«Me llevó 37 años aceptarme. Durante diez años viví una relación con un hombre usando pantallas, mintiendo a todos, haciendo una vida de tipo soltero cuando estaba en pareja. Tenía una pareja, tenía una casa, amé, amé mucho, y nunca pude contárselo a los que yo quería. En esos diez años fui haciéndome un ingeniero de la mentira».
Es una mañana de viernes luminosa y en este bar de paredes vidriadas que balconea al río, Ariel Villanueva, abogado, 44 años, coordinador de Trabajo Decente en la Secretaría de Trabajo de Entre Ríos, antes director de Protección de Derechos en el Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf), habla de su vida, de su historia, y liga todo eso con un proyecto que armó impulsado por su marido, Exequiel Salvador, y otros amigos, Equal, una asociación que busca ayudar a otros ingenieros de la mentira a transitar su vida con menos carga, más aliviados, aceptándose, y que pretende poner en agenda a la diversidad, en sus muchas manifestaciones.

Ariel Villanueva y su esposo, Exequiel Salvador.
Ha sabido transitar el dolor que supone vivir en una ficción: no aceptarse. Desde la primaria supo que era diferente, así lo dice: que le gustaban los chicos. Pero llegó a los 30 en una relación estable con un hombre que nadie conoció jamás. Ariel Villanueva quería que el mundo pensara que era hetero. O ni eso. En los asados con sus amigos era el único soltero, el único que tenía que responder a esa pregunta que se colaba en las charlas de sobremesa. ¿Y qué harías si un hijo tuyo es gay? A los 40 volvió a esos asados, a esas charlas, y ya como hombre casado. Su boda con Exequiel Salvador incluyó una producción de fotos muy primorosas que colgó en su Instagram.
Ahora, en los 40, dice que está bien así como está, sin ataduras, ni ficciones: es feliz en la aceptación de su identidad. El 4 de diciembre de 2020, en un período ventana que abrió la pandemia de coronavirus, pudo organizar su fiesta de casamiento con Exequiel Salvador, y ese hecho, ese día, fue el punto de quiebre para iniciar un camino de búsqueda y de acompañamiento desde Equal.
-A mí me gusta lo formal. Soy muy formal, y por eso me casé. Tuvimos una relación de pareja de cuatro años antes de casarnos. Fue muy loco: nos casamos en plena pandemia. La idea era ir al Registro Civil, con las restricciones que en ese momento había, y volver a casa. Pero justo en esa semana se autoriza la posibilidad de hacer reuniones con 20 personas, y entonces compartimos a la mañana con familia y a la noche con amigos. Subimos las fotos del casamiento a las redes, y de inmediato empezamos a recibir mensajes, y eso fue un golpe para nosotros. Sin darnos cuenta, empezamos a ayudar a otros a aceptarse.

Durante 37 años vivió sin aceptarse: ahora se muestra con su marido.
-¿Fue pensado?
-Mirá, durante 37 años encontré límites, trabas, prejuicios míos, ocultamientos míos. Entonces, una vez que pude atravesar, transitar, que no fue fácil, fue muy dolorosa, mi aceptacion y poder caminar las calles de Paraná aceptándome como una persona gay, hubiese sido hipócrita de mi parte no mostrar imágenes de mi vida por el hecho de ser funcionario. En las redes, mostramos el amor. Mi vida va primero a mi rol de funcionario.
-¿Cuándo saliste del closet? ¿Lo pusiste en esos términos, salir del closet?
-Fue doloroso. Los que me conocen saben que la frase salir del closet es algo que no me gusta. No me gusta porque le baja la carga de lo que significa para la mayoría dar ese paso, aceptarse. No es de un día para el otro, no es fácil. No quiero generalizar. Pero esa aceptación, que primero es personal, viene acompañada de mucho dolor. Durante todo ese tiempo en el que uno vive sin atreverse a mostrar quién es, hay mucho dolor.
-¿Cuánto duró ese dolor?
-Duró 37 años. Cuando a mí me preguntan desde cuándo sabía que era gay, respondo que yo lo sabía desde que era un nene. Mi gusto era un gusto diferente a lo que la mayoría de la sociedad te marca. A nosotros nos interesa mucho desde la asociación Equal acompañar a las familias y a los padres. Se trata de un acompañamiento desde el amor. No quiero caer en el discurso de un pastor, pero es una cuestión humana, desde el afecto, poder acompañar a los padres para que no se cometan errores de antes. En el jardín de infantes, te preguntan si tenes novia. Y cuando vos naciste con otra identidad, es totalmente doloroso poder responder a esa pregunta. Si no podemos aceptar y sanar todo eso desde chico, nos ubicamos en un lugar muy complicado y así no podemos sanar. Si toda la sociedad te va encasillando a que tenes que tener un gusto que no tenes, sentis que algo mal tenes.
-En tu caso, en ese período en el que fuiste ingeniero de la mentira, ¿de quién te ocultabas?
-Primero, me ocultaba yo, me ocultaba de mí mismo, por eso es tan importante aceptarse. En esos años, recuerdo que el psicólogo me decía: «Tenes que hablar, porque tu familia te quiere, tus amigos te quieren». Y era así, era verdad. Pero uno tiene miedo al rechazo. Cuando estudiabas abogacía, soñaba con llegar a ser reconocido por mi trabajo, pero automáticamente me ponía la barrera: me decía que nunca lo iba a poder lograr porque al mostrar mi imagen iba a quedar expuesto desde mi historia oculta. Por eso digo que la expresión salir del closet es un poco romántico y no responde a la realidad. En mi caso, fue tirar al Ariel que fui durante 37 añlos desde un rascacielos, y hacerlo desaparecer. A esa persona que cuidé tanto, la tiré. Pasa que cuando uno vive oculto, al final nadie te conoce. Y eso es doloroso. Es una decisión que uno sostiene, claro, pero nunca te mostras genuinamente. Por eso, salir del closet no es abrir una puerta: es matar a la persona que vos cuidaste durante tanto tiempo.
-¿A quién se lo contaste primero?
-A mi hermana Lorena, que es psicóloga y tiene una vida increíble. Es mi ejemplo de fortaleza. En ese momento de crisis, de sentirme solo, a la primera persona que llamo es a ella. Lo hice en un estado de mucha angustia, pero a eso no se lo adjudico a la otra persona, a la persona con quien estuve en pareja durante diez años sin acdeptarnos. Fue mi responbsabilidad. Durante 37 años no me había animado a contárselo a mi hermana, pero en ese momento de desesperación supe que era ella. Vino ella junto a toda una red de contención de amigos. Me ayudó a contener el dolor, la desesperación, que llevó un tiempo: casi un año llevó mi sanación. Sentía que había desperdiciado mi vida y y que no tenía la posibildiad de hacer algo bueno, y la realidad me pegó una cahetada enorme. Tuve amor, tuve familia, tuve amigos a mi lado.
-¿Les contaste algo nuevo o ya todos tus amigos y tu familia lo sabían?
-No, no pasó. Al ser un ingeniero de la mentira, vas armando todo un andamiaje para ir cubriendo dos vidas, y que nada se cruce.
-¿Qué pasó con tus viejos?
-A mis padres les costó más comprender, y los entiendo. En realidad, a mi mamá; con mi viejo fue más fácil. Mi viejo tuvo la palabra más simple cuando se lo conté. A veces a los padres también hay que entenderlos, El gran temor de los padres es que seamos infelices. Y muchas veces cometen errores, por desconocer, por no saber cómo acompañar a sus hijos.
Durante más de una hora de charla, Ariel Villanueva cuenta cómo atravesó ese dolor, y no quiere ser autorreferencial: quiere mostrar su historia para que otros se sientan identificados y puedan sentirse acompañados y buscar, si hace falta, acompañamiento profesional. Cuenta de sus amigos heteronormativos, y de las charlas con sus amigos respecto de la crianza de sus hijos, y de lo que hace y tiene proyectado hacer desde la ONG Equal, en la que día a día se suman más profesionales para orientar y acompañar a quien lo pida, sobre todo a las familias.
Ver esta publicación en Instagram
Desde hace cuatro años, Ariel y Exequiel tienen el deseo de convertirse en papás. Van por el camino que les marcan: se anotaron en el Registro de Adoptantes de la Defensoría General, pero de momento es un camino sinuoso, incierto.
«¿Subrrogación de vientre? No sé, no se puede en el país. Además, es muy costoso», dice.
Mientras, sus energías están puestas en Equal, un espacio para la diversiad. «Nos pareció interesante generar líneas de trabajo para que personas que estén transitando el dolor, sepan que no están solos ni solas. Aún en la virtualidad, pueden estar acompañados. Nos pasó acompañar personas de más de 50 años, que nunca habían podido vivir su historia. La vida es tan corta y tan simple, y si uno puede vivir mejor, y si se le puede dar la mano al que está alaldo, bienvenido», cuenta.
-A la asociacion Equal le interesa mucho que las personas no estén en soledad, viviendo la diversidad oculta. En la medida en que no te aeptes, nadie te va a acpetar. En la medida que no te ames, nadie te va a amar. Además, el mundo es diverso. La diversidad está en todos lados.
Ricardo Leguizamón
De la Redacción de Entre Rïos Ahora