A veces los confines de la ciudad muestran las marcas de la desatención. Ese límite donde nadie manda, y todo queda a la deriva. Un confín del que nadie se hace cargo. Otras veces, esa situación -¿esa desatención?- se encuentra más acá del fin de todo. En medio de la ciudad, aparecen postales de lo que no puede ser. Calles de tránsito imposible, abandonadas a su suerte, casi sin tránsito. Los transeúntes, los automovilistas, han dejado de utilizarlas. Un desdén. El tramo de calle D´Agostino que desemboca en Miguel David parece que alguna vez estuvo adecentado. Pero ya no.

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.