Por Alejandro Britos (*)
Lunes 8 de enero, primer día de la esperada semana de vacaciones. Son las 7,30, ya amaneció y despierto asustado. Se escuchan golpes, martillazos, lajas quebrarse, ladrillos y chapas caer. Me asomo y veo obreros trabajando en el techo vecino. Ese fue el primer día de los últimos ocho meses de ruidos molestos diarios durante doce horas corridas.
“Aquí se levantan las nuevas oficinas de la Federación Entrerriana de Cooperativas”, reza el cartel en la entrada de la obra ubicada en calle Salta al 500. Ellos nunca paran. Todos los días, de lunes a sábado, inician, puntual, su jornada laboral. A las 7 se ponen en marcha, encienden las máquinas y los taladros. Empieza a retumbar la pared, comienzan los ruidos. La bebé llora. Tiene catorce meses y la mitad de su corta vida envuelta en esos ruidos que la aquejan. A ella, a su madre, y a todos. La niña duerme intranquila, lloriquea dormida. Despierta intranquila, señala la pared. Padece.
“A partir de las 15 los muchachos no van a usar más los taladros ni los martillos contra la medianera”, me dijo el supervisor de la obra al cual llamé luego de un par de días de ruidos feroces. ¿Cuánto duró el compromiso? Tan sólo 48 horas. Nada.
Al trabajo feroz contra la medianera, lo antecedió el derrumbe de la antigua casona y el desmonte de un baldío de unos 80 metros de fondo que da a la parte de atrás. Fueron dos o tres meses donde el clima también estuvo en contra. Semanas enteras sin lluvia, polvo y tierra inundaban el balcón, el departamento. Contaminaban el aire.
A mediados de abril, llamé a la línea municipal 147. Luego de una decena de intentos, fui atendido. Mi queja por ruidos molestos fue respondida con un “mire, no tomamos reclamos por ruidos molestos. Tiene que llamar a la Policía, pero allí le van a decir que se comunique al 147. Por eso le digo que no registramos este tipo de reclamos. Si no vaya, a Mediación o a la Defensoría”.
Indagué sobre la ordenanza municipal que regula el tema. La encontré, es la 7.061. Lo primero que noté es que la misma fue sancionada hace 31 años, en diciembre de 1987. ¿Qué establece? La prohibición de ruidos molestos de 22 a 6, y la medición del nivel sonoro a través de un instrumento que no detalla. En síntesis, la ordenanza es obsoleta, se quedó en el tiempo y nada dice sobre los ruidos molestos de obras en construcción. Y el 90% es incumplida a diario por todo el mundo.
Paraná crece sin control, sin un horizonte claro, sin planificación a mediano y largo plazo. Se merece debate serio y amplio sobre este tipo de problemáticas y necesita el compromiso de los concejales para que tomen el tema y trabajen en la actualización de esta norma que apunta a proteger la integridad del ciudadano. Nos rige una ordenanza por ruidos molestos que tiene más de 30 años. ¿Qué hicieron en todo este tiempo?
En las redes sociales hay quienes opinan y dicen: “Si no trabajan porque no trabajan, si trabajan porque trabajan. Nada les viene bien”. Mi respuesta a eso fue que no estoy en contra de que haya gente trabajando. Nada más alejando de eso. Simplemente, como vecino pido poder tener a diario unas horas de silencio, de paz y de armonía. Hoy, el ruido se convirtió en un compañero de vida. Está presente en cada momento. Es parte de la rutina diaria y afecta el humor, genera fastidio, enojos y provoca discusiones. Nunca extrañé tanto el silencio como en este momento de mi vida.
(*) Periodista. Especial para Entre Ríos Ahora.