En 2015 Vicente Suárez Wollert estaba a punto de cumplir 20 años cuando sintió el llamado de la vocación religiosa: quiso ser monje y se anotó en la Fraternidad de Belén, un desprendimiento de la orden de los capuchinos que dirigía el cura José Miguel Padilla en Intendente Alvear, en la provincia de La Pampa.

Entonces, Vicente Suárez Wollert, a punto de cumplir 20, viajó desde su ciudad, Santa Elena, hasta Intendente Alvear e ingresó como novicio. Menos de un año después volvió a su ciudad con una recomendación del superior de la orden: que se tomara un tiempo. Después, le diría que no servía para la vida religiosa, que no tenía temple, que cargaba con un desasosiego impropio de la vida monástica.

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Pero nada de todo eso era la razón: Vicente Suárez Wollert, a punto de cumplir 20, había caído pronto en la cuenta que dentro de la congregación ocurrían hechos y situaciones que contrariaban la moral cristiana: el superior de la orden maltrataba religiosos y hostigaba a los principiantes. Vicente Suárez Wollert se lo contó primero a un grupo de monjas franciscanas, y después lo puso al corriente al obispo de Santa Rosa, Raúl Martín, ahora arzobispo de Paraná.

Dice Vicente Suárez Wollert que nunca tuvo respuesta del obispo. Ni siquiera cuando le envió por correo electrónico las capturas de los mensajes que le enviaba el cura Padilla a su teléfono celular.

 

-En 2015 vos viajás a Intendente Alvear, ingresás a esta congregación con la aspiración de convertirte en religioso y ¿qué pasa en el medio?

-Ingresé en noviembre de 2015. Recibí el hábito, el cambio de nombre y permanecí hasta mayo o junio del año siguiente. Permanecí seis o siete meses. Me retiré entre mayo y junio del año siguiente.

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-¿Y te retiras por qué?

-Porque Padilla me echa. Él en realidad me envió a mi casa con la excusa de que debía estar cerca de mi padre, que estaba enfermo. Pero cuando me encontraba de camino me avisó que estaba despedido de la Fraternidad. Dijo que yo tenía mal carácter. En realidad lo que había pasado es que yo ya me había comunicado con unas monjas que hay ahí, había hablado con personas del pueblo y también con algunos frailes que me habían comentado algunas situaciones similares a las que yo ya había vivido, que era nada más y nada menos que abuso. Padilla acostumbraba a hacer inspecciones médicas a los integrantes de la Fraternidad sin ser médico.

-¿Y a vos qué te pasa particularmente?

-No fue una situación, fueron una serie de hechos. Lo primero que hice fue contarle al obispo Raúl Martín lo que había sucedido. Se lo envié en un mail. En ese momento, recibí una respuesta del obispo: me dijo que esperaba poder charlar el tema en forma personal y que quedaba a disposición. Unas semanas después, Padilla consigue mi número de teléfono, y comienza a pedirme que me tome fotografías, que le relate cosas, que me saque fotos, que le envíe fotos, que le busque fotos. Lo que hice fueron capturas de esos mensajes y enviárselos a la misma dirección de correo electrónico al obispo Raúl Martín.

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-¿Qué respuesta obtuviste en ese segundo correo?

-Esa comunicación él no la respondió. Durante el juicio a Padilla, en 2023, cuando fue absuelto por el beneficio de la duda, Raúl Martín reconoció haber recibido los mails, pero dijo que, bueno, que había pensado que eran cuestiones de vida comunitaria y después dijo que no se lo había mandado a su casilla personal. No dijo `no lo vi`, sino que dijo `no me lo envió a mi casilla personal`. Lo recibió, pero eligió no hacer nada.

-¿Y qué te pasó cuando te entenrás que Raúl Martín fue designado arzobispo de Paraná?

-Venía intentando cerrar esta etapa. Después del juicio y la absolución estuvo la posibilidad de apelar, pero en el medio murió Padilla. Pasó poco más de un año y lo nombran a Raúl Martín como arzobispo de Paraná. La verdad que parecía una tomada de pelo. Más todavía cuando me enteré que en mi pueblo, Santa Elena, preparan una caravana de recibimiento para este domingo por la fiesta patronal. A un encubridor no se le da la bienvenida. No se le rinden honores, no se le tiene que dar la llave de la ciudad, no se lo tiene que llamar a la Cámara de Diputados a dar un discurso por otro encubridor como fue Karlic. Me llamó la atención que hagan una caravana en mi pueblo para recibir a este sinvergüenza que no hace otra cosa que no sea encubrir.

-Decidiste apostatar. ¿Por qué?

-Así es. Yo sé que la respuesta siempre de la Iglesia es bueno, el bautismo no se borra porque es un sacramento, lo entiendo, desde el punto de vista teológico lo entiendo. Pero yo no puedo compartir ni siquiera en papeles un espacio donde esté una persona como Raúl Martín. No es contra la fe, sino que me resulta imposible habitar un espacio con una persona que encubra abusos. Para mí ya es un límite y es un paso necesario.

De la Redacción de Entre Ríos Ahora