Ailín Pérez, apodada «Fiona», llegó al lugar que quería: las grandes ligas de las artes marciales mixtas. A fines de mayo último se conoció que firmó contrato con la UFC (Ultimate Fighting Championship), la organización norteamericana que regentea los campeonatos de las artes marciales mixtas (MMA), una disciplina que combina casi todos los estilos de contacto, que permite tanto la lucha en pie (striking) como la lucha en el suelo (grappling). Es un deporte de contacto donde se usan diversas disciplinas como boxeo, jiu jitsu, jiu jitsu brasileño, muay thai, judo, taekwondo, karate, kung fu, kickboxing y lucha.
Ailín Pérez desarrolló su carrera en América Latina, con pasos en Brasil y Uruguay. Donde fue campeona de Collision Fight Ultimate. Ailin es la actual campeona peso gallo de Samurai Fight House.
Su vida profesional la construyó a base de sacrificios. En 2021 pasó 7 meses en Brasil, lejos de su hijo Ades, de 4 años, para mejorar su rendimiento deportivo: allá ganó el título gallo de la empresa brasileña Samurai Fight House, en agosto, al vencer a la local Alessandra Tainara con una brutal patada. Pero lo perdió a principios de noviembre frente a Tamires Vidal a quien le aplicó un rodillazo ilegal cuando ganaba cómoda la pelea.
Esa derrota fue amarga por dónde se la mire. No solamente por cómo se dio, sino que la dejó sin cinturón ni invicto: con un récord de 5-1 que ahora aleja (un poquito) de sus planes de buscar suerte en Estados Unidos y competir en una liga mayor. El sábado 5 de febrero peleará en el evento de Samurai Fight House 3 en nuestro país frente a Sofía Esquer.
«Perder el invicto es un garrón porque lo estuve cuidando todos estos años y era lo que quería para llegar a UFC. Pero bueno, pasó y tenemos plan A y plan B, y no todo sale como esperamos. Si pasó es por algo. Si tuviese que elegir, hubiese querido perder por puntos y no por una descalificación, porque queda un poco mal visto», contó desde Concordia, Entre Ríos, donde vive y ahora disfruta a full de su hijo, en una nota que publicó el diario Clarín.
Sobre ese choque, se quejó de que su rival actuó en un par de ocasiones y eso le valió una advertencia y descuento de puntos. Por eso, en su afán de noquear no se midió en un rodillazo que le costó la pelea. «Pero si ella podía seguir peleando, le iba a ganar yo. Estuvo buscando eso en toda la pelea», disparó.
Ailín comenzó en las artes marciales a los 11 años en Zárate, con Kung Fu y Sanda, y recién a los 20 años decidió mudarse a Capital y hacer algo de jiu jitsu brasileño (BJJ), para meterse más en MMA.
Fue una decisión que tomó cuando vio que Ronda Rousey, una leyenda de UFC, acababa con sus rivales en el primer round, en su mayoría con una llave de brazo. Ella, que es una peleadora de las denominadas «striker», de pie, quiso aprender a luchar para que no le hagan los mismo al entrar a la jaula.
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«Cuando la noqueó Holly Holm me motivó», contó sobre aquella época. Finalmente, se convirtió en profesional en 2018. «En el MMA tenés que se completo si querés ser el mejor», disparó.
-¿Quién te apodó como «Fiona» y por qué?
-Cuando llegué a Concordia (el padre de su hijo es de allí) estaba embarazada, y hasta la semana 37 seguí entrenando como una persona normal. Cuidando mi panza, pero entrenaba sin problemas. Cuando nació mi hijo, mi profe me comenzó a conocer bien, por el hecho de que embarazada había cosas que no podía hacer. Bajé los kilos del embarazo, me puse a entrenar fuerte y sin la panza vio el potencial que tenía. Ahí me apodó Fiona, porque me vio como una chica grande y fuerte, y Fiona en Shrek 3 pelea con ogros. También porque es princesa de día y de noche ogra. Él dice que en el pesaje pasa lo mismo: cuando tengo que ir a la balanza estoy muy flaca y chiquita, muy princesa, y al otro día cuando tengo que pelear me transformo en una ogra.
-Fue duro dejar a tu hijo con la abuela tantos meses…
-Cuando decidí irme lo pensé un mes entero, en diciembre del año pasado cuando mi mánager me convocó. Yo le dije que lo iba a pensar, y en enero le confirmé. Ahí empecé a dejar todo preparado y a prepararme mentalmente. Yo me había ido en el 2019 a Brasil a entrenar cuatro meses, pero por una lesión no pude pelear. Esta vez fue más tiempo, fueron siete meses casi y fue muy duro. La parte más difícil fue dejar a mi hijo porque el entrenamiento lo hago: es poner el enfoque y continuar todos los días a pesar de las lesiones, los dolores y de extrañar. Dejarlo a él fue lo que me hizo hacer un buen campo de entrenamiento, porque lo extrañaba y yo seguía, era mi fuerza para continuar. Pensaba: ‘Un día más que estoy lejos de él es un día más cerca de mi meta’, así continuaba entrenando. La pasé bien, mal, conocí gente buena y mala, pero bueno… Creo que en la última pelea me pasó que extrañaba mucho a mi hijo. También cambié de academia porque hubo una discusión entre mánagers y no me hallé nunca en la nueva. Me abrí la cabeza con un tajo en los entrenamientos, me quería volver, me peleé con el padre de mi hijo… se me juntó todo. Tal vez no era el momento para que peleé, pero como era mi trabajo y mi responsabilidad defender el título, no podía negarme. Traté de respirar, estar tranquila y salí a pelear.
Su próximo destino será, en septiembre, Francia.
Fotos: Gentileza La Lucha en la Calle
De la Redacción de Entre Ríos Ahora