El fiscal Mariano Budasoff, que instruye la causa penal que investiga el violento asalto al corredor inmobiliario Pablo Ferreyra, el último viernes 16 de julio en las puertas del negocio familiar, Corralón Almafuerte, en la zona de Avenida Circunvalación y Churruarín, convocó al imputado César Carlos Nuñez Guerrero, uno de los cinco detenidos, «a ampliar su declaración como imputado para el día 20 de agosto de 2021, a las 9.00 horas, solicitando su autorización y traslado al Sr. Juez de Garantías», según la resolución que firmó este lunes.
La medida se concreta a petición del abogado defensor de Nuñez Guerrero, Walter Rolandelli, que dijo a Entre Ríos Ahora que hoy, a las 8, pidió que su cliente pueda declarar. «Hoy lo pedí. Tiene mucho para contar», respondió el letrado ante la consulta de este sitio. Nuñez Guerrero, de nacionalidad paraguaya, brindó explosivas declaraciones que el diario Uno publicó en su edición de este domingo 8, en la que dijo ser inocente de los cargos de ser autor intelectual del violento asalto.
En ese violento asalto, Pablo Ferreyra resultó gravemente herido -hecho del que se recupera favorablemente en el Hospital San Martín- y le fue sustraída una mochila que contenía una suma que, ahora trascendió, no eran 40 mil dólares, como detalló en una audiencia judicial el fiscal Juan Manuel Pereyra, sino 30 mil dólares.
En el desarrollo de la investigación penal, el 23 de julio último el juez de Garantías Ricardo Bonazzola dispuso el arresto domiciliario por 45 días para Luciano Cuatrín, Mario Godoy Jesús Lemos, sospechados del asalto al Corralón Almafuerte. Pero no son los únicos. El último viernes de julio, el juez de Garantías Mauricio Mayer dispuso el arresto domiciliario durante 38 días y con la colocación de dispositivo electrónico, de los imputados César Carlos Núñez Guerrero y Ariel Marcelo Sione.
—¿Cuál es tu descargo respecto de la imputación que hizo el fiscal?
—Me tomó como sospechoso, dice que yo lo entregué a mi patrón. Yo no lo entregué a mi patrón, yo trabajé con ellos dos años y medio. Estuve en Buenos Aires trabajando. Estuve trabajando en Federal, con una arquitecta, terminamos la obra y me fui a Buenos Aires, de ahí me contacta de vuelta esta arquitecta para trabajar en el edificio de Almafuerte 527, al lado de Gendarmería. Cerramos un trato y me quedé laburando con ellos. Estuve un año y medio laburando ahí, terminé y ahí me contrató devuelta Pablo para hacer unas viviendas frente al Parque Acuático y en el edificio que arrancamos en 25 de Mayo y Pascual Palma, con Guillermo Torrealday y Pablo Ferreyra. Esos dos fueron mis patrones. Estuvimos trabajando y pasó lo que pasó. Estoy viviendo una pesadilla, tengo 37 años, nunca tuve antecedentes de nada, me sorprende mucho. Los traje a mis hijos para estar bien, cómodos, porque Buenos Aires está muy jodido y no había laburo con todo esto de la pandemia. Justo enganché laburo acá y me dijo Pablo que me traiga a mi familia. Yo viajaba cada 15 días y la ruta muy es peligrosa, y me trajo acá a vivir. Estuve trabajando ahí y pasó lo que pasó.
—¿Qué hiciste el viernes 16 de julio? ¿Cómo fue ese día desde la mañana?
—Estuve trabajando en las viviendas de Villa Elsa. Estábamos colocando porcelanato con el personal, un empleado cortaba con la moladora sin el protector y por ahí le salta una astilla en el ojo, tipo las 9 de la mañana. Silveiro me dice “no aguanto más”, le puse unas gotitas y lo traje a la salita (el Centro de Salud Corrales), el médico le revisó el ojo. Estuve todo ese momento con él ahí, y lo llevo devuelta a Villa Elsa. Y yo siempre antes de la 1 (de la tarde) voy al corralón, porque si no la secretaria Agustina se va y no puedo cobrar más. Le llevo al campo al encargado de obra, cuando vengo al corralón para cobrar me entero que Pablo tuvo eso… me sentí remal, no sabía qué hacer porque no tengo fondos, no tengo plata, tengo 20 personas a mi cargo y no sabía qué hacer. Me dice Agustina que Pablo no llegó a dejar la plata, se sentía mal. Ahí le llamo a Guillermo Torrealday y le digo “¿querés que suspenda toda la obra?”, me dice “no suspendas nada, que la gente siga trabajando que yo tengo la plata para pagar”. Me consiguió 350.000 pesos. Está todo registrado en mi teléfono. Fui a buscar a la tarde, me dio la plata y le pagué a toda la gente para que se tranquilicen. Y fui a pagar el alquiler de la casa donde estoy viviendo. Esta casa me la alquiló Torrealday, con un contrato que firmé, le traje a mi señora para que firme y se lo llevé. No me dio ni una copia, nada.
—¿Conocés al testigo que dice que una persona con tonada norteña y la camioneta blanca que usaba Ferreyra fue a encargarle el robo?
—No, no lo conozco.
—¿Conocés a Ariel Sione?
—Sí, a Ariel Sione sí lo conozco, él vendía pescado. Un empleado que trabajaba con Pablo en la obra de 25 de Mayo, estuvimos laburando unos cuantos meses. Me dice “vamos a comprar pescado y comemos todos juntos acá”. Le dije que sí. Me dijo “yo tengo uno que cobra más barato”. Él trabaja con su hermano en esa pescadería. Me lleva a la casa de Sione, me vende pescado barato, cinco kilos por 500 pesos y comimos como siete u ocho, nada que ver con el Thompson que es muy caro. Eso fue hace cuatro meses más o menos, cuando estuvimos trabajando recién con las bases. Y cada viernes íbamos a comprar pesado, y a veces no teníamos plata. Éramos siete u ocho, pero no teníamos 500 pesos para comprar, porque se atrasaban con el pago, íbamos y le comprábamos fiado. Comíamos asado a la parrilla o frito. Así lo conocí a Sione, siempre comprando pescado, con él nunca comimos, todo para llevar a la obra. Le enviaba mensajes, está todo en mi teléfono, todas las conversaciones que teníamos.
—¿Desde cuándo y por qué tenía vos la camioneta blanca?
—Fue en noviembre que me entregó Pablo la camioneta. Cuando terminé el edificio de Almafuerte, terminé de pagarle todo lo que le debía, quedamos todo en cero, y ahí le digo “necesito algo para moverme”, porque yo vivía ahí en el edificio, en la misma obra. Estaba solo, todavía no había traído a mi familia. Y me dice Pablo: “Te doy mi camioneta, no hay problema en eso, te lo descuento de los certificados del edificio y de las casitas, tenemos que hacer 60 casas más el edificio, es buena plata, y de ahí te voy a descontar”. Le dije que sí y me entrega la camioneta transferida y todo a mi nombre. Me descontaba mensualmente una suma de 80.000 pesos, 40 de las casitas y 40 del edificio.
—¿Alguien más pudo haber usado la camioneta o siempre la usabas vos?
—Se la prestaba a uno de mis empleados para viajar a Buenos Aires a su casa, para ahorrarse el boleto.
Hace unos meses, el clima en las obras se empezó a complicar por falta de avances, lo que conllevó al cambio de personal y situaciones muy tensas. Así lo recuerda Núñez:
—Vino Pablo, como no había mucha producción él no nos daba plata, ya me empezó a para la plata porque no había producción de la gente de Paraná, no había avance de obra. Entonces yo contrato gente de Buenos Aires, todos paraguayos. Vino y me dijo “esta es la última plata que te doy, porque no avanzamos con la obra”. Yo tenía que decirle a los siete que estaban ahí, puse la cara por Pablo, les dije “vamos a parar la obra porque no hay producción y no hay más plata”. No trabajaban bien. Y ahí me empezaron a amenazar todos. Fue hace tres meses atrás más o menos. Yo tomo a otra gente de Buenos Aires, todos paraguayos, a los dos días, que están hasta hoy. Los anteriores me vinieron a amenazar, lo amenazaron Pablo. También le mandaron cartas documento a Pablo para hacer un juicio porque no les pudieron cobrar nada.
—¿En qué condiciones estaban trabajando tanto el grupo anterior con el cual tuvieron problemas como con los que trajiste?
—A mí me hizo monotributista. El contador me lo hizo por videollamada. Es el contador Armándola, llevaban a toda la gente a calle Artigas al lado de la cancha, tres como monotributistas y tres en blanco, porque ya nos perseguía la Uocra y no me dejaban trabajar. Yo estoy pagando todo eso, me descuentan de las certificaciones, y no me alcanzaba para nada la plata. No pude comprar ni una cama, estamos durmiendo en el piso con mis hijos (llora).
—¿Y con Torrealday era el mismo trato que con Pablo?
—Torrealday le daba la plata a Pablo y Pablo nos pagaba. Sólo me decía “la plata ya está en la oficina, pasá a cobrar antes de la 1”. Está todo en mi teléfono, todas las conversaciones con él desde que empecé. Yo hice sólo trato con Pablo, a Torrealday le conocí en las casitas cuando iban, me lo presentó Pablo.
—Y ahora, con esta situación y viviendo en estas condiciones ¿Cómo sigue? ¿Tuviste contacto con la familia de Ferreyra?
—Vinieron a hablar con mi señora.
Sonia, la esposa, interviene y cuenta:
—El día de la audiencia recibo un mensaje que me dijo que era la hermana de Pablo, que estaban a disposición de nosotros, en lo que podían ayudar que los llamara, que no tenían problema. Les dije que estaba en la audiencia, cuando llegue a casa te aviso y pasá. Para mí era importante que ellos vinieran porque nosotros quedamos a la deriva. Yo no conozco a nadie, vinimos buscando un futuro mejor para nuestros hijos, la tranquilidad que en Buenos Aires no hay. Y que nos pase esto, en mi vida imaginé que nos iba a pasar estas cosas. Cuando llegué le mandé un mensaje, le dije que ya estaba y vino con el hermano, Andrés. Me dijeron que estaban seguros que él (por su marido) no había hecho nada porque lo conocen, que es gente trabajadora y que lamentablemente ellos como querellantes no podían meterse. Ellos también esperaban que esto se solucione rápido. Imaginate que cuando se lo llevaron el miércoles estábamos nosotros solos, yo me quedé sola con los chicos, no sabía para dónde ir, no sé ni las calles, ni dónde tenía que ir a la Fiscalía a preguntar, cuando se lo llevan les pregunto a dónde podía preguntar por él, para saber, y el policía me dice “no te recomiendo que vayas porque no te van a informar ahora, vos esperá. Hoy a la tarde o mañana ya lo tenés a tu marido con vos”. Les dije “espero que sea así y que no lo usen como un perejil como lo hacen siempre”. El infierno que él tuvo que pasar y mis hijos también, tengo una beba chiquita, el nene de ocho, la nena de 12 y uno de 16 que ya entiende todo y que a pesar que entiende todavía sigue siendo chico, y prácticamente no lo estoy dejando salir porque me da miedo que salga con todas estas cosas. Aparte Pablo es muy conocido y que crean lo que están diciendo, a mí me da miedo por la seguridad de ellos. Gracias a Dios vino mi cuñado y nos estuvo respaldando y ayudando porque estaba sola. Esa misma noche no sabía para dónde ir, tuve que buscar por todos lados la dirección de la Fiscalía, la Alcaidía, tomarme un taxi hasta allá a las 9 de la noche, cuando llego me dijeron “no, tenés que venir mañana a las 7 de la mañana”. Al otro día a las seis y media estaba parada en la puerta tratando que me den una información sobre él.
—¿Cómo van a sobrevivir de acá en adelante?
César: —No sé porque tengo que pagar el alquiler, si no pagamos el 10 nos sube el interés por día y yo no estoy trabajando, no tenemos sustento, hasta ahora no me trajeron nada de plata. No puedo salir por la pulsera. El lunes arrancan mis hijos devuelta la escuela, están yendo a la de El Brete, siempre les llevo y les traigo, y ahora no sé cómo vamos a hacer.
Sonia: —Cuando nosotros llegamos no conseguíamos banco en ningún lado por el tema de la pandemia y las burbujas ya estaban armadas y no podían ingresar chicos nuevos. Entonces Pablo se comunicó con César y buscó un montones de colegios para ver si podían ingresar. Como no podían quedar en ninguno el mismo Pablo habló con la directora de esa escuela para que los chicos vayan. Cuando fui a hablar tenía que decir “me mandó Pablo”. Gracias a Pablo mis hijos están en esa escuela. No sé en qué cabeza cabe echarle la culpa a mi marido, él nos ayudó muchísimo acá, nosotros teníamos pensado en quedarnos, mi hijo está jugando en la U (Club Universitario) y le está yendo muy bien (lo pasaron de su categoría a la reserva y se lo quieren llevar otros clubes). Si mi marido pensó en hacer eso, jamás nos hubiera traído a nosotros y que pasemos lo que estamos pasando. Es algo ilógico todo lo que estamos viviendo.
—¿Las obras siguen funcionando?
César: —Siguen funcionando, las está manejando Torrealday, me dijo el encargado.
Fuente: Diario Uno
De la Redacción de Entre Ríos Ahora