«No denuncies. Tu tío está perdido. Tu tío tiene demencia».
Jorge Bergoglio estuvo siempre al corriente de la denuncia por abusos contra el cura paranaense José Francisco Decuyper aunque la presentación formal ante la Congregación para la Doctrina de la Fe nunca prosperó. El papa Francisco se lo dijo a Sergio Decuyper, sobrino del cura, la víctima, durante un encuentro en la residencia vaticana de Santa Marta. Lo instó a dejar todo en el olvido, a través de gestiones de las que participó también el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari. Aunque tres días después, el jefe de la Iglesia romana lanzó una carta apostólica en la que instó a denunciar a los abusadores que visten sotanas.
El sábado, vía Skype, desde Vitoria-Gasteiz, en el País Vasco, donde vive desde octubre de 2019, Sergio Decuyper decidió denuncia en la Justicia Penal, ante los fiscales Leandro Dato y Fernanda Ruffatti, de la Unidad Fiscal de Violencia de Género y Abuso Sexual del Poder Judicial, los abusos de los que fue víctima de parte de su tío, el cura José Francisco Decuyper. Los hechos ocurrieron, siendo niño, en la casa de sus abuelos paternos, en Puiggari, a 45 kilómetros de Paraná.
El cura Decuyper es un personaje vastamente conocido en la Iglesia de Paraná. Nació en Béligica, en 1935, y es considerado el «padre fundador» de la Escuela Privada N° 116 San Joaquín. Durante muchos años fue párroco en Santa Ana y también en la parroquia Virgen de la Medalla Milagrosa, en Paraná, aunque también se ha desempeñado en General Ramírez y en Las Cuevas, en el departamento Diamante. Desde 2004 está retirado de la vida activa de la Iglesia, alojado en la residencia sacerdotal Jesús Buen Pastor, en Italia al 400.
El caso del abuso a Sergio Decuyper llegó a conocimiento de la Iglesia local y de la de Roma mucho antes que a la Justicia: en 2019.
En los primeros días de septiembre de 2020, hubo una presentación formal en Roma.
«Mi experiencia de cuando fui a hacer la denuncia canónica en Roma fue espantosa», cuenta Sergio Decuyper a Entre Ríos Ahora. «Yo me comuniqué primero con el Arzobispado de Paraná para anoticiarlos de mi viaje a Roma. Les pedí que me consiguieran la audiencia en la Congregación para la Doctrina de la Fe -el dicasterio romano adonde recaen las denuncias por pederastia del clero, NdelR-, pero no hicieron nada. Yo estuve del 7 al 14 de septiembre en Roma. Se comunicó conmigo María Inés Frank -de la Comisión de Protección de los Menores del Arzobispado, NdelR- el jueves 10 y me dijo: ´Parece que mañana te reciben. Presentate a las 9 de la mañana y te van a recibir´. Fui el viernes 11, a las 9. Nadie hablaba español, nadie me entendía, nadie me esperaba. La experiencia fue horrible. Pedí mi expediente, porque sabía que se había cerrado. Lo único que sabía es lo que me dijo monseñor Puiggari, que me llamó y me aconsejó cerrar esa investigación. Me llamó en enero de este año y me dijo que había que cerrarla por temas de salud de mi tío».
En julio, cuando el terapeuta le da el alta -ingresó en un proceso de toma de conciencia de lo que fue el abuso siendo niño-, Sergio Decuyper hace lo que en Roma le habían aconsejado: realizar la apertura de un proceso canónico contra su tío sacerdote, y a la vez iniciar la denuncia penal. «Cuando estuve en Roma para hacer la denuncia fue espantoso. Tuve que hacerlo en forma manuscrita, ahí, sin saber a quién dirigir la denuncia. Pero hice la denuncia».
¿Cómo llegó a esa situación, el 11 de septiembre de 2020, sentado en un sillón de una oficina de la Congregación de la Doctrina de la Fe, y escribir, a mano, una carta de denuncia?
«Yo me doy cuenta de mi trauma en febrero de 2019. Envío una carta a Roma, a través de un amigo. El Papa me llama el 19 de marzo de 2019. Luego, el 17 de abril de ese año, después de hablar con Puiggari, viajo a Argentina. Después, viajo a Roma -Puiggari también lo hace-, entre el 2 y el 5 de mayo. Logro que me vea el Papa, no gracias a Puiggari sino por mi propia iniciativa. Le dejo una carta el 3 de mayo, y me llama y me recibe el 4 de mayo en la Casa Santa Marta. Era la segunda vez que me hablaba por teléfono. Me recibe media hora en Santa Marta. El 7 de mayo el Papa saca una carta sobre cómo denunciar el encubrimiento -se refiere a la carta apostólica en forma de ´Motu proprio´ titulada ´Vos estis lux mundi´ (´Ustedes son la luz del mundo´), en la que se establece nuevos procedimientos para prevenir y denunciar los casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia, NdelR-. La leí estando en Madrid, y me sentí muy mal: me sentí utilizado, sobre todo por la charla que tuve con él. Me habló de que tenía que tener confianza en Puiggari, que no lo hiciera público porque los periodistas son unos hipócritas y que mi homosexualidad es una enfermedad. Me pidió que volviera con mi esposa, que siguiera trabajando, y llevar todo este caso en silencio. Ese es el consejo que me da el Papa. Yo salí destrozado de esa audiencia. Después, publica esa carta apostólica. Fue después de esa reunión con el Papa que inicié terapia. Me explotó la cabeza», cuenta.
Pero el silencio no fue opción para Sergio Decuyper. Insistió ante el arzobispo de Paraná. «Me decía que rezaba por mí, aunque el primer llamado que recibo fue el 16 de enero de 2020: me habla de la investigación canónica sobre mi tío que él quiere cerrar por el estado de salud de mi tío. Yo no estaba bien de mi salud. Seguía en terapia. Recién en julio me dan el alta. Y fue entonces que le digo a Puiggari de mi interés de hacer esto público, y en septiembre es cuando organizo un viaje a Roma para presentarme ante la Congregación para la Doctrina de la Fe y hacer la denuncia canónica», recuerda.
Viaja a Roma, asiste a la audiencia general el 9 de septiembre en el Vaticano, y consigue que Francisco se detenga a hablar con él un par de minutos, en su recorrida entre los fieles presentes.
-Quiero denunciar a mi tío, quiero que me ayudes -le pido en esa audiencia.
-No, no denuncies. Tu tío está perdido, tu tío tiene demencia -le contestó Bergoglio.
No siguió el consejo del Papa.
“Yo, Sergio Javier Decuyper, 42 años”, dice la carta que dejó en manos de la jerarquía romana el viernes 11 de septiembre último, “comparezco hoy aquí para denunciar: denuncio por abuso sexual con penetración a mi tío sacerdote José Decuyper”. Y también denunció a Jorge Bergoglio “por encubrimiento”.
“El Papa Francisco me ha pedido silencio y que no denuncie”, escribió en esa carta.
De momento, no sabe qué fin tuvo esa denuncia.
De la Redacción de Entre Ríos Ahora