
- Por Pedro Galimberti (*)
Hace pocos días, en la apertura de sesiones ordinarias del Concejo Deliberante de Chajarí, realicé varias consideraciones sobre cómo Nación y Provincia gestionaron la pandemia del Covid-19. También, hice algunas apreciaciones locales y del trabajo realizado por los gobiernos municipales.
La emergencia sanitaria causada por el coronavirus, dije, fue un hecho disruptivo, que nos obligó a trabajar con la incertidumbre y a aprender y reaprender todos los días. La distancia del tiempo, no obstante, nos permite hoy ver con más claridad algunos acontecimientos y hacer algunas valoraciones que, a continuación, expreso:
• La declaración del aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) fue prematura.
• El Gobierno Nacional actuó, en fase de ASPO y DISPO (distanciamiento social, preventivo y obligatorio), con poco criterio federal. Lo mismo pasó con el Gobierno provincial. Se instrumentaron restricciones de libertades en todo el territorio, considerándolo como homogéneo, cuando en realidad el problema de la curva creciente de contagios se registraba en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) o en los conglomerados urbanos más importantes de la provincia.
• Los gobiernos locales debieron amortiguar gran parte del trabajo e hicieron mucho más de lo que está dentro de sus competencias, sin la adecuada transferencia de recursos.
• Fueron notables e inadmisibles los errores de comunicación en la gestión de la crisis originados por la pandemia. Nuestros vecinos necesitaban certezas e información clara, oportuna y suficiente, algo que fue escaso, tanto en la gestión nacional como provincial.
• La pandemia sirvió para esconder bajo la alfombra, temporariamente, los problemas estructurales del país y la provincia. Ahora, en fase de apertura, los mismos empiezan a visibilizarse. La crisis social originada por la crisis sanitaria es tan o más importante que esta última. Todos, desde entonces, somos un poco más pobres.
• La emergencia sanitaria puso en tensión dos tipos de racionalidades, que dan origen a políticas públicas diferentes: la médico/sanitaria y la social/productiva. Se debió propender a lograr un mayor equilibrio entre ellas, cosa que durante muchos meses no ocurrió.
• La preparación del sistema de salud y el argumento de evitar su saturación puso de manifiesto la crisis estructural del mismo. Lo mismo ocurrió con el sistema educativo. Con respecto a esto último es inadmisible que el mismo no haya sido considerado un derecho esencial y que la habilitación de los casinos se haya priorizado por sobre la educación.
• La disquisición entre «esencial» y «no esencial» son, a mi juicio, categorías dinámicas y que siempre deben contextualizarse.
• El discurso de la solidaridad y la empatía, pregonado en la gestión de la pandemia, «chocó» con la realidad frente al escándalo de la vacunación VIP en la Nación, en la provincia y en cada uno de nuestros pueblos y ciudades.
• El plan de vacunación es aleatorio y se avanza en su instrumentación con la aplicación de la vacuna en actores esenciales (policía, docentes, etc) sin que se haya terminado con la aplicación de la vacuna en el sector de la salud y en la población adulta y mayor.
(*) Pedro Galimberti es presidente municipal de Chajarí (2015-2023): expresidente del Comité Provincia de la UCR (2016-2018) y referente del espacio «Construir» del radicalismo entrerriano.