Por Federico Manuel Tálamo (*)

 

Este jueves fue el último día de la Carpa Blanca de Agmer frente a la Casa de Gobierno y al Consejo General de Educación. Un espacio genuino de resistencia y de lucha, donde el compromiso militante se hizo presente cada día y también cada noche, a lo largo de un mes y medio, sin dejarse amedrentar siquiera por un instante a pesar de las intensas lluvias, de los feriados calurosos y de las infames operaciones de los alcahuetes del poder. Una estrategia de visibilización del conflicto salarial que fue pensada en el marco de la unidad de nuestro colectivo docente contra el ninguneo de la patronal y los ataques de la derecha que expresa a los sectores más concentrados del capital, verdaderos enemigos de los intereses de la clase obrera.

Durante los cuarenta y cinco días que la Carpa permaneció en la plaza Mansilla de la capital provincial, desde aquel caluroso 2 de marzo hasta hoy, se desarrollaron en ella incontables charlas, conversatorios y talleres de formación sobre los más variados temas que preocupan a la docencia entrerriana y a la comunidad en su conjunto. Se proyectaron documentales y se presentaron libros y resultados de investigaciones acerca de la actualidad de la escuela pública y nuestro papel como trabajadores de la educación. Tuvieron lugar numerosas expresiones artísticas y culturales que contribuyeron a nutrir esta lucha con la creatividad de sus ritmos, sus versos, sus pinceladas y sus sabores. Con el correr de los días fueron pasando compañeras y compañeros de todos los rincones de la provincia, en algunos casos viajando durante largas horas para garantizar la representación territorial de esta experiencia.

 

Agmer aceptó la oferta y se levanta la carpa

 

La Carpa fue también protagonista de las diversas acciones que se realizaron en el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora y la Semana de la Memoria, ratificando nuestro irrenunciable compromiso como sindicato con las reivindicaciones por la igualdad de género y la histórica lucha por juicio y castigo a los genocidas de la dictadura criminal y sus cómplices civiles y eclesiásticos. Pasó por allí en varias oportunidades la ronda de los martes, con sus consignas por un ambiente sano y escuelas sin agrotóxicos. Nos hermanamos con los justos reclamos de los compañeros y compañeras estatales de ATE y judiciales de AJER, también en lucha por sus condiciones laborales y salariales, quienes se acercaron para expresar su solidaridad y apoyo a esta causa.

En la Carpa Blanca tuvimos la oportunidad de compartir debates que enriquecieron nuestra capacidad de análisis sobre los problemas que aquejan al colectivo docente. Discutimos, nos sensibilizamos, aprendimos mucho… y también fuimos conscientes de que estábamos transitando el camino correcto toda vez que la perspectiva de la unidad en la acción se impuso a las diferencias agrupacionales. Porque desde el primer momento supimos que la diversidad de enfoques en nuestro sindicato no es signo de debilidad, sino una de nuestras mayores fortalezas como organización democrática, ratificando lo dicho esta misma mañana por el compañero Marcelo Pagani: jamás veremos enemigos donde hay compañeras y compañeros trabajadores.

La Carpa Blanca de Agmer fue y seguirá siendo emblema de dignidad, de obstinada rebeldía, de los sueños de miles y miles de docentes y estudiantes de nuestra provincia, de la pelea por esa escuela que es del pueblo y junto al pueblo se defiende, como nos volvió a enseñar la querida Clelia Lavini, que también estuvo ahí con su inagotable juventud. Recordamos a Isauro Arancibia, Marina Vilte, Eduardo Requena y los treinta mil hermanos y hermanas que nos robó el terrorismo de Estado; a Alfredo Bravo y Carlos Fuentealba; a esos imprescindibles que militaron hasta el final como Cacho Matzkin, Ernesto Collura y la Peta Acevedo, cuyos nombres estuvieron presentes en ésta, la carpa de las tizas que siembran que nos relató con envidiable claridad el compañero Martín Tactagi.

Por último, dentro del profundo orgullo que genera el haber compartido este espacio de lucha con compañeras y compañeros que asumieron la militancia con convicción y entrega, no puedo dejar de sentir angustia por esas personas sin trabajo y sin techo que habían encontrado en la Carpa un lugar de contención, uno donde podían expresarse y escapar al menos por un rato de esa condición de invisibles que les impuso la sociedad, donde conseguir un poco de comida que les permitía engañar al hambre y hacer de la dura realidad algo un poco más soportable. Porque nuestra pelea no se termina con las reivindicaciones por salarios dignos y mejores condiciones laborales para la docencia, nuestra lucha está enraizada en la impostergable tarea de pensar una escuela más inclusiva para nuestra gurisada y construir un mundo menos desigual, donde algún día podamos referirnos a la explotación y la miseria como tristes recuerdos del pasado.

¡Arriba la lucha por la liberación de nuestros pueblos y la emancipación del género humano!

 

 

(*)  Federico Manuel Tálamo integra la conducción provincial de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer).