• Por Sandra Miguez (*)

Me asaltan en la puerta del hotel en Rosario. No anda la tarjeta magnética del ingreso. Un segundo y una película de terror donde se pierde el registro del tiempo, del lugar, del espacio. Lo efímero en su máxima expresión. Un tipo me toma por la espalda y me apunta con una pistola que apoya sobre mi pecho del lado izquierdo. Y vaya a saber si era o no de verdad- y un “Calláte y dame todo!” y un tirón y un empujón y una corrida hacia la nada donde quedo sumergida.

Siempre que imaginaba atravesar una situación así sentía que no me iba a salir la voz, mi terror se armaba en esa fantasía de una voz enmudecida que no pudiera pedir auxilio. En cambio grité como desaforada, un grito primigenio, visceral, subió por mi garganta hasta dejarme ronca.  Pedí  ayuda a un flaco rubio que pasó en bicicleta y por un momento me figuré al “Ángel de la bicicleta” pero no, siguió su ruta con esa  mirada displicente, y me pareció leer en sus labios “a mí no me rompas las bolas” y junto con él un taxista, menos expuesto atrás de los nylons que separan ahora a la gente del covid.

Y en esa esquina ahí con mil luces apareció también la solidaridad: una vecina Claudia con sus hijas me asistieron y acompañaron hasta que llegó la policía. En esa  esquina o en la siguiente, donde días atrás acribillaron a alguien, me entero después en la Comisaría, a menos de 200 metros del lugar.

A la bronca y la impotencia las siguieron el dolor en el cuerpo y al día siguiente el miedo, el terror a la violencia. Esa misma violencia que es moneda de todos los días seguramente para el tipo que ataca por la espalda a una mujer sola en la calle, al tipo que está jugado porque no tiene para comer, o para drogarse con lo que sea para anestesiar su vida, o para volver a la casa con algo para parar la olla de su familia.

Porque esta sociedad está así, podrida de injusticias, de inequidades, de violencias, en las que todos los días somos vulnerables y en eso perdemos la vida, o nos la quitan, por nada y por todo.

(*) Sandra Miguez es periodista.