“Es un día soñado. Ratifica un proceso que iniciamos todos los entrerrianos en diciembre de 2007. Ahora se suman vascos amigos, que llegaron de su país y nos ayudan a hacer una provincia distinta, más vital y más dinámica”.
La frase la pronunció a finales de marzo de 2011 el exgobernador Sergio Urribarri al dejar inaugurada una fábrica de cartuchos de caza y competición en Cerrito. La planta, propiedad de capitales chilenos y españoles, CTL Activ Argentina SA, se levantó en el kilómetro 486 de la ruta 12, y se presentó entonces como “modelo” en toda Latinoamérica, con un plantel proyectado de 120 personas.
“De cada 100 dólares que se importe, la planta exportará 1.000, con lo cual la balanza comercial beneficiará a la Nación”, aseguró entonces el titular de la firma, José Luis Urcelay Vicuña.
Bueno, ahora, aquel sueño se terminó: la fábrica cerró sus puertas y dejó a 30 empleados en la calle.
Desde el 8 del actual la planta fabril permanece cerrada y no se sabe qué futuro les espera a los trabajadores.
En principio, la suspensión de actividades es por 30 días, aunque hay mucha incertidumbre respecto del futuro. El abogado que patrocina a los empleados, Flavio Steven, dijo al sitio Paraná Campaña (http://xn--paranacampaa-khb.com.ar/boundle.php?id=7923) que sus defendidos “están preocupados por esta situación porque ven esto como una patada final”.
En la ceremonia inaugural de la empresa en 2011, junto al entonces gobernador Urribarri y miembros del grupo inversor de Chile y el País Vasco, el titular de la empresa, había asegurado sobre la fábrica: “Será modelo en toda Latinoamérica y ocupará 120 empleados”.
Cinco años después, parece que las promesas han quedado bastante lejos de lo que hoy denota la realidad. Tal es así que por ahora solo tres empleados administrativos y dos serenos, cumplen su función. El resto, deambula por el sendero de la incertidumbre. Y justo en estos tiempos en las cuales los despidos parecen estar a la orden del día.
En este sentido, el abogado sostuvo que “ellos la ven mal a la fábrica, no hay ventas, tiene mucho stock, 6 millones de cartuchos sin vender y tuvieron problemas con los insumos: son de baja calidad y vinieron unas sebas fulminantes italianas, ‘pistones le llaman ellos’, que son duros y no explotan”, explicó Steven. “Vendieron unos cuantos chasis a costo de caza el año pasado y fracasaron, quedaron mal con turistas extranjeros y el español no respondió; son cuestiones comerciales”, agregó. “Entonces los clientes fueron a comprar a la competencia que son un poco más baratos y andan bien, encima”, añadió.
“Este hombre está haciendo la suspensión de todo el personal con un planteo de reducción del trabajo o causas de fuerza mayor, que, por cuestiones de orden económico, son situaciones que están previstas en la ley de contratos de trabajo, incluso para preparar un despido generalizado pagando la mitad de la indemnización. Si es de buena fe, para conservar la fuente laboral, está todo bien, los muchachos ponen el hombro. Pero también están preocupados porque lo ven como un preparativo de una patada final. Ahí está la situación de preocupación”, insistió.
“Nosotros hicimos una presentación al Ministerio de Trabajo, impugnamos las causales que ellos invocan en cuestiones económicas; las impugnamos porque son una suerte de mal gerenciamiento o de llevar mal adelante los negocios de la empresa. No es una cuestión generalizada de la actividad”, dijo Steven.
Luego, el abogado defensor de los suspendidos hizo hincapié en las dos gestiones que realizaron: “Una fue la impugnación de las causales de la suspensión de los empleados: presentamos un escrito firmado por todos los muchachos, manifestando a qué obedecía la mala situación de la fábrica, y por otro lado informamos en el Departamento de Policía de Trabajo y vinieron a hacer un relevamiento de todo el personal. Ahora están en una situación de asamblea y alerta todos los trabajadores, porque en la consulta frente a la suspensión se preguntaban si en realidad los colocan en una situación de abandono de trabajo y ellos, en realidad, no quieren abandonar el trabajo”.
Pero en 2011, el sueño era posible, y el miércoles 30 de marzo de aquel año Urribarri proyectaba un futuro que ahora se hace añicos. Dijo entonces que “es un día soñado porque ratifica un proceso que iniciamos en diciembre de 2007 entre todos los entrerrianos y ahora también con vascos amigos que llegaron de aquel país y nos ayudan a hacer una provincia distinta, más vital y más dinámica”.
Como se ve, llegaron para irse rápido, y en medio dejaron a unos cuantos trabajadores con las manos vacías.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.