-Noe, ¿cuántos años llevamos juntos?

Pablo Avendaño pide auxilio a su pareja, Noelia López, y confirma: 23 años de pareja, 25 años de novios. Él tiene 42; ella, 40. Son papás de dos, Kendra, la menor, de 12; y Dana, la mayor,  de 23. Y son abuelos: una beba de ocho meses, Josefina.

Se conocieron en 1997, cuando estudiaban en la Escuela Nacional de Comercio, de Ibicuy -a 346 kilómetros de Paraná, en el departamento Islas-, él en quinto, ella en tercer año. Noe tenía 17 años cuando nace Dana, hoy de 23. Zozobró. Cuando supo que había quedado embarazada pensó en abandonar la escuela. Pero no pasó: los profesores supieron cómo contenerla y acompañarla. Estaba en cuarto año.

Empezaron una vida juntos. Pero contigo pan y cebolla fue un cuento que no aplicaba en sus vidas. Pablo se empleó en una empresa que lo tenía en negro y le pagaba mal y peor. Noe hacía manicuría en un pueblo mínimo. Después abrieron un kiosco, y ese negocio fue la base de apoyo para poder cumplir el sueño de ambos: ser docentes. Pablo había tenido la idea de ser profesor de Educación Física y para eso tenía que viajar hasta Gualeguay. Pero había una hija en camino y la necesidad de sostener una familia.

Se empeñaron en ser docentes. Fueron docentes.

La economía familiar alcanzaba sólo para que uno estudiara por vez. Pablo empezó a cursar magisterio: atendía el kiosco y estudiaba en los ratos libres. Noe lo cubría en otros horarios mientras criaba a la pequeña Dana.

No tuvo que viajar a ningún lado Pablo para estudiar. Fue el primer año en el que se abrió en Ibicuy una extensión áulica del Instituto de Formación Docente de Villa Paranacito -a 50 kilómetros-: no lo pensó y se anotó.

Había 40 cupos disponibles, y se anotaron 300. Supo que no tendría ni la suerte ni el empeño para poder quedar entre los pocos elegidos.

Noe, su pareja, pensó que sí.

El día del sorteo lo vio por la tele y supo que Pablo estaba en la lista. Montó su bicicleta y fue hasta el Centro Cultural de Ibicuy, donde se realizaba el sorteo. Supo Noe que Pablo, su pareja, había quedado entre los elegidos. Quedó entre los elegidos.

-¿Entonces, qué vas a hacer? -le preguntó a su pareja.

No sabía Pablo -no podía saberlo- pero ese hecho, ese gesto de Noelia, torcería el rumbo de sus vidas. Primero uno, Pablo; después, Noelia. Atendían el kiosco, cuidaban la hija, y estudiaban docencia. Primero Pablo, después, Noelia. Uno le allanó el camino al otro. Fueron docentes.

El viernes 28 de octubre, en la sede del Club Social Isleños Independientes, de Villa Paranacito, se dio la instancia departamental del proceso de titularización del concurso para la cobertura de cargos en nivel inicial y nivel primario. Casi 4.000 cargo0s en toda la Provincia.

Pablo y Noelia estuvieron entre el grupo de docentes que accedieron a sus cargos mediante el sistema de concursos.

Pablo, que empezó primero en la docencia, tenía más años y, así, mejor puntaje.

El artículo 82° del Reglamento de Concursos dice:  «El matrimonio docente, o en unión civil de hecho con certificación legal correspondiente, inscripto en el mismo concurso de ingreso, traslado, pase o ascenso hasta el cargo de Director de cuarta (4°) categoría como titular, gozará de prioridad en la adjudicación de cargos, cuando uno de los cónyuges se adjudique un cargo docente en escuelas ubicadas en zona desfavorable, muy desfavorable o inhóspita. Esta prioridad se hará efectiva alterando el Orden de Méritos y Ofreciendo al otro cónyuge la cobertura de un cargo en la misma escuela o en su defecto, en la escuela más cercana donde existan vacantes».

Técnicamente, se lo conoce con un término muy políticamente incorrecto: «arrastre». Por ese efecto «arrastre», ahora los dos titularizaron en la misma escuela: la Escuela N° 8 20 de Junio de Ibicuy. Él como maestro de ciclo; ella, como maestra de nivel inicial.

 


La docencia, dice Pablo, es la profesión que eligieron, y «nuestra forma de vida, y estamos orgullosos por la decisión que tomamos».

-Es una profesión a veces muy desprestigiada.

-Nosotros, como colectivo docente, tenemos que hacernos fuertes, tener en claro el lugar hacia donde vamos y cuáles son los pasos a seguir. De todos modos, yo pongo en dudas que la docencia esté desprestigiada. El sector al que apuntamos,  la gurisada, nos brinda cariño y respeto. Y a los exalumnos que encontramos en la calle nos saludan, nos abrazan.

-Tu sueño siempre fue ser docente, pero en algún momento pensaste que no podrías lograrlo. ¿Qué fue lo que te empujó a conseguirlo?

-La educación pública, para nosotros, tiene un valor supremo. Sin lo público, en la situación en la que nosotros estábamos, nos hubiersa sido imposible estudiar. Esa es la función de lo público: dar la oportunidad a aquellas personas que, de otra forma, no podrían lograr recibirse. En nuestro caso, hicimos primaria, secundaria y terciario en lo público. Y apenas nos recibimos, seguimos en el sector público de la educación, intentando devolver un poco de lo que la sociedad nos dio. Y ahora, siendo docentes, intentamos brindar herramientas a chicos que están en situaciones parecidas a la nuestra, o incluso peor, para que puedan cumplir sus objetivos y seguir progresando. Esa es la idea.

-¿Cuál es el significado para ustedes de haber titularizado en la carrera docente?

-La emoción fue superlativa. Lograr titularizar con mi compañera de vida, el mismo día, nosotros, que tanto la luchamos, luego de varios sacudones que tuvimos últimamente, fue algo increíble. Increíble. Siempre quedará en nuestros corazones. El hecho de titularizar es como un augurio de que los tiempos que vendrán serán mejores. Y eso me da tranquilidad. El mismo día que titularizamos nosotros, también titularizaron compañeras de promoción y compañeras y compañeros de la escuela y eso nos pone super contentos. Los logros individuales están bien y nos dan felicidad. Pero los logros colectivos son los que realmente nos llenan el alma y hace que el lugar que habitamos sea un poquito mejor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto: La lucha en la calle

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora