Si algo le faltaba a la Biblioteca Provincial, ahora lo tiene todo. Todo menos público. Pero eso puede cambiar de un momento a otro.
Generalmente hay que explicar cuál es la Biblioteca Provincial si viene al caso en alguna conversación. Es la que está frente a Plaza Carbó, atrás de Casa de Gobierno: el edificio pintado de celeste que ocupa buena parte de la cuadra, en Alameda de la Federación (278), entre Santa Fe y Córdoba.
Tiempo atrás, la Biblioteca abría en horario de corrido, hasta la tardecita. En los 90´, los chicos de la secundaria o primaria que hacían turno mañana, tenían la chance de hacer sus trabajos allí en turno vespertino. Había unas mesas de madera amplias, libros a disposición, fotocopiadora en caso de que hiciera falta y unos ventanales de más de dos metros que daban al paisaje de la avenida. Era un lugar tranquilo y luminoso. Lo sigue siendo.
Atrás, a veces, se hacían reuniones estudiantiles, en un menudo anfiteatro que podría ser patio de tango, de rock, de poesía. Pero se ve que no está, por ahora, en los planes.
La Biblioteca en la actualidad sólo atiende medio día: eso es así desde que quedó vacante el puesto de la tarde por jubilación de la bibliotecaria anterior. A favor, en cuanto a la infraestructura de un edificio al que le hace falta mantenimiento, hay que destacar la obra de una sala de lectura, toda vidriada, cómoda y equipada como para pasar las horas que sean necesarias tanto en verano como en invierno.
Actualmente, la Biblioteca tiene como director al exresponsable de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) en Entre Ríos y exdirector de LT 14, Néstor Rodríguez.
Su antecesor, el poeta Marcelo Faure, había procurado sumar actividades y propuestas propias del lugar para reanimar el vínculo del espacio con el público y en particular con los artistas. Faure consiguió algunos buenos resultados.
TESOROS.
El lugar tiene algunas maravillas de origen. La Biblioteca se crea, en 1974, a raíz de la donación del fondo profesor Antonio Serrano, con más de 15 mil libros.
Una ejemplar dispuesto en una biblioteca personal no es lo mismo que un libro recién comprado. Los usados suelen tener huellas de dueños anteriores: marcas, palabras al margen, subrayados, flechas. Cada una de esas señales ganan otros sentidos si sabemos, a ciencia cierta, de quien provienen. Quién leyó y debatió en esas hojas que amarillean.
La Biblioteca Provincial tiene miles de libros marcados, marcados por los hombres y mujeres más resonantes de la escritura y la ciencia entrerrianas. El lugar, los anaqueles, los lomos de cada uno de esos volúmenes encierran un legado.
En la Biblioteca hay más de 15 mil libros de la historiadora Beatriz Bosch, está la biblioteca del poeta Marcelino Román, la de Carlos Alberto Alvarez, la de Antonio Turi y la de don Elio Leyes. Hay más de 70 mil libros, separados según sus dueños. Entonces uno puede visitar a Marcelino Román y después, si quiere, a Beatriz Bosch. Ya no a través de sus propias creaciones, tal vez de modo más profundo aún: a través de las lecturas en que se remontaron.
Hace ya casi un año, además, cualquier visitante puede ir de paseo y tener una experiencia entre los libros de Juan L. Ortiz. Son casi mil ejemplares del poeta. Entre los que se encuentran sus contemporáneos, sus amigos, sus clásicos, sus poetas chinos, sus japoneses, su Veiravé de acá y su Rilke de allá. Ahí está buena parte de lo que fue la biblioteca de Juanele, parte de la construcción minuciosa de su obra. Sus lecturas, sus anotaciones, su letra fina y estirada. Las dedicatorias que le ofrendaron y las frases que eligió entre tantas otras, por alguna razón. En qué lugar se puede entrar en un diálogo tan íntimo con el poeta, que no sea en su propia biblioteca.
Claudia Ortiz Irazusta completó a finales del año pasado la donación de una parte de la biblioteca de su abuelo. Además de los libros, la nieta de Juanele le obsequió a la provincia mobiliario perteneciente justo al espacio compartido con los cientos de volúmenes: escritorio, sillas, estantería, repizas, lámpara, cenicero, un proyector y hasta una tele 14 pulgadas.
La Biblioteca Provincial tiene todo, e incluso el proyecto realizado, para montar la biblioteca de Juanele con muebles y todo. Lo que se necesita está ahí y es hermoso. Nada más falta hacerlo funcionar. Como la vieja casona, está ahí, con toda esa historia adentro, pero con tan pocas visitas, que a veces uno cree visitar un tesoro oculto.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.