Los números no cierran y desde octubre del año pasado, el Ministerio Público Fiscal investiga cuál es el verdadero alcance del patrimonio que logró reunir Pedro Angel Báez, exministro de Cultura y Comunicación en la gestión de Sergio Urribarri y actual diputado provincial del peronismo. Hay propiedades, hay un emprendimiento turístico y hay, también, en el patrimonio de Báez, emprendimientos agropecuarios. Cómo hizo un hombre que entró a trabajar en el Estado en 1988 para convertirse en millonario.
Pedro Báez no ahorra calificativos a la hora de definir su posición, pero mucho menos para identificar al adversario. Enfrente está, según el exministro, el “proyecto de sumisión y empobrecimiento de la última dictadura militar, que el gobierno de Macri intenta reinstalar”. La oligarquía y los terratenientes.
Así lo dice también el documento de Luche y Vuelve que lleva, en primer término, su firma. Báez habla del “proyecto liberal oligárquico”. Por consiguiente, se ubica en la vereda de enfrente, entre los amplios sectores populares que padecen la situación actual del país, de la que no se observa ninguna relación con procesos anteriores.
La Justicia entrerriana investiga, hace cinco meses, no precisamente el genuino entusiasmo de Báez con lo que hizo y dejó la gestión de Urribarri por caso, sino aquello que él hizo por cuenta propia y acumuló a su nombre y el de su familia. El enfoque es que Báez obtuvo una prosperidad notable mientras se dedicaba a la función pública. Algo nada fácil de explicar.
El actual diputado provincial declaró ante los fiscales Santiago Brugo y Patricia Yedro el pasado 22 de diciembre, pero eso fue en el marco de la causa por negociaciones incompatibles con la función pública, en la que están imputados, también, el ex gobernador Sergio Urribarri y su cuñado Juan Pablo Aguilera.
Por otro lado, Báez también tendrá que dar explicaciones en otra causa, que investigan también Brugo y Yedro, por los gastos de la Cumbre de Mercosur y en particular por las irregularidades expuestas en la contratación de su ministerio con la firma Nelly Entertainment, que tiene como uno de los socios a Facundo De Vido, hijo del ministro de Planificación, Julio De Vido y a Jorge Corcho Rodríguez.
En ese caso, lo que se investiga es el proceso de contratación de cuatro spots televisivos por un costo de unos 28 millones de pesos. Con la publicidad, que debía ser en función de la Cumbre, lo que hizo Báez fue impulsar la gestión de Urribarri y proyectar su figura a nivel nacional en el marco del famoso sueño entrerriano que no fue.
Pero hay más, en octubre del año pasado la fiscal general adjunta Cecilia Goyeneche dio instrucciones para comenzar las investigaciones y reunir todos los datos posibles -desde títulos de propiedad a cuentas bancarias, sociedades, vehículos, objetos de lujo y diversos bienes inmuebles- para determinar, en definitiva, en qué medida se ha enriquecido el diputado provincial y, acto seguido, ver si de algún modo puede justificar su estándar de vida.
La causa la sigue el fiscal Juan Malvasio, en plena tarea de recolectar pruebas para demostrar el enriquecimiento ilícito de Báez, ya imputado además por negocios incompatibles con la función pública, peculado y defraudación al Estado.
En la causa por enriquecimiento está imputado, y la Justicia le pidió que designe abogado.
Hasta ahora, la última noción sobre el estirón patrimonial del diputado provincial se había conocido a través de publicaciones periodísticas de medios de la costa del Uruguay. Sofía Riquelme, la esposa de Pedro Báez, trabajadora social y también militante del campo popular, figura al frente de un importante emprendimiento turístico junto a otros socios vinculados al poder, entre ellos el titular de Sidecreer, José Horacio Bechara. Ambos apellidos aparecen como integrantes de Innova Turismo, la SRL que maneja el hotel Amanzi Termal, en Villa Zorraquín, en Concordia.
Además, según datos de ATER, Báez y su esposa pagan por lo menos cuatro facturas del Impuesto Inmobiliario en la zona de la Toma Vieja, más precisamente en calle Jozami. Allí mismo se encuentra la propiedad identificada como la quinta del exministro, conocida en el barrio por el nivel de fastuosidad, con gran parque, pileta y ecológicos paneles solares. La quinta se ubica fácilmente porque ese tramo de Jozami, con muy pocas viviendas, fue una de las primeras arterias de la zona en acceder al asfalto y justo hasta la esquina donde se emplaza la posada del actual diputado.
Báez también tiene una casona en pleno centro, en Cervantes al 400, que se estima en un valor cercano a los 400 mil dólares. Hay autos de alta gama y hasta hace poco un pequeño crucero Mamba 25, valuado en unos 50 mil dólares, que amarraba en las dársenas del Club Náutico Paraná.
Pero eso no es todo.
La investigación, ahora apunta a otras propiedades del ministro y a emprendimientos comerciales, antes desconocidos y vinculados, nada menos, que a la razón agropecuaria tan enfrentada por Báez en los turbulentos días de 2008.
El diputado, mientras tanto, acelera su presión sobre el PJ y pide espacio para su sector en las listas que vienen. La versión vernácula del kirchnerismo asediado por justicia, está en problemas aquí por falta de perseguidores.
Porque lo que está claro, a esta altura, en una provincia donde no hay poderes que puedan incidir al nivel de quien maneja el aparato estatal, es que a Báez y a Urribarri no los persigue otra cosa que sus propios actos. Los poderosos aquí, sin contrafigura, han sido ellos. Por más de ocho años. Los mismos que se arroban las nobles banderas de las mayorías asfixiadas, al tiempo que instalan un hotel en Concordia, cuentan ganado o pasean en barco, en una provincia que dejaron en estado de quebranto.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.