Las nuevas medidas en la circulación de calles céntricas de Paraná tuvieron su golpe en los usuarios de colectivos. Hubo usuarios desorientados que no sabían para dónde ir en busca de la parada de su colectivo: la llegada al centro no habría tenido tanto problema como la vuelta a los barrios.
¿Dónde para el 3, el 2, el 20?
Con esa incertidumbre a cuesta, había pasajeros que seguían los grupos que esperaban sobre calle 25 de Mayo y, algunos, quedaban parados en vano en el anochecer helado de lunes porque, finalmente, esa no era la ruta del cole que debían tomar. La opción era caminar hacia alguna otra parada, como la de la Plaza del Bombero, la de calle Urquiza; lugares que estaban superpobladas de pasajeros.
“Me vuelvo caminando, no encuentro dónde para el colectivo”, dijo un hombre decidido a desandar a pie las quince cuadras que separan el centro de su casa después de haberse pegado un chasco con la línea 2. Es que vio un coche que bajaba por Belgrano y corrió a tomarlo en la parada de Urquiza, frente a la Plaza del Bombero, como antes; pero el colectivo bajó por Salta.
Otra mujer que intentaba dar con el 20, concluyó que la nueva disposición de las paradas no consideró a los usuarios, sino “a los que tienen auto”. Y argumentó que, en referencia a la Plaza 1 de Mayo, ahora queda más lejos bajar y tomar el cole.
La colocación de señalización en las paradas –pese a que había usuarios que aseguraban que no coincidían con las líneas que concretamente pasaban por el lugar- y la entrega de impresos con los nuevos circuitos del colectivo ayudaban con la información, aunque no habría alcanzado en el primer día de instrumentación.
Y este lunes el colectivo se volvió doblemente escurridizo. El servicio bajó la frecuencia con el inicio de las vacaciones escolares de invierno. Y esta vez, pese al cambio del gobierno municipal, se instrumentó como venía sucediendo hace casi un lustro, de prepo, sin información previa al usuario. Entonces, la frecuencia será durante estas dos semanas la de un día sábado: entre 25 y 30 minutos de espera.
La dilación de frecuencias se ha vuelto una práctica que aplican religiosamente las empresas de colectivos, en los períodos de receso escolar de invierno y verano.
Como ha publicado Entre Ríos Ahora, la restricción del servicio nació como una disposición unilateral de las empresas prestadoras y tiende a naturalizarse en cada período de receso ante la inacción de la Municipalidad de Paraná, única responsable del control de la prestación del servicio público de transporte en colectivo de la ciudad.
En años anteriores, el gobierno municipal anunció públicamente la aplicación de multas y demás sanciones, advertencias realizadas luego de que las quejas de los pasajeros trascendieran públicamente. Los avisos no obtuvieron el resultado esperado, pues los cronogramas de frecuencias raleados siguieron hasta el final de las vacaciones, señaló esta página.
Mientras tanto, ha estado vigente desde 1984 hasta ahora la ordenanza 6.723, que regula el servicio. La norma establece una frecuencia de 10 minutos –con tolerancia de 5 minutos– para los días hábiles y de 15 minutos –con tolerancia de 5 minutos- para los fines de semana y feriados.
Las demoras en las frecuencias es un reclamo histórico en Paraná, que recrudece en vacaciones escolares. El tema ha sido motivo de innumerables compromisos entre las empresas y la Municipalidad cada vez que se producía un aumento de boleto.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora.