La Iglesia planteó un nuevo recurso en la Justicia con el objetivo de recuperar el uso del exAsilo San Antonio, contiguo a la parroquia Nuestra Señora de la Piedad, en Paraguay e Italia, hoy en manos del médico odontólogo Jorge Sapetti a partir de una operación inmobiliaria que concretó la congregación Hermanas Franciscanas Terciarias de la Caridad, propietaria del inmueble.

Luego del revés que tuvo con la denuncia penal por usurpación, ahora el Arzobispado acudió a Tribunales con un «interdicto de recobrar» posesión del edificio, del que fue despojada la Iglesia luego de que el 6 de agosto Sapetti ingresara con escribano y cambiara las cerraduras y le vedada el acceso a todos los grupos pastorales que utilizaban la planta baja del edificio. Se trata de un recurso judicial que técnicamente implica el pedido a la Justicia para que se le restituya la posesión de un inmueble del cual era el tenedor y del que fue total o parcialmente despojado.

Si la estrategia judicial le resulta favorable, después la Iglesia pretende discutir judicialmente la venta que concretaron las franciscanas con Sapetti.

La acción judicial se tramita en el Juzgado Civil y Comercial Nº 2, de Paraná, a cargo de la jueza Gabriela Rosana Sione.

La Iglesia sostiene que la construcción «constituye un bien eclesiástico destinado a los fines propios y específicos de la Iglesia Católica: edificado en el siglo XIX por el arquitecto Arnaldi, fue propiedad del Apostolado de la Oración, que lo donó a dos religiosas de la Congregación Hermanas Terciarias Franciscanas de la Caridad el 2 de abril de 1921”. Luego, “pasó a ser propiedad de la Congregación referida mientras que la Parroquia Nuestra Señora de la Piedad y su comunidad han hecho uso parcial del inmueble a partir del 27 de febrero de 1965, ocasión que el templo fuera donado al Arzobispado de Paraná”.

La parroquia de la Piedad funciona ocupando parte de las instalaciones que pertenecen a las franciscanas: los curas tienen su casa parroquial en el piso superior del edificio que da a calle Italia; mientras que en la construcción vendida por las religiosas a un particular se daban clases de catequesis, tenía su asiento la Liga de Madres de Familia; Cáritas; la Infancia Misionera; la Pastoral de la Salud; el grupo Magnificat; y Un Cielo Nuevo, jóvenes que una vez a la semana cocinan y arman viandas con la cena que reparten a personas en situación de calle.
Luego del entredicho con el comprador, la denuncia por usurpación que presentó la Iglesia y que la Justicia rechazó y el cambio de cerradura, ninguno de esos grupos ocupa ya esas instalaciones. cuenta a Entre Ríos Ahora Beatriz Toledo, catequista, miembro de la comunidad de la parroquia Nuestra Señora de la Piedad. Adentro de las instalaciones del exAsilo San Miguel, del que podían utilizar una pequeña parte, quedaron anafes, alimentos, enseres, mobiliario.
Aunque en un  primer momento la batalla mediática la dio el párroco Mario Haller -quien llevó adelante una trabajosa negociación con las monjas y fue quien ventiló el caso- ahora son los laicos quienes han tomado la palabra. Este viernes, hubo una misa y una marcha alrededor del templo para expresar el malestar. De esa manifestación participó mucha gente, pero lo más revelador fue la presencia de varios sacerdotes y del arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggiar, y de su vicario general, Eduardo Tánger. Puiggari conoce al dedillo los teje maneje de la negociación: desde 2015 la Iglesia de Paraná procura acordar la venta de todo el edificio, aunque las conversaciones tuvieron un corte abrupto a mitad de julio último cuando las franciscanas anoticiaron a la curia que un año antes, en julio de 2021, habían cerrado negocio con Sapetti y habían vendido el edificio.

El arzobispo Juan Alberto Puiggari participó en la marcha de este viernes alrededor de la parroquia Nuestra Señora de la Piedad.

Marta Quipildor, la superiora de la congregación de las Franciscanas de la Caridad, ha sido un hueso difícil de roer para la curia paranaense. Según dicen los curas que han participado de la negociación, ha tenido una posición cerrada e incluso ha llegado al maltrato. «No es verdad que la Iglesia de Paraná haya pedido la donación del edificio. Desde 2015 se está negociando la compra. Participó el contador José María Ríos, y el arzobispo Mario Maulión (ya fallecido) tuvo una postura firme con las religiosas», dice Beatriz Toledo, que en agosto de 2021 firmó una carta documento junto a otras personas que fue dirigida al Arzobispado de Paraná, al Episcopado y a las religiosas, y en la que se pidió que se sentaran las partes a encontrar una vía de solución. Nunca hubo respuesta formal.

La Iglesia no solo llevó el tema a la Justicia. Ya dio intervención al Vaticano a través del nuncio en Argentina, Miroslaw Adamczyk, al arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, al Episcopado, y al prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, cardenal Joa Braz de Aviz.

La piedra de toque de este escándalo inmobiliario que involucra a la Iglesia de Paraná ocurrió el último 14 de julio: ese día, Puiggari recibió “sorpresivamente una nota” enviada por la superiora general del Instituto Hermanas Terciarias Franciscanas de la Caridad, mediante la cual pone en conocimiento que el inmueble había sido vendido al señor Jorge Claudio Sapetti (nunca antes se había efectuado tal anuncio pese a las tratativas que se venían realizando) y solicitaba arbitren los medios para que el párroco haga entrega de las llaves”.

Duro revés judicial para la Iglesia

La respuesta del Arzobispado a la comunidad religiosa ocurrió el 2 de este mes, cuando el vicario general de la curia, Eduardo Hugo Tanger envió una carta documento “advirtiendo la sorpresa y desaprobación de la venta, y requiriendo se informe en el plazo de 5 días si se ha dado cumplimiento con las disposiciones del Código de Derecho Canónico para la enajenación de bienes”. El día 6 de agosto, mientras el cura Horacio Correa celebraba misa, la escribana Marie Constance Berduc certificó la toma de posesión del inmueble por parte del odontólogo Sapetti.

“Al ingresar al lugar –detalla la presentación judicial- se encuentra (el cura Correa) con tres personas que se identifican como Jorge Claudio Sapetti, Adrián Pagana, cerrajero, y el doctor Cristhian Julio Panceri”. Añade que en el acta notarial que redactó la escribana Berduc “se dejó constancia que el señor Sapetti había ingresado al inmueble no por la puerta del frente sino por la puerta trasera y desde otro inmueble de titularidad de la congregación religiosa, procediendo al cambio de cerraduras y clausurando, a través de una cadena con candado, una reja que comunica el templo con el inmueble referido”.

La denuncia anticipa que la Iglesia también promoverá una demanda para reclamar “la nulidad de la venta en razón de estar configurada una enajenación en clara violación del Código de Derecho Canónico y cuya aplicación en el ámbito del derecho interno resulta obligatorio por el Concordato celebrado entre el Estado Argentino y la Santa Sede”.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora