El victoriense Carlos Martín Oberti renunció a su cargo de abad en la Abadía del Niño Dios, de Victoria. Fue el primer abad nacido en Victoria en dirigir el convento benedictino, un puesto que había asumido en 1997.
“La comunidad benedictina de la Abadía del Niños Dios comunica que, luego de 24 años de servicio abacial, el padre Carlos Martín Oberti OSB, ha presentado su renuncia al cargo de Abad por razones de índole estrictamente personal. Y se ha designado como superior con el título de prior administrador al padre Carlos Daniel Ambort, quien se desempeñaba hasta el momento como segunda autoridad de la Abadía”, informaron los benedictinos.
La Abadía de Victoria fue fundada el 30 de agosto de 1899 por miembros de la Abadía de Belloc, Francia, y se constituyó así en el primer monasterio benedictino de Hispanoamérica. Se encuentra sobre una de las siete colinas de la ciudad de Victoria, y ocupa 421 hectáreas, a un costado de la ruta 11.
El abad Oberti (quinto en la línea de sucesión) había asumido en reemplazo del gualeguaychuense Eduardo Ghiotto, monje que gobernó a la comunidad a lo largo de 27 años.
La Abadía de Victoria ha sido renombrada por sus producciones en licor, en dulces, en quesos. El monje Jorge Martínez, que falleció en 2007, a los 85 años, fue célebre por la preparación de los licores «Monacal».
El hermano Jorge viajaba a todos lados, allí donde hubiere lo que él buscaba, los yuyos, las hierbas, el poleo, la melisa, el cedrón, la menta, y con todo eso conseguía una combinación enjundiosa, estudiada, equilibrada de 73 hierbas que todas juntas, mezcladas, maceradas, dieron vida a una variedad distinta del tradicional licor Monacal, la variedad seca.
Dicen que llegó a conocer muy bien las propiedades medicinales de los yuyos y que incluso recomendaba de qué modo preparar tisanas, y que fue inquieto, investigador, hurgador, y que leyó, estudió, experimentó , y así, en su pequeña mesa de invenciones, fue como después de mucho probar consiguió alumbrar el licor seco. Pero antes también había despuntado sus virtudes de enólogo autodidacta, y cuando los años de bonanza, aquellos tiempos en los que la Abadía se autoabastecía de todo cuanto pudiera, y contaba con viñedo propio, el hermano Jorge supo fabricar vinos casi artesanales, que degustaban propios y extraños.
El licor seco llegó trece años después de que el hermano Jorge se entregó con afano a experimentar, prueba y error, guiándose con la fórmula que habían traído los benedictinos franceses de la Abadía de Belloc, fundadores del monasterio victoriense, en 1899. El “secreto”, todo preparado artesanal lo tiene, está en la combinación equilibrada de los 73 yuyos, algo que consiguió el hermano Jorge a lo largo de las dos décadas que cumplió la función de licorero, y por más que desde hace un tiempo dejó de cumplir esa tarea, en sus manos había quedado la misión de elaborar la esencia, una vez cada año.
El hermano Jorge había nacido en la ciudad de Gualeguaychú el 6 de agosto de 1920. Realizó sus estudios primarios en el Colegio de las Hermanas de la Compañía de María y antes de ingresar como oblato a la Abadía del Niño Dios acompañó a su familia en las tareas de la pequeña chacra que tenían. A la Abadía del Niño Dios ingresó en 1933, donde se destacó en dos oficios clave: unos 30 años estuvo en la carpintería y luego otro tanto de tiempo en la licorería.
No estuvo siempre anclado sus pies en Victoria. Su vida monástica lo llevó por otros sitios, lejanos y no tanto: estuvo en el Monasterio de La Pascua, en Canelones, República Oriental del Uruguay; y también en el Monasterio de San Benito de Llíu Llíu, en Limache, Chile. Sus restos descansan en el cementerio de la Abadía.
DATOS IMPORTANTES.
Fundada el 30 de agosto de 1899 por la Abadía de Belloc, Francia, el de Victoria es el primer monasterio benedictino de Hispanoamérica.
Los benedictinos llegaron a estas tierras por invitación del obispo de Paraná, monseñor Rosendo de la Lastra y Godillo, y desde que pisaron suelo entrerriano pusieron ahínco en la labor educativa.
El 27 de febrero de 1903 el monasterio es elevado a Priorato Conventual alcanzando así la independencia y en 1904 es nombrado como prior el padre Ignacio Gracy, luego elegido Abad de Belloc.
Se convierte en Abadía el 12 de febrero de 1929, y su primer abad, el sacerdote francés Salvador Laborde.
En cuanto a las actividades que la Comunidad desarrolló en estos años, tenemos que mencionar la atención pastoral de la ciudad y de todo el departamento de Victoria, desde 1899 hasta 1988, año en que se entregó al Obispo de la diócesis de Gualeguaychú. La Parroquia, cuya patrona es Nuestra Señora de Aránzazu, cuenta, además, con una amplia zona rural e islas, con numerosas capillas y centros religiosos, exclusivamente atendidos en esos años por los monjes sacerdotes de la Comunidad que llevaban una vida comunitaria y monástica adaptada a la situación.
La actividad sacerdotal y misionera no se limitó al departamento de Victoria ni a la provincia de Entre Ríos, sino que también se llevó a cabo una gran tarea evangelizadora en diversos lugares del país. En algunos de ellos permanecieron varios años: en Corrientes atendieron el Santuario de Nuestra Señora de Itatí por espacio de 17 años (desde 1904 hasta 1921); en Azul, provincia de Buenos Aires, tuvieron a su cargo un asilo, una capilla y un colegio (desde 1921 hasta 1934); y en Larramendy, de la misma provincia bonaerense, se ocuparon de una escuela y una capilla de campo (1917-1924).
Foto: Un Fresco Abrazo de Agua
De la Redacción de Entre Ríos Ahora