La joven que en 2017 denunció haber sido abusada por dos miembros de los Testigos de Jehová de Santa Elena, ciudad del departamento La Paz, habló por primera vez en un medio de comunicación sobre su caso que está cerca del juicio oral y público.

Además, se refirió a la nueva denuncia de abuso sexual que formuló una joven de 17 años contra un miembro de la organización religiosa de María Grande. “Yo le creo y tiene mucha gente que la va a apoyar como yo tuve. Que tenga en claro que no está sola en esto, que somos muchas mujeres que luchamos por casos así. Lo mejor que pudo hacer fue hablarlo porque es para ir soltando una mochila que fue soltando por años”, dijo Belén, la joven que el 25 de abril de 2017 hizo un posteo en su Facebook en el que señalaba como abusadores a dos Testigos de Santa Elena: Matías Vargas y su cuñado Vito Luciano Panza.

Su caso no se quedó en una publicación en las redes, sino que avanzó en la justicia. A la Fiscalía de La Paz llegaron dos denuncias: una formulada por Belén y otra por su prima. La investigación estuvo a cargo del fiscal de La Paz, Facundo Barbosa, que pide 18 años de cárcel para Vargas y 15 para Panza, por los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante y corrupción de menores. Además, el caso contó con el impulso de la abogada de Belén, Valeria Burckhard.

En febrero el juez de Garantías de La Paz, Walter Carballo, elevó la causa a juicio y ahora sólo se espera que la Oficina de Gestión de Audiencias fije fecha de debate.

Ahora, enterada de la denuncia que formuló una joven de 17 años de María Grande contra José Ariel González, quien fue Siervo Ministerial de los Testigos de esa localidad, Belén contó que le impactó el caso y que se sintió sensibilizada.

“El sábado por la noche estaba viendo las redes sociales y vi la noticia de esta chica y me impactó. Me sentí triste y, a la vez, un poco contenta de que ella haya podido hablar. Todo esto me remueve ciertos sentimientos y me hace comprender lo que ella pasó”, dijo en diálogo con el programa Puro Cuento, que se emite por Radio Costa Paraná 88.1.

—¿Te hizo recordar lo que atravesaste?

—La verdad que sí. Aunque uno a veces parezca fuerte, las cosas siempre llevan dolores. Por más que uno intente procesar el dolor. Yo no puedo ni siquiera mirar noticias de violación o abusos porque suelo ponerme muy nerviosa. Cuando escuché esto –por el caso de María Grande- me sensibilicé y me largué a llorar. Sentía nuevamente cómo se me quebraba el alma. Yo lo viví y sé lo que es comprender a otra persona que también lo pasó en las mismas instalaciones religiosas y todo el proceso que lleva poder hablar.

—¿Te acordás qué te motivó a escribir aquel texto en Facebook?

—Por ahí me costó creer que fuera capaz de hacer eso. Llega un momento que te cansas emocionalmente, físicamente. Salir al pueblo y ver a gente que está bien presentada ante la sociedad y son gente que puede seguir causando daño a niños y niñas. Nadie sabe lo que uno lleva a adentro y lo fuerte que se siente salir y ver mejor que uno a la persona que te hizo daño. Me costaba salir de casa y hablarlo. En un momento me cansé de ver a esta gente, que te sigue mirando con cara de degenerado. Más me motivo el hecho de ver que estaban en un lugar que estaban en contacto con menores. Llegó un punto en mí que no soportaba verlos cerca de los menores. Me ponía a pensar si a ellos le pasaba algo si no hablaba.

—Sin entrar en detalles, ¿cuándo fuiste abusada?

—Con mi familia siempre concurríamos al Salón –del Reino- y estas personas eran muy cercana a nosotros. Siempre a mi me enseñaron a tenerles respeto como miembro de la religión. Hasta yo tenía confianza en ellos. Me pasó como a los 9 u 11 años, por ahí me cuesta volver para atrás. En mi cabeza anulé ciertas cosas y después me las fui acordando. Fueron en confianza y abusaron de mí en los momentos en que quedé sola. Eran personas que jugaban psicológicamente conmigo. Me trataban bien para satisfacerse ellos. Cuando uno es niño no sabe la intención de alguien grande que te dice ‘venía, jugá conmigo, abrazame’. Es algo terrible como uno es inocente y no cae. Yo caí de grande, porque nunca supe que me estaban haciendo daño.

—¿Qué repuesta obtuviste de los Ancianos de la congregación cuando contaste?

—Fue esperar. Lo conté porque había criaturas. Esperaba que me creyeran y no que tuvieran que esperar tanto para tomar una decisión. Veía que tuve que hacerlo público para que mucha gente me creyera y se tomaran las medidas necesarias.

—¿Te dio alivio que la justicia haya actuado y se haya llegado hasta este punto en el que la causa está cerca del juicio?

—Sí. Antes cuando quería contarlo solamente lloraba y era angustia y ahora me siento más fuerte porque sé que hay gente que me cree y apoya y va a ir conmigo hasta lo último. Espero que la justicia tome medidas. Hay días que estoy bien y días mal. Hay días que me levanto y pienso que voy a poder, que voy a ganar; y otros que se me cruzan muchas cosas.

—¿Qué le dirías a la chica que denunció a José Ariel Gónzalez en María Grande?

—Le diría que es una persona muy valiente para decirlo en un ámbito donde no es fácil que te crean. Que no se rinda, que siga para adelante. Siento más que nadie las cosas que pasó ella. Que yo le creo y que tiene mucha gente que la va a apoyar como yo tuve. Que tenga en claro que no está sola en esto, que somos muchas mujeres que luchamos por casos así. Lo mejor que pudo hacer fue hablarlo porque es para ir soltando una mochila que fue cargando por años.

—¿Por qué terminás yéndote de los Testigos de Jehová?

—Me fui porque sentía que no era mi lugar. Me sentía más triste yendo que estando afuera. No incluyo a toda la gente en una misma bolsa por dos personas que están vestidas de oveja. Hay gente dentro de la congregación que me sigue saludando y hay gente que se enojó o piensa que quise dejar mal el nombre de la congregación. Estoy tranquila porque dije mi verdad, y ayudé que a sus hijos y todos los menores que van ahí no les pase nada.

 

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.