Por Hernán Rausch (*)
(El 21 de mayo de 2018, el Tribunal de Juicios y Apelaciones de Paraná condenó a 25 años de cárcel al cura Justo José Ilarraz, exprefecto de disciplina y formador en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo. El caso puso también en el banquillo a la jerarquía católica y mostró de qué modo se ocultaron esos aberrantes hechos que ocurrieron en la casa de formación del clero paranaense. Hernán Rausch fue una de las víctimas de Ilarraz e impulsor de la investigación y condena de esos abusos. )
Estamos conmemorando un año más de aquel mediodía paranaense… una ciudad paralizada, expectante, se había convocado en la sala de audiencia, en el Poder Judicial, la misma donde se desarrolló el litigio. En ese salón se requería silencio, se encendían las cámaras y se procedía a dar lectura del veredicto esperado por mucho tiempo, no solo un asunto de las víctimas, sino que además se hacía aflicción en los familiares ahí reunidos y a una gran cantidad de gentío sediento de sentencia sobre aquellos acontecimientos sucedidos en el Seminario de Paraná, un Instituto de su ciudad, en su provincia, Entre Ríos.
Se cumple el quinto aniversario de aquella lectura que daba por finalizada una etapa desgarradora, reviviendo y relatando a corazón abierto en un juicio lo padecido por esos hombres siendo menores, abusos sexuales. Dichos acaecimientos habían sido previamente examinados por un largo tiempo y en distintas etapas, salteando con estudio, empeño y profesionalidad, el único escollo presentado por la defensa, la prescripción de la acción penal.
Ya no es imperioso hablar de lo sucedido, acontecimientos absolutamente probados, reconocidos y consentidos, sino más bien referirse a cómo llevar esta carga sin desesperar frente a fantasmas impuestos por ese adulto perverso, astuto y maléfico, tratando, en lo personal. de no tomar decisiones apresuradas y absurdas, erróneas, que no solo mortifica a la víctima, sino que perjudica y entristece su entorno.
El poder hablarlo, contarlo detalladamente, desmembrar ese embrollo y confusión pergeñado con finalidad carcelaria y abusiva de parte de ese adulto mayor para con niños, en el momento que uno puede destrabar y denunciar, suelta amarras, aunque es un proceso de dudas y temores, ahí donde se visualiza la intimidad, al exteriorizarlo y exponerlo, pone en marcha aptitudes y talentos ocultos en la persona, reaviva y activas energías positivas enterradas por esa persona dañina, perversa y manipuladora.
Debemos concientizar que exponer los hechos no es exponerte vos. Todo lo contrario: es desnudar la maldad y la trama de seres infames. Con tu valentía representas para muchos un impulsor de libertades y nuevas oportunidades.
Levantando tu voz y no callarse es atreverse con coraje y valor a enfrentar distintas situaciones que te paralizaban, es mostrar a tu alrededor que es posible destruir cadenas, esas que aprisionan y te quitan autonomía.
Tu posición de pie frente a los oscuros hechos, es tal vez para muchos otros, una luz en el camino, es revelar los incidentes que dañaron tus esferas humanas en lo más profundo de tu ser, pero que no te mataron, te paralizaron, y que, mediante la verdadera intencionalidad de restablecer vida con transparencia y verdad, te activaron y estimularon para mostrar, concientizar y prevenir.
Bajo esta misma concordancia, deberían alinearse con más contundencia y decisión los tribunales competentes para estas etapas judiciales definitorias, dar veredicto a un camino recorrido con gran temple y vigor, inalterable y con convicción rotunda de lo sucedido que hasta aquí fue llevado adelante con verdadero empeño y decisión, destapando acciones aberrantes que perjudican el normal desarrollo humano.
Es de público conocimiento que, con la revelación de abusos, se activaron proyectos de leyes, llevando a modificarlas, dando grandes pasos hacia la imprescriptibilidad de estos hechos, existen tratamientos pendientes, finalidad anhelada y reclamada por la sociedad, que se encuentra con este obstáculo a la hora de poder avanzar en juicios, al caducar por el paso del tiempo.
La Ley de Respeto a los Tiempos de las Víctimas N° 27.206 sigue pujando y reclamando justicia. No podemos renunciar a tanto empeño, a los incentivos civiles para afianzar leyes, para obtener esclarecimientos en muchos acontecimientos añejos, esos recuerdos que lamentablemente repercuten desestabilizando periódicamente en los sobrevivientes damnificados como secuelas.
Nada nos ha detenido, nada nos ha espantado, a pesar de amenazas y descalificaciones, incredulidad y burlas. Contar para descomprimir opresión, es luchar por un afán de liberación.
Por estos tiempos, al parecer, existen prioridades solo políticas, que miran su gran ombligo de forma egocéntrica, dando apresuradas definiciones sobre cuestiones gubernamentales, en un círculo de poder administrativo y no institucional, para todo el estado, como debería ser el tratamiento de estas cuestiones, apelaciones demoradas, las cuales, con atención y tratamiento, destrabarían y avanzarían en cuestiones legales, sociales y culturales.
Si hay prioridades de tono exclusivamente político, también aquí deberían existir prioridades que hermanan, dejar de lado los tonos y revanchas políticas, para dar lugar a un tono unificador y federal, no con discordia, sino restablecedor para todo el suelo argentino.
En esta sintonía les decimos a los tribunales competentes, tanto eclesial como del poder judicial, debemos jugarnos todos si queremos volver al equilibrio, si queremos ser parte de la restauración de argentina y del mundo.
Hay definiciones que seguro motivan y definen rumbos y caminos de superación. Es tiempo de generar y avanzar.
(*) Hernán Rausch es sobreviviente de los abusos del cura Justo José Ilarraz y denunciante en la Justicia, uno de los siete casos por los que fue condenado a 25 años de cárcel.