sergio Decuyper está en el frío del País Vasco, en España. Ha amanecido muy temprano este viernes y ha visto en la pantalla de su teléfono celular esa foto: la que muestra al arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, brindar por fin de año junto al cura José Francisco Decuyper, denunciado en septiembre último en la Justicia por abuso sexual. Lo denunció Sergio Decuyper, su sobrino.

«Cuando vi la foto de monseñor Puiggari brindando con mi tío abusador fue impactante. Me movilizó. Mi primera reacción fue decir: ´Bueno, ya está. Me tengo que liberar de esta gente. Lo importante es mi salud. Me han dado el alta psiquiátrica. No los necesito. Tengo que ignorar esto´. Pero eso es imposible a partir de lo que yo pasé. Repudio que hayan publicado esa foto. Ya me produjo un malestar físico. Las víctimas somatizamos. Estas cosas nos pasan factura. A veces muchos no entienden el esfuerzo grande que hacemos para curarnos, sanarnos, salir adelante. Lo hacemos, sí, pero con muchas secuelas, y por eso ver una simple foto, así, luego de hacer la denuncia, me impacta», cuenta.

El último 19 de septiembre, el cura José Francisco Decuyper fue denunciado en la Justicia por abuso sexual. Lo denunció su sobrino, Sergio Decuyper, ante los fiscales Leandro Dato y Fernanda Ruffatti, de la Unidad Fiscal de Violencia de Género y Abuso Sexual del Poder Judicial.

Durante más de una hora y media contó, vía Skype, desde Vitoria-Gasteiz, en el País Vasco, donde vive desde octubre de 2019, cómo ocurrió el abuso, siendo un niño, en la casa de sus abuelos, en Puiggari, de qué modo se silenció el delito, y cuál fue el destrato que recibió de la Iglesia de Roma cuando viajó a entrevistare con el papa Francisco para ponerlo al corriente de las tropelías cometidas por uno de los suyos.

Sergio Decuyper contó de qué modo lo abusó su tío, el cura José Francisco Decuyper, considerado el «padre fundador» de la Escuela Privada N° 116 San Joaquín, nacido en Halle, Bélgica, el 26 de abril de 1935, el segundo de ocho hermanos, ordenado sacerdote el 10 de marzo de 1966 en Paraná, por años párroco en Santa Ana y Virgen de la Medalla Milagrosa, en Paraná, pero también con destino en General Ramírez y Las Cuevas, en el departamento Diamante. Desde 2004, alojado en el hogar sacerdotal Jesús Buen Pastor.

Ahí, precisamente, en el hogar de sacerdotes ancianos, en Italia al 400, en Paraná, Puiggari se encontró con Decuyper y brindaron para despedir 2020. Fue el 31 de diciembre último.

La foto se publicó en la página de Facebook del Hogar Jesús Buen Pastor.

Mira de vuelta la foto. Se detiene en la escena: Puiggari abrazando a un miembro del clero denunciado por abusador. Entonces, Sergio Decuyper reacciona: «Otra reacción que me produce es sentir que he hecho bien en denunciar. Me decían que no denuncie, que mi tío estaba enfermo. Esa foto los tranquiliza a ellos: mi tío está enfermo, en una residencia para ancianos, el abusador para ellos ya no es peligroso. La barbaridad más grande, lo espantoso que deben cambiar, y por eso denuncié, es que ellos en ningún momento ponen como prioridad a la víctima. Siempre está en segundo plano, o directamente no existe».

Alguna vez, recuerda ahora, desde la Iglesia le insistieron hasta la exageración que no hiciera público su caso, que no fuera a los medios, que lo mantuviera silenciado: querían que no lo revictimizaran. Eso le dijeron. Pero ahora cae en la cuenta de que fue la propia jerarquía eclesiástica, desde el Papa Francisco, a quien acudió ante Roma, a Puiggari, quienes lo han ninguneado. «Me escucharon, me escribieron cartas, mensajes, y después se olvidaron de mí, no me contestaron más, y ahora aparece esta foto de Puiggari brindando con mi abusador. Esa foto, a mí, me hace mal», se enfurece.

Ya sabe Sergio Decuyper que la denuncia penal contra su tío por los abusos que sufrió siendo niño -ahora tiene 42 años- no podría prosperar por un imponderable de hierro: la prescripción. «Pero ya está -asume-. El objetivo de la denuncia fue sanar. Y alentar a que otros denuncien, porque estoy seguro de que hay más víctimas. Mi tío estuvo en muchos lugares. Mi objetivo es ese: que las víctimas de mi tío denuncien. Ese también debería ser el objetivo de la Iglesia, buscar a esas víctimas. Eso me deja perplejo, y me enoja mucho».

La Iglesia no hizo nada con su tío abusador, piensa ahora Sergio Decuyper. Más todavía: al jefe de la Iglesia de Paraná se lo ve brindar el último día de 2020 con el cura José Francisco Decuyper. Entonces, piensa: «Puiggari debería dar un paso al costado: tiene que renunciar. Tienen que intervenir la diócesis porque son muchos los casos de abuso que se han denunciado (NdelR: Justo José Ilarraz y Juan Diego Escobar Gaviria condenados a 25 años de cárcel, y Marcelino Ricardo Moya, a 17 años, por abuso y corrupción de menores). Tienen que poner a otro responsable, que dé prioridad a estos casos, que se acerque a las víctimas. Mi pedido es que Puiggari renuncie».

Por lo demás, revisa papeles, recorre su casilla de correo electrónico, relee los mensajes de whatsapp, pero nada. El Vaticano jamás contestó las muchas gestiones que hizo para conseguir que su tío sea apartado del clero, que se abra un proceso canónico. Su tío abusador sigue siendo parte del clero de Paraná.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora