«No he sido abusado por nadie. Están vendiendo carne podrida».

El cura Juan Pablo Esquivel, que se dedica a destilar odio con sus homilías a través de las redes sociales, posteó ese comentario en la nota que publicó Entre Ríos Ahora a propósito de un video que subió en su canal de YouTube tras el atentado a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

«En relación al patético simulacro de atentado de ayer, yo estoy no contento, contento es una palabra demasiado grande, demasiado importante. Estoy conforme con el hecho de que no te hayan matado. ¿Sabés por qué? Porque si te hubiesen matado, los cavernícolas que te siguen te hubiesen declarado mártir, seguramente. Y vos no sos una mártir: vos sos una corrupta», dijo Esquivel, en un video que rápidamente se viralizó.

El mensaje de Esquivel –que nació en Santa Fe en 1963; se ordenó cura en el Seminario de Paraná en 1989; y desde 2002 está incardinado en Italia- no apuntó a responder a las muchas críticas que generó su video sino que fue una contestación a una parte de la nota que publicó Entre Ríos Ahora sobre su perfil al recordar un testimonio de la periodista y escritora Olga Wornat, autora de l libro “Nuestra Santa Madre”, que desnudó los abusos sexuales a seminaristas por parte del fallecido arzobispo de Santa Fe, Egardo Gabriel Storni, a quien llamaban El Divino, El Príncipe o, más sarcásticamente, como El Rosadito.

Quién es el cura que habló de «patético simulacro» por el atentado a CFK

 

En 2002, Wornat concedió una entrevista al diario Los Andes, de Mendoza, y respondió a la pregunta de qué había pasado con los seminaristas abusados por Storni: «Los menos terminaron la carrera sacerdotal. Algunos se quebraron en su fe y, otros, me dijeron llorando: Yo quería ser sacerdote de verdad y Storni me reventó la carrera´. Entre las víctimas hay hijos de senadores, de jueces; y el sacerdote Juan Pablo Esquivel, que es sobrino político del (ex) gobernador (de Santa Fe) Carlos Lole Reutemann, y sospechosamente fue trasladado a Roma. Storni era amigo de los padres de Esquivel, lo conocía desde pequeño, lo había bautizado y después intentó violarlo».

Esquivel, que empezó su carrera de sacerdote en el Seminario Nuestra Señora Madre, de Santa Fe -en 2016 pasó a denominarse Nuestra Señora de Guadalupe-, y que la concluyói en el Seminario de Paraná, dijo que se «autoexilió», que no lo echaron, aunque cubre de sospechas a su relación con Storni.


«Era muy educado y refinado -recuerda alguien que lo conoció-. Pertenecía al círculo cercano a (el hoy arzobispo de Paraná, Juan Alberto) Puiggari».

Esquivel –que en Paraná fue vicario parroquial en la parroquia San Francisco de Borja, entre 1991 y 1992; luego, estuvo en la parroquia San Agustín, de 1992 a 1993; en 1997 obtuvo la Licenciatura en Teología con especialización en espiritualidad otorgado por la Pontificia Facultad Teológica Teresianum, y también dio clases en el Seminario- asegura que no fue abusado por Storni.  El arzobispo santafesino falleció el 21 de febrero de 2012.  En 2009 había sido condenado a ocho años de prisión por el delito de abuso sexual agravado, aunque la medida fue anulada en abril de 2011. En secreto, en 1994 el Vaticano había ordenado investigarlo por los abusos cometidos sobre seminaristas, y para esa misión encomendó al entonces arzobispo de Mendoza, José María Arancibia, que se instaló en la sede episcopal de Paraná, en la Costanera alta, y allí recibió testimonios de las víctimas.

Uno de los seminaristas que acusó a Storni, Martín Lascurrain, procuró resguardarse, y le comentó los hechos de abuso al sacerdote José Guntern, y rápidamente este redactó una carta dirigida a Storni, en la que le reprocha el “desliz”. Después, Gutern hizo público el hecho pero lo que consiguió fue una dura reprimenda eclesiástica: la Curia santafesina lo convocó para que, en acta firmada bajo coacción, según después denunció en sede judicial, se desdijera de lo que había dicho por radio.

En 2021, Esquivel publicó una carta en la que habló de su «autoexilio eclesiástico», y habló de Storni. «Nadie me echó. El más corrupto de todos los obispos que Santa Fe ha tenido, aunque me odiaba, no pudo echarme. Por miedo a las consecuencias, ni supo ni pudo hacerlo», escribió. «No he aceptado ser sacerdote para sorpotar ni perversiones ni caprichos psicóticos de eclesiásticos con cargo, ni para pelear con otros sacerdotes», dijo.

Aunque en Paraná, donde estuvo desde 1989, cuando se ordenó, hasta 2002, cuando viajó a Italia para instalarse en Europa, exsacerdotes que fueron contemporáneos a Esquivel, recuerdan que en aquellos años, cuando se ordenó, ya se hablaba del caso Storni y de por qué Esquivel se había mudado de Santa Fe a Paraná.

Tres fuentes consultadas por Entre Ríos Ahora relatan la tirantez con la que se relacionba con los dos curas con los que compartió su primer tiempo como sacerdote en la parroquia San Francisco de Borja, Bernito Vernaz y Prudencio Percara. «No compartían nada. Ni la mesa», recuerda alguien.

Entre grupos parroquiales de San Franciso de Borja traen un recuerdo de los años de Esquivel en Paraná: «Le gustaba rodearse de grupos de adolescentes. Y encaraban actividades. Una de esas actividades fue ingresar, sin ser vistos, al Cementerio: la idea era esperar, en la noche, a los profanadores de tumba. Esquivel decía que sacaban partes de los cuerpos enterrados y los usaban para sus ritos satánicos. Permanecían escondidos y los esperaban para apedrearlos».

«A cualquier lugar que llegaba, generaba conflictos -dice otra fuente-.  Era soberbio y elitista».

Después de su video iracundo, con mensajes agresivos hacia la vicepresidenta de la Nación, el Arzobispado de Paraná, que no tiene ninguna relación con Esquivel, salió a despegarse del cura ahora radicado en Italia. «Lamentamos los dichos vertidos por un sacerdote, que no es de nuestra Arquidiócesis, sobre el atentado a la vicepresidenta. Pedimos a Dios por la paz en nuestra Patria. Que la violencia, verbal o física, nunca sean la manera de relacionarnos», señaló la curia, sin siquiera nombrar a Esquivel.

 

 

 

De la Redacción de Entre Ríos Ahora