Por Ramiro Pereira (*)
La semana pasada, el gobierno municipal dispuso aumentos tendientes a la recomposición del salario para el segundo semestre de 2022, comunicándose que los mismos se encuentran por encima de la inflación del corriente año.
En verdad, el incremento anual del salario de los municipales corre por atrás a la inflación, medida los últimos doce meses. Debe para ello considerarse que más de la mitad de los empleados de la planta permanente perciben el sueldo mínimo garantizado, que en octubre del pasado año era de $ 38.400 y llegaría a los $ 67.187,72 para los haberes de octubre.
De todas maneras, el sueldo de bolsillo es muy inferior, con empleados endeudados en forma permanente a tasas muy altas ante la insuficiencia de ingresos.
Pero lo significativo es el notable atraso del salario ocurrido en 2020 y 2021, por cuanto los aumentos nominales de dichos años quedaron por debajo del aumento del costo de vida.
Es así que entiendo necesario programar una recomposición salarial que atienda al ajuste que, objetivamente, aplicó el gobierno municipal en 2020 y 2021.
Para ello debe buscarse además una recomposición que atienda la situación del sector pasivo municipal, cumpliéndose con la exigencia del art. 82 inciso d) de la Constitución Provincial.
Este deterioro del salario debe contrastarse con el número de funcionarios municipales, que llegarían a los 270. De igual modo debe ponerse de manifiesto la arbitrariedad que practica el gobierno municipal en las declaraciones de lesividad de ascensos previos.
El buen orden administrativo municipal requiere la jerarquización del empleo público, capacitación, concursos para el ascenso, respeto por la carrera administrativa y una adecuada política salarial.
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(*) Ramiro Pereira es presidente del Comité de la Capital UCR.