La postal se viralizó en las redes sociales con posteos de varios usuarios: un enorme charco de agua se formó este lunes por la mañana en la céntrica esquina de 25 de Mayo y Monte Caseros, a una cuadra de la sede de la Municipalidad de Paraná.
Pero la imagen se repite, en distintos puntos de la ciudad: el pavimento que se hunde, los caños que se revientan, el agua que fluye durante días, aún cuando algunas zonas carezcan del servicio, como ocurre en la zona del Kilómetro Cinco y Medio.
A veces es la antigüedad de la cañería, otras veces, la desidia de las empresas que trepidan el pavimento; en ocasiones también, las empresas constructoras que levantan edificios en torre y que intervienen sobre los conductos sin la más mínima previsión.
Ahora, sobre calle Nogoyá, en la cuadra que va de Corrientes a San Martín, se levantan dos torres, y justo mismo a la obra, el pavimento se hundió, y los caños se reventaron, y desde hace una semana vierten agua sin cesar.
Eso, sumado al uso intensivo que hacen los paranaenses, conforman un combo preocupante: el altísimo nivel de consumo de agua potable que registra la ciudad contrasta con la falta de servicio en algunas zonas.
Así lo determinó un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En Paraná, cada persona gasta más de 478 litros de agua por día. Esta medida está muy por encima de la media máxima establecida en 200 litros, siendo Paraná la ciudad con mayor derroche en comparación con las demás ciudades analizadas por el BID.
En el diagnóstico se marca que no se contabilizaba alrededor del 38% (agua producida no facturada), mostrando así las grandes deficiencias que tiene Paraná en esa materia.
El diagnóstico es de 2015 pero en 2018 la situación es más o menos igual.
El agua se consume en exceso, y se pierde mucho, y hay vecinos que derrochan y otros que padecen la falta de servicio.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.