Después de que en 2010 la familia Etchevehere cediera el control del El Diario, se han ido sucediendo los grupos económicos en el control de un medio de comunicación que supo ser clave en la provincia. La última novedad que trascendió al inicio de de noviembre de 2020 fue la supuesta salida del rosarino Ramiro Nieto, que supo estar ligado al negocio de las transmisiones de fútbol por TV durante el kirchnerismo. Nieto habría transferido entonces su paquete accionario a otro rosarino, Gustavo Scaglione, que en 2019 se quedó con el decano de la prensa argentina, La Capital, de Rosario, y que también controla los diarios Uno, de Santa Fe, y Uno de Entre Ríos.
Pero esos escarceos gerenciales apenas son la punta del iceberg.
Una historia detrás de la caída
Luis Félix Zahorí Etchevehere murió el 6 de septiembre de 2009. Fue el último director de El Diario que llevó el apellido Etchevehere. Menos de un año después, el 25 de agosto de 2010, se produjo lo que muchos temían: la venta de la mayoría accionaria del tradicional matutino entrerriano a Nea Capital Creativo SA, que pasó a controlar el 66% de las acciones en Sociedad Anónima Entre Ríos (SAER), la sociedad editora de El Diario.
A la cabeza de ese nuevo grupo empresarial estaba el santafesino Walter Grenón, dueño de Red Mutual, que tomaría las riendas tambaleantes del negocio editorial sólo por dos años. En 2012 ingresa como cabeza del grupo Nea Capital Creativo el rosarino Ramiro Nieto que, en teoría, todavía mantiene en su poder el 66% de las acciones, en tanto que el resto está en poder de Leonor María Magdalena Barbero Marcial y sus hijos, Luis Miguel, Arturo Sebastián y Juan Diego Etchevehere.
«Los Etchevehere, que fueron dueños absolutos de El Diario desde 1946 e integrantes de la sociedad desde la fundación del medio, en 1914, ya no solo habían perdido injerencia en lo que se publicaba sino que además al frente de la empresa, con Redacción incluida, estaban sus enemigos políticos», cuenta el periodista y escritor Jorge Riani en El imperio del Quijote. Y agrega: «Menos de un año después del fallecimiento de Zahorí Etchevehere, sus hermanos (Ivar y Arturo Roosvelt) pusieron a la venta el 66% de las acciones de la empresa editora. Raucho (Ivar) quería vender desde la muerte de su padre (Arturo Julio), en 1994, pero Arturito (Arturo Roosvelt) parecía frenarse en la decisión mientras Zahorí estuviera vivo».
Desde aquella transferencia accionaria que ocurrió en 2010, cuenta Riani, «la injerencia de Etchevehere en El Diario, quedó reducida a nada». Y cuenta una crónica que el mismo medio publicó en 2013 cuando se daba el feroz enfrentamiento entre el gobierno kirchnerista y los ruralistas. Una movilización a Casa de Gobierno de productores que terminó con varios policías golpeados tuvo una crónica en estos términos en El Diario: «En el grupo de violentos pudo verse a Alfredo de Ángeli y Alfredo Bel, de Federación Agraria Argentina (FAA), Edelmiro Oertlin, de Fedeco, y Luis Miguel Etchevehere, entre otros dirigentes».
Con la venta, cambió abruptamente la línea editorial y hasta la tradicional familia Etchevehere quedó bajo los dardos que enviaban desde la administración del gobierno de Sergio Urribarri, cuyo ministro de Cultura, Pedro Báez, pasó a monitorear todo lo que se publicaba.
Pero la llegada de Grenón a El Diario fue provechosa en términos financieros para la familia Etchevehere: en 2010 empezó un proceso de vaciamiento de SAER que está reflejada en una causa judicial, que inició en 2011 Dolores Etchevehere, la díscola miembro de la familia, pero que se amplió con el trabajo del Ministerio Público Fiscal en Tribunales.
Desde 2013, la viuda de Zahorí Etchevehere, Leonor María Magdalena Barbero Marcial, y sus tres hijos varones, Luis Miguel, Arturo Sebastián y Juan Diego Etchevehere, más sus socios circunstanciales, los hermanos Walter y Viviana Grenón, entre otros, están imputados en una causa por estafa que denunció Dolores Etchevehere, y que tramita, con la paciencia de la araña, el Juzgado de Transición N° 1, de Paraná. Esa pesquisa judicial, que estuvo a punto de naufragar por propia decisión de los operadores de Tribunales, finalmente salió del letargo a finales de octubre de 2020 y tras siete largos años de amansadora. El juez Carlos Hugo Ríos llamó a indagatoria, por primera vez, a Barbero Marcial y sus tres hijos varones. La última en declarar fue la madre, cuya indagatoria se dio en dos capítulos, aunque resta un tercero, suspendido ahora sin tiempo. En esa última declaración piensa dar cuenta de su versión de lo que su hija denuncia como vaciamiento de El Diario.
Vaciamiento
En esas operaciones habrían participado los hermanos Walter y Viviana Grenón, también imputados en la causa. El fiscal Álvaro Piérola ha planteado que los Etchevehere (la madre y los hermanos Luis Miguel, Arturo Sebastián y Juan Diego Etchevehere) y los Grenón tomaron parte de una «compleja trama ejecutada por todos y cada uno de los sindicados en la presente causa, quienes de forma continuada e integrada entre sí, desde distintos modos de intervención jurídico penal, fueron creando una situación de ruina comercial y financiera de SAER». En opinión del representante del Ministerio Público Fiscal, «la maniobra de vaciamiento como hecho único investigado, no sólo encuentra a Walter Grenón desde ´adentro´ de SAER, sino también desde ´afuera´, participando dolosa y necesariamente en la transferencia -vaciamiento- de los bienes que eran propiedad de El Diario de Paraná».
Piérola cita un acta de asamblea de SAER del 20 de diciembre de 2010 que dispone, «teniendo en cuenta la imposibilidad de hacer frente con recursos financieros propios al pago de las deudas fiscales como así también la imposibilidad de acceder a créditos en atención a los estados contables de la empresa es que aprueban por unanimidad poner a la venta la totalidad de los inmuebles de la Sociedad (SAER) con exclusión del ubicado en calle Buenos Aires y Urquiza donde se encuentra la sede social. A tales efectos, se autoriza al entonces Presidente, Walter Grenón, a realizar actos correspondientes a los fines de la venta de los inmuebles y/o suscripción de boletos de compraventa y/o escrituras traslativas de dominio que correspondan».
En 2013, Dolores Etchevehere presentó una denuncia penal por estafa contra su madre, Leonor Barbero Marcial, y sus tres hermanos, Luis Miguel, Arturo Sebastián y Juan Diego Etchevehere, que después amplió en el fuero civil por el proceso de sucesión a la muerte de su padre, Luis Félix Etchevehere, ocurrida en 2009, pero que sumó también un pedido de investigación por el supuesto vaciamiento de la nave insignia del holding familiar, Sociedad Anónima Entre Ríos (SAER), la firma editora de El Diario. Pero la Justicia -cuatro distintos jueces tuvo la causa- nunca llamó a indagatoria a la familia Etchevehere. Ello recién ocurrió el 30 de octubre de 2020, cuando el juez Ríos firmó el pedido de indagatoria. Fue un día después de que otra jueza, María Carolina Castagno, dispusiera el desalojo de Dolores y el MTE de Grabois del campo Nuestra Casa, en El Quebracho.
En la primera denuncia, la mujer habló de la “toma fraudulenta de un crédito del Banco Itaú por la suma de $1.066.000 equivalentes a u$s 250.000 al cambio de entonces (año 2011, aproximadamente $4,24242 por dólar) cuyo importe fue retirado por los denunciados según así surge de los estados contables correspondientes al ejercicio cerrado al 31 de diciembre de aquel año”. Los denunciados son, claro, sus tres hermanos y su madre.
Después, abundó en las cifras y detalló que el fraude bancario fue mayor a los u$s 250.000. Hubo otros dos montos de u$s 360.000 y u$s50.000 que los denunciados tomaron de préstamos bancarios y se repartieron en provecho personal. Por eso, en 2014 Dolores Etchevehere pidió el allanamiento de la sede de la sociedad Las Margaritas SA, en Urquiza 1123, tercer piso, el mismo edificio donde funcionó la Redacción de El Diario, con el propósito de secuestrar los libros contables “y toda otra documentación que tenga que ver con el hecho que se denuncia”. También pidió allanamientos a las sedes de SAER, en la misma dirección, Urquiza 1123, tercer piso , dirección que corresponde a otra firma, Construcciones del Paraná, cuyo allanamiento también solicitó.
Los préstamos, después se supo, fueron pedido por los Etchevehere a los bancos Itaú y Nación, a tasa subsidiada, en teoría para fines productivos, pero que en la práctica fueron a dar al bolsillo de la familia.
Con su denuncia, Dolores Etchevehere procuraba establecer “la ruta del dinero” y la “posible utilización de los fondos (o parte de ellos) de los préstamos tomados por Las Margaritas SA en la transferencia de los inmuebles” propiedad de SAER. Desvío de fondos, vaciamiento, estafa: delitos gravísimos que una fiscal, más adelante, entendería como una simple peleíta familiar.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora