La madrugada del jueves 9 de agosto, el Senado rechazó por 38 votos a 31 el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE) y cerró así la puerta a la posibilidad de que Argentina se sume al grupo de países que han legalizado el aborto.

El resultado de la votación confirmó la fuerte resistencia que la iniciativa aprobada por Diputados el pasado 14 de junio venía acumulando en la Cámara alta y que se profundizó en los últimos diez días, cuando el rechazo fortaleció su mayoría.

La Iglesia Católica jugó un rol activo en esa decisión: los grupos pro vida que se oposieron a la sanción de la legalización del aborto encontraron en el clero un jugador clave, que incluso hicieron pesar su pensamiento sobre varios senadores.
Luego del resultado de la votación -que aplaza de momento el tratamiento en el Congreso de una nueva iniciativa-, el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari dijo que “hay muchos sentimientos encontrados. Los que estamos convencidos de que esta ley no era la solución, nos sentimos un poco más aliviados y, al mismo tiempo, le agradecemos a Dios por esa preocupación que han tenido los senadores de buscar soluciones auténticas”.

La Iglesia “no niega la realidad. Hay muchos curas y laicos que trabajan en los barrios más periféricos y pensar que estamos en una burbuja es un error muy grande. Hay muchos sacerdotes que están metidos en el barro. Lo que sí negamos es que ese proyecto era una solución”.

“Uno siente la alegría de que se haya podido frenar, pero al mismo tiempo sabemos que quedó una gran grieta. El drama está. Hay que encarar seriamente pero hay que buscar soluciones reales y no manejadas por una ideología”, opinó Puiggari en declaraciones que hizo a través de la radio de la curia, FM Corazón.

En torno a lo que generó el debate por el aborto, aseguró que “las crisis dan oportunidades. Lo más beneficioso de esto fue el trabajo del laicado. A veces se piensa que por ser católico hay que estar en la Iglesia. Y en realidad el laico se santifica cuando se involucra. Ellos tomaron el protagonismo en esta cuestión. Esa es la gran novedad que, al mismo tiempo, se conecta con el Sínodo”.

Puiggari entendió que “hay que pensar a largo plazo un proceso hacia el interior de la iglesia de re cristianización. Yo no puedo decir soy cristiano con peros. Ser cristiano es una acción libre pero compromete toda la vida, no solo la dimensión privada de la oración sino el compromiso con los demás. Es importante sentirnos partícipes de la construcción de la sociedad”.

“Tenemos drogas, familias destruidas, 30% de pobreza ¿Este es el progreso que queremos? Como sociedad no estamos buscando las causas para solucionar esos problemas”, planteó.

“¿No será la falta de familias acogedoras la respuesta a estas problemáticas? Que los chicos puedan crecer sintiéndose cuidados. Los jóvenes tienen que tener perspectivas para poder soñar con algo. Es un desafío mucho más grande que lo se redujo en la votación del 8”, sentenció.

“Es necesario hacer un mea culpa pero sin caer en la negatividad. La Iglesia hace mucho y llega lugares muy profundos. Caritas, Grávida, y otros movimientos suplen una ausencia enorme del estado. La gente dice que la Iglesia se niega a dar educación sexual. No es así. Yo este año me propuse relanzar la educación. Hace años que se hacen cursos para que se pueda instruir”, agregó.

Finalmente, expresó que “se ha desintegrado tanto la sociedad que muchos necesitamos más cercanía y comprensión. Miramos para atrás y vemos que falta muchísimo trabajo de la Iglesia pero también hay mucho realizado. Hay que replantearnos, y repensar la educación y la prevención. Hay que ayudar al joven a que descubra su felicidad”.

 

 

 

Foto:Arzobispado de Paraná
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.