El restaurado edificio de la Capilla Norte de San Miguel, el edificio religioso en pie más antiguo de la provincia, permanece vedado al acceso del público la mayor parte del tiempo. Las rejas impiden asomarse a la belleza de esa construcción, cuyas obras de rescate arquitectónico fueron inauguradas el 27 de septiembre de 2019, con aporte financiero del Estado provincial.

“Esta capilla es parte de nuestra historia y de nuestra fe religiosa, y es para que la disfruten todos los paranaenses y los entrerrianos”, dijo el gobernador Gustavo Bordet cuando se inauguraron los trabajos de restauración. Claro que el acceso quedó restringido. La mayor parte del tiempo las rejas de acceso permanecen cerradas. Ahora hay visitas guiadas lo viernes, pero poco más.

Aunque extrañamente una de las barandas que fueron colocadas en el acceso al templo está destruida.

La baranda de acceso, dañada.

En el marco del bicentenario de la Capilla Norte, desde abril y hasta el 29 de septiembre el templo se abre todos los viernes de 10 a 12, y los últimos jueves de cada mes. Además, el último viernes de cada mes, a las 17,30, se realizan visitas guiadas.

No se sabe cómo se produjo el daño en la infraestructura de la restauración. Desde la Secretaría de Cultura aseveran que «el mantenimiento de la Capilla está a cargo de la Fundación San Miguel Arcángel y está al tanto del descalce de la baranda. Dijeron que se estaban ocupando».

El párroco Miguel Horisberger admitió que está al tanto de la situación. «Nosotros debemos pagar la reparación. No es fácil. Ya llamamos al arquitecto para que sean arreglados. Están, a mí poco entender, tarugados y no encastrados en el cemento. Cuando se apoyan, se aflojan y poco a poco la presión va sacando el tornillo», contó.

Aun con el acceso restringido, el sacerdote anota el movimiento que tiene el templo renovado. «Siempre entra gente: la del comedor, los bautismos, las charlas, los eventos que se realizan, las muestras. Además de las visitas guiadas y las escuelas que hacen un recorrido por Paraná y algunos monumentos y museos», sostiene.

 

La historia

 

Este edificio fue construido en 1822 y es la construcción más antigua tanto de la ciudad como de la provincia. La inversión total ronda los $9,4 millones, y se ha trabajado en la recuperación integral del edificio, restaurando las molduras al interior de la cúpula así como la fachada del lado externo de la misma. La provincia entregó $700.000  en concepto de aportes no reintegrables.

Los trabajos corresponden a un proyecto presentado por los arquitectos Mariana Melhem, Gabriel Terenzio y Alejandro Yonson en el XIV Congreso Internacional de Rehabilitación del Patrimonio en Matera Italia, cuyo objetivo principal consistió en una restauración respetuosa que preserve la originalidad y autenticidad de la estructura del edificio.

En 2000, bajo la administración del ex presidente Fernando de la Rúa, la Capilla Norte de San Miguel fue declarada monumento histórico nacional, aunque quizá pocos paranaenses recuerden ese dato: no hay un indicio, una plaqueta, un dato peculiar que indique que lo que hay allí, en ese sitio, esa añeja casona a la que se accede por un pasillo que también conduce a un comedor comunitario, es eso, un monumento histórico nacional.

El templo es uno de los cinco monumentos históricos que conserva la ciudad: los otros son Casa de Gobierno, la Catedral Nuestra Señora del Rosario, el salón de actos del Colegio del Huerto —que fuera sede del gobierno de la Confederación durante el gobierno de Justo José de Urquiza— y, desde 2009, también la Escuela del Centenario, ubicada en Avenida Alameda de la Federación y Tucumán.

 

La Capilla Norte fue construida por la Iglesia hacia 1822 —no existen registros ciertos sobre sus orígenes, ni tampoco los denominados “libros de fábrica” que den cuenta de sus inicios— para dar atención espiritual a lo que entonces se conoció como el Barrio del Tambor o Barrio del Candombe, habitado casi exclusivamente por población negra y mulata en la ahora exquisita zona conformada por calles Buenos Aires, Avenida Alameda, Ecuador, Garay, San Martín y alrededores.

La partición de la ciudad debido a los accidentes naturales dejaba a ese sector de Paraná prácticamente aislado. Una investigación que en 1997 llevaron adelante el profesor de Historia Walter Musich, y los arquitectos Alejandro Yonson, Ricardo Jaimovich y Gabriela Gallardo permitió reconstruir la historia.

“El sector norte de la población de Paraná alternaba el paisaje indómito con un núcleo de mulatos mayoritariamente esclavos liberados, de ascendencia africana. Se unía al Puerto a través de un viejo camino, pero su vínculo con la Plaza Mayor se interrumpía en tiempos de grandes lluvias por la existencia de un arroyo o zanjón que atravesaba, de este a oeste, todo el ejido (corría por lo que actualmente es el trazado de las calles Uruguay y Cervantes) —dice aquel informe—. En el Barrio del Candombe o Barrio del Tambor no se escrituraban las devaluadas tierras, que en un gran porcentaje pertenecían a la Curia, que las entregaba circunstancialmente a los morenos para su habitación y trabajo. La espontaneidad de su poblamiento y modestia de su trama urbana ha dificultado su fiel reconstrucción”.

La construcción del templo fue iniciativa de la propia Iglesia, y con el afán de dar atención espiritual a ese asentamiento. Pero no hay datos ciertos: se cree que fue cerca de 1822. El único “libro de fábrica” —los asientos contables de los templos al momento de su construcción— corresponde al nuevo templo, y allí consta el modo cómo se recaudaron limosnas y se establecieron diezmos para conseguir recursos para iniciar la construcción.

Lo único que se sabe es que la piedra fundamental se colocó el 14 de mayo de 1822. Y sirvió al culto hasta 1860, cuando quedó inaugurada la actual Capilla San Miguel.

La Capilla Norte de San Miguel fue declarada monumento histórico nacional a través del Decreto Nº 1.298 firmado el 29 de diciembre de 2000 por el ex presidente Fernando de la Rúa, a instancias de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, que de ese modo dio acogida a un planteo formulado por un grupo de profesionales que entonces integraban la Comisión de Preservación del Patrimonio Urbano de Paraná.

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora.