Lautaro Azzalini, director de Comedores de la Provincia, dice que al llegar a la función se encontró con dos situaciones enojosas: una fuerte desprolijidad en la situación del personal, que respondía a los distintos cacicazgos departamentales, y una falta de control del Estado de qué porcentaje de la población auxiliaba con racione de comida. «Había una privatización de la política social», caracteriza.
Nacido en La Matanza, en la provincia de Buenos Aires, Azzalini dice conocer el territorio provincial -hace tres años que lo recorre- y plantea: «Hay muchas cosas a mejorar. Pero nos encontramos con una situación que se da en los últimos años en Argentina, y Entre Ríos no es la excepción, y es que la política social está privatizada. La política social se privatizó. El Estado se desligó de su rol de actor social, de generar políticas publicas, y la tercerizó en determinados grupos sociales que exigían. El Estado dejó de ser contralor, daba y perdió el hilo y la trazabilidad de la política pública».
El funcionario habló con el programa Puro Cuento de Radio Plaza 94.7 y fue enfático en hablar de lo que encontró y de lo que hizo en los seis primeros meses de gestión.
«Al llegar, el tema más grosero con el que nos encontramos fue el tema del personal. Había un desmanejo muy grande del personal. Charlando con los mismos empleados de carrera, que no viene de ningún partido político, te das cuenta que no era un hecho aislado, sino que el área durante muchos años fue un compartimento político que se loteó en 17 coordinaciones, y cada coordinación tenía una conducción política diferente, y que respondía a intereses y a situaciones diferentes y a personas diferentes, que no necesariamente eran los directores. Así funcionaba», apuntó.
Luego, indicó: «Llevó un tiempo poder entender y acomodar las piezas, pero creo que hoy estamos mucho mejor. Hemos puesto en valor el trabajo, un hecho que siempre recalco y remarco. No quiero ofender a nadie, pero tengo personal que es grande en edad, de 60, 65 años. Y con eso no quiero decir que sean viejos, pero para un trabajo tan físico, no es lo mismo que tener a personal de 30 años. No me da lo mismo cuando veía que había un montón de gente que no iba a trabajar. Y para justificar, te decían: soy amigo de tal, soy pariente de tal persona, no me jodan, no se metan, voy a hacer lo que quiero. Y veías a una cocinera de 65 años cargando ollas de 100 litros. Tomamos las medidas que había que tomar. En suplencias, y era gente que no trabajaba, les dimos baja. Y a los de planta, se les descontó los días que no trabajaron. Hoy, por suerte, está un poco más acomodado. La tasa que tenga en relación a la cantidad de persona de licencia, el ausentismo es del 5%. Me encontré con 3.102 empleados. Hoy, la nómina está en 3.000. Es el número con el que me siento cómodo trabajando en relación a la cantidad de servicios que presta la Dirección de Comedores».

Lautaro Azzalini, director de Comedores.
Azzalini dijo que esa tipo de situaciones «se resuelve con sentido común. No sos el empleado de un dirigente, sino de un repartición pública, y tenes asignada una función y tenes que cumplir. El Estado no es un instituto becario. Comedores no se encarga de dar becas. Si no gusta, no se continúan en la Dirección. Hay muchos contratos que dimos de baja y a otros empleados no les quedó otra que ir a trabajar».
-¿Cómo se prestó la ayuda en comedores mientras ordenaban esa situación?
-Todo fue un trabajo en paralelo, porque había que prestar servicio. La situación económica se iba poniendo compleja. Mientras uno acomoda las piezas en el tablero, se tiene que enfocar en prestar el mejor servicio para que los chicos puedan comer. La rueda no se podía parar. Uno no podía frenar. La rueda tenía que seguir girando, no nos podíamos dar el lujo de frenar. Hoy estamos más acomodados y las cosas funcionan mucho mejor, y eso me da tranquilidad. Logramos marcar diferencias.
-¿Cuántas raciones de comida distribuyen por día?
-Lo dividimos en dos. En comedores escolares distribuimos cerca de 112 mil raciones; y en copa de leche, 160 mil. Y en el caso de los comedores comunitarios, cerca de 20 mil.
-Con los comedores comunitarios se ha planteado un conflicto.
-No creo que haya conflicto. Obviamente, uno encontró cosas raras.
-Por ejemplo…
-Por ejemplo, el caso de 20 comedores comunitarios que hace un año no rendían en qué gastaban. Al igual que los escolares, los comedores comunitarios disponen de una tarjeta para comprar los alimentos, y rinden todos los meses. Pero nos encontramos con comedores que hace más de un año que no rendían. No digo que hay conflicto .Sí hay muchas cosas a mejorar. Pero se da en el marco de lo que ha ocurrido en los últimos 10 años en Argentina, y Entre Ríos no es excepción: la política social está privatizada. El Estado se desligó de su rol de actor social, de generar políticas públicas. Tercerizó la política social en determinados grupos sociales. El Estado dejó de ser contralor. Perdió el hilo y la trazabilidad de la política pública.
-Ustedes les reclaman a los comedores comunitarios que presenten nóminas de beneficiarios. ¿Eso ocurrió?
-No hay normalización con las nóminas. Es el punto. Es el planteo que le hago a las organizaciones sociales. Un integrante de una organización me planteó que manejaba una tarjeta para 10 comedores. Le digo por qué cada comedor no tiene su tarjeta, con su responsable, su nómina. Quedamos de acuerdo. Era una manera de transparentar el sistema. Después de un mes y medio, sigo esperando el listado. y hace poco salió ese mismo comedor a plantear lo mismo. La buena voluntad de colaborar con los comunitarios está, tenemos los recursos, queremos ayudar, lo único que planteamos es que queremos conocer la nómina, quiénes son las personas beneficiadas. Nunca se respondió esa pregunta. Asistimos a 451 comedores comunitarios, 20 mil personas.
-¿Qué genera tener esas nóminas?
-Esto da transparencia al sistema. Que rindan todos los meses, con la nómina. Así sabremos quiénes están siendo asistidos, y dejamos de lado esta política privatizadora de la política social que no ha traído ningún tipo de beneficio. Diez años para atrás, la pobreza ha crecido en la Argentina. Evidentemente, las circunstancias nos lleva a replantear el sistema. No el sistema de comedores sino la política social. Y en esto somos todos responsables. Durante 10 años la pobreza ha crecido.
-¿Y cómo es la relación con la Mesa contra el Hambre?
-Es buena. En líneas generales nos llevamos bien con todas las organizaciones sociales. Siempre los hemos recibido. No hemos cortado el diálogo. Hay críticas. Y está bien. Pero nunca hemos cortado el diálogo ni con la Iglesia ni con ninguna organización social. La relación es muy buena en líneas generales con todos. No hay diferencias irreconciliable con la Mesa contra el Hambre. La discusión para nosotros es transparentar el sistema. Con el sistema de `dame a cambio de paz social`, o `tengo mil personas dame mil módulos`, no hay mejora social. Al revés, veo que se va deteriorando cada vez más la situación. Entonces, probemos otro sistema. Hasta ahora, la privatización de la política social no rindió sus frutos. Busquemos una manera más transparente. Hasta ahora, a la política social la manejan otros y el Estado dejó de saber a quién se asiste. Privatizó la política social. A la vista de cómo está todo, evidentemente no rindió frutos. Hoy la situación es compleja, hay un aumento muy marcado de la pobreza, se va complicando más, hay pérdida de empleo Uno no lo ignora. Pero lo que decimos que dada la situación compleja, se abre una oportunidad para hacer las cosas bien.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora
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